La Voz de Galicia

Llorad y rezad por Petro

Internacional

Oleksandr Pronkevych Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv
Estado que presentaba este miércoles el edificio de la Administración regional de Mykolaiv tras los bombardeos rusos

El profesor ucraniano relata la destrucción de la sede de la Administración regional de Mykolaiv por los bombardeos rusos

31 Mar 2022. Actualizado a las 05:00 h.

La noticia más horrible para todos los que vivimos en la ciudad de San Nicolás ha sido el bombardeo de la sede de la Administración regional de Mykolaiv ocurrido el pasado martes. Las fotografías son aterradoras. Son como un aguafuerte de Goya. El edificio se alza con un enorme agujero rectangular en el centro, desde el segundo piso hasta el octavo. La novena planta, de la que cuelga una ventana inútil, y el tejado sobrevivieron al ataque. A través de este gigantesco y triste marco se colaba el brillo del sol y el cielo. Es como un hombre al que le han arrancado los pulmones. 

Hoy me desperté porque me dolía el cuerpo como si yo fuera ese edificio. Y muy pronto comprendí por qué me sentía tan mal: me llamaron y dijeron que entre los muertos bajo las ruinas del edificio, los bomberos habían encontrado el cuerpo del marido de la vicedecana de mi universidad. Es profesora de alemán y madre de dos hijos. Se quedó en la ciudad para estar con su esposo y está ayudando como voluntaria a la Cruz Roja. Llevamos trabajando con ella más de veinte años. Sus hijos han crecido en mi despacho haciendo sus deberes. Es parte de mi vida.

Conocía bien a su marido. Héroe de la guerra en la región del Dombás, fue gravemente herido en una de las batallas más crueles. El pasado 6 de febrero, mi esposa y yo fuimos con ellos al teatro. Alto, fuerte, reservado, listo para todo. Un guerrero perfecto.

Era la mano derecha del jefe de la Administración militar de la región de Mykolaiv. Pero al comenzar la guerra se enroló en las milicias de la Defensa Territorial con la misión de proteger la ciudad. San Nicolás se lo ha llevado al cielo. Las lágrimas no me dejan escribir. Se llamaba Petro. ¡Llorad conmigo y rezad por su alma!


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