La Voz de Galicia

La ciudad de San Nicolás

Internacional

Oleksandr Pronkevych
Un civil y un soldado ayudan a una mujer mayor a salir de Irpin, en la región de Kiev

El catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv explica la historia de la ciudad, que lleva el nombre del «protector y defensor de los pueblos»

06 Mar 2022. Actualizado a las 12:57 h.

Pasamos toda la noche pensando en salir o no salir de la ciudad. Por fin, hemos decidido quedarnos, adoptando una posición estoica: pase lo que pase, haremos lo que podamos ante la prueba en que nos ha puesto el destino. Toda la jornada del viernes los rusos atacaron las afueras de Mykolaiv. Por la noche, el Ejército ucraniano y las fuerzas de defensa territorial frenaron la ofensiva y la ciudad pudo dormir. El siguiente paso en la estrategia de los invasores será bombardear. Estamos esperándolos.

La idea de que Mykolaiv sea bombardeada por los rusos me parece profundamente absurda. La ciudad lleva el nombre de San Nicolás. En ruso es Nikolái y en ucraniano, Mykola. San Nicolás (conocido también como Santa Klaus o Papá Noel) es el «protector y defensor de los pueblos». Los marineros del mar Egeo y del Jónico creían en la «estrella de san Nicolás» y se deseaban buen viaje diciendo: «Que san Nicolás lleve tu timón». Esta leyenda está directamente relacionada con mi ciudad porque Nikolaev/Mykolaiv siempre ha sido un importante centro de astilleros. Allí se construyeron los portaviones más potentes de la época soviética, muchísimos barcos comerciales y pesqueros.

Fundada en 1789 por el príncipe Grigori Potemkin, el valido todopoderoso de Catalina la Grande, Mykolaiv ha conocido muchas guerras: la de Crimea (1853-1856) y la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Durante esta última, la ciudad fue bombardeada muchas veces, pero cada vez, San Nicolás ayudaba a sus habitantes a restaurar casas y calles. En la época de la URSS, Mykolaiv fue «cerrada» a los extranjeros porque las autoridades temían que sus enemigos se hicieran con los secretos de la industria militar soviética. Como resultado, la ciudad desapareció de muchos mapas geográficos: todo el mundo conoce Odesa, algunos Jersón y nadie ha oído hablar de Nikolaev. Las huellas de ese largo período como «gueto» militarizado aún se perciben en la nostalgia por la URSS que comparten muchos vecinos de la urbe. Son aquellos con quienes cuenta Putin. Y son los que no están informados de que Nikolái es un santo.

En la época de la independencia de Ucrania, Mykolaiv redescubrió su identidad eterna —la de una ciudad sureña ubicada entre la estepa ucraniana y las aguas del estuario abierto al mar Negro y más allá al Mediterráneo—. En esta ciudad tan antigua como Cádiz, los cimerios, los griegos, los escitas, los romanos, las tribus nómadas, los turcos y los cosacos combatieron y convivieron aquí durante siglos. Ese pasado fue borrado y sustituido por el proyecto ruso imperial. Con la independencia, Mykolaiv (no Nikolaev) recuperó su identidad eterna y se abrió al mundo: aquí dan clases profesores de muchos países, los estudiantes de universidades locales estudian en el extranjero, más y más empresarios de todo el mundo llegan a mi ciudad.

Los rusos que están planeando sus bombardeos contra Mykolaiv quieren cerrar la ciudad de nuevo. ¡Protégenos, San Nicolás!

Anteriores entregas

5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias

4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago

 3 de marzo: Ucrania resiste y vive

 2 de marzo: Mis peores temores

 1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores

 28 de febrero: Tanques en Mykolaiv

 27 de febrero: Rezad por Kiev

 24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)


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