La Habana-Moscú, la larga ruta de escape de los cubanos hacia Europa
Internacional
La crítica situación de la isla lleva a cientos de ciudadanos a probar esta vía
31 Jan 2023. Actualizado a las 05:00 h.
En medio de la aguda crisis sistémica por la atraviesa Cuba, los habitantes de la isla buscan cualquier vía para escapar al infierno en que se ha convertido su día a día. Y el camino para llegar a su destino casi nunca es corto, directo, y mucho menos, fácil. Recientemente se conoció el caso de dos cubanos, Mario Alberto Céspedes Pérez y Michael Méndez Vega, que intentaban llegar a Europa de forma irregular desde Rusia y estuvieron a punto de morir en la frontera bielorruso-polaca.
«Obviamente, aunque para la ley está mal, vinimos con la intención de cruzar la cerca fronteriza que separa a este país de Polonia para seguir vía este país rumbo a España con la intención de mejorar nuestra situación económica», explicaba Céspedes en una entrada en Facebook el día 19, en la que precisaba que llegaron a Bielorrusia el día 11 de este mes desde Kazán, Rusia, aprovechando que ambos países son de los pocos que tienen un régimen de libre visado para los cubanos.
Pero las cosas no fueron como esperaban y su camino se torció. «Los guardias fronterizos nos detectaron y nos cazaron con un perro, y comenzó una película de terror», que, asegura Céspedes, incluyó golpes de los uniformados, amenazas de muerte y el abandono en una zona pantanosa inhóspita y de la que solo se veía salida cruzando el helado río Kotra que los separaba de Lituania.
Casi mueren en el intento. Cuando estaban a punto de sucumbir a la hipotermia, «casi sin aliento, sin comida y sin agua ya prácticamente, tomando agua de lluvia y de río», lograron dar sus últimas coordenadas al servicio de emergencias ruso, que a su vez se comunicó con sus homólogos lituanos y bielorrusos, y estos últimos a regañadientes les mostraron el camino de regreso.
Ya desde Moscú, a donde consiguieron regresar días después, Céspedes insiste en conversación con La Voz: «Nunca hubo un rescate, simplemente nos dejaron salir, pero no tuvimos asistencia médica ni tratamiento medianamente humano. Nos sacaron de ese pantano cayéndonos, tuvimos que arrastrarnos para salir de allí. Desfallecidos, sin aliento, Michael al borde del infarto, y nadie nos dio ni la mano, aunque esos guardias al menos no nos golpearon».
Aunque no hay forma de contabilizarlos, son cientos, quizás miles, los cubanos que han intentado hacer la travesía de Rusia a Europa, lo que se torna misión casi imposible ahora con la guerra en Ucrania, y los recientes conflictos en la frontera de Bielorrusia y Polonia, justamente por el paso de migrantes.
Con frecuencia trascienden casos, como los de un grupo con varios niños, en marzo del 2022, que estuvieron varados durante muchos días en un bosque bielorruso-polaco, y denunciaron maltratos de las autoridades de ambos países. Solo pudieron salir tras la intervención de organizaciones humanitarias. Otros han corrido peor suerte.
De los que han conseguido llegar a España, muchos cuentan odiseas de años de ruta y en campamentos de refugiados de varios países, en ocasiones en condiciones infrahumanas. Hay otros que ni siquiera pueden intentar la travesía, y se quedan en la primera parada, Rusia, donde las leyes migratorias no permiten la regularización, y por tanto, están a expensas de estafas y explotación extrema, sin ningún tipo de asistencia social.
Aun así, muchos lo prefieren antes que regresar a casa con las manos vacías. «No puedo volver», asegura Mario, aunque se encuentra todavía sin poder ponerse en pie, con quemaduras de segundo grado por el frío, y sin atención médica. «Hice dos carreras, soy especialista en Higiene y epidemiología, y técnico en informática, y no podía mantener a mi familia por mucho que trabajara. Tengo tres hijos, mi madre y una abuela que dependen de mí. No me puedo cansar, no puedo defraudarlos, aunque me cueste la vida», subraya.
Una crisis migratoria de seis décadas que se agudiza
La crisis migratoria cubana, que con altas y bajas ha estado presente durante más de seis décadas, se ha agudizado hasta convertirse en una verdadera estampida en el último año. Más de 300.000 cubanos llegaron a la frontera sur de Estados Unidos y se entregaron a las autoridades migratorias entre octubre del 2021 y noviembre del 2022. Muchos de ellos realizaron largas y peligrosas travesías, atravesando toda América Central.
El 6 de enero, la Administración Biden aprobó una nueva política con el fin de frenar la ola migratoria, pero contar con el patrocinador necesario para acogerse a esta norma es una quimera para la mayoría, y deben buscar otras vías.
Según la Organización Internacional de Migración (OIM), Cuba ocupó uno de los primeros lugares entre los países con más migrantes muertos en aguas del Caribe durante el 2022, en el que al menos 69 cubanos perdieron la vida intentando llegar a las costas estadounidenses de forma irregular. Otros intentan salir por diversas rutas aéreas para cualquier parte.
Para España, destino preferido muchas veces por los lazos culturales y familiares, se dificulta hasta niveles absurdos la obtención de visados de cualquier tipo. Mientras tanto, muchos cifran sus esperanzas ahora en obtener la nacionalidad española a través de la nueva Ley de Memoria Democrática.
Un país desangrado
De cualquier modo, Cuba se desangra. La mayor parte de los que emigran son jóvenes o personas en edad laboral, entre ellos una alta cifra de profesionales, lo que agudiza la grave crisis demográfica y económica del país.
No es de extrañar con el panorama actual en la isla. Tras el llamado «reordenamiento», implementado en plena pandemia, en enero del 2021, se ha desatado una inflación brutal que hace prácticamente imposible la supervivencia si se cuenta solo con un salario o jubilación en moneda nacional, el peso cubano. Casi la totalidad de los productos básicos que se pueden adquirir se venden en tarjetas en divisas recargables solo desde el exterior. A eso se suman los precios de Suiza de estas tiendas, que ni así escapan al desabastecimiento generalizado, por lo que es necesario hacer colas de muchas horas para comprar lo poquísimo que «sacan».
Los productos agrícolas son escasos y muy caros también para cualquiera, mientras la conocida «libreta» o cartilla de racionamiento languidece cada vez más.
El mercado negro se convierte en la única vía de obtener algunas cosas, pero una jubilación o un salario mínimo apenas alcanzan muchas veces para un bote de aceite, o una treintena de huevos, mientras la carne por lo general brilla por su ausencia.
La censura y la represión se han agudizado, especialmente tras el estallido social del 11 de julio del 2021. Cerca de un millar, entre ellos no pocos menores, fueron apresados arbitrariamente y tras juicios ejemplarizantes muchos aún están entre rejas con penas de hasta varias décadas.
Otros intentos de protestas pacíficas han sido sofocados antes de comenzar. Periodistas, artistas y activistas que se han atrevido a alzar la voz han sido encarcelados o empujados al exilio.
Este panorama desolador es el que hace que muchos se lancen a un destino incierto, incluso a un país como Rusia, antes que seguir con la certeza del desastre.