España ofrece la nacionalidad a los 222 nicaragüenses expulsados por Daniel Ortega
Internacional
La oferta del Gobierno de Sánchez se hace extensiva a todos los presos políticos que siguen retenidos en cárceles de Nicaragua
11 Feb 2023. Actualizado a las 10:06 h.
El Gobierno ofrece la nacionalidad española a los 222 presos políticos nicaragüenses excarcelados por el régimen de Daniel Ortega y que fueron deportados a Estados Unidos. La oferta se hace extensiva a los presos políticos que aún siguen retenidos en las cárceles nicaragüenses a quienes el Gobierno de Ortega despojará de su nacionalidad, informa Efe. Los 222 prisioneros, entre ellos siete que intentaron disputar la Presidencia al actual mandatario, fueron expulsados a Estados Unidos «por traidores a la patria».
«Jamás pensé que esto fuera a ocurrir, porque el ensañamiento mostrado por la dictadura de Daniel Ortega contra los presos políticos, centrando en ellos su odio visceral, era verdaderamente aberrante», comenta a La Voz desde Nicaragua Vilma Núñez de Escorcia, que luchó en su juventud por la libertad de los presos políticos de la dictadura de Anastasio Somoza, y que preside el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh.
«Ortega no aguantó más la presión porque, dentro y fuera de Nicaragua, todos teníamos centrados nuestros esfuerzos en lo más viable que podíamos conseguir, que era la excarcelación de los presos políticos», asegura la activista.
¿Por qué ahora?
Los analistas apuntan a diferentes motivos. El más recurrido es la necesidad de un diálogo con EE.UU. para rebajar las sanciones impuestas a Ortega y su círculo cercano, aunque el mismo presidente lo ha rechazado. «No estamos pidiendo que nos levanten las sanciones. No estamos pidiendo nada a cambio. Es un asunto de honor, de dignidad y patriotismo, y de que se lleven a sus mercenarios», apuntó Ortega.
El secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken sí vio la acción como un «paso constructivo para afrontar los abusos contra los derechos humanos» y considera que «abre la puerta a un diálogo». No menos importante es la búsqueda de Ortega de legitimidad ante sus vecinos latinoamericanos con gobiernos progresistas, después de haberse dado de bruces contra un muro en los últimos años.
Ortega se encontró, en agosto, con una dura votación de condena en la Organización de Estados Americanos (OEA) al hostigamiento a la sociedad civil y también a Iglesia en Nicaragua. Votaron a favor los gobiernos de Gabriel Boric (Chile), Alberto Fernández (Argentina) y Pedro Castillo (Perú). Bolivia, El Salvador, Honduras y México se abstuvieron, mientras Colombia se ausentó, aunque el presidente, Gustavo Petro, considera que Nicaragua es una tiranía. Es decir, Ortega estaba prácticamente solo en la región, apoyado oficialmente apenas por Cuba y Venezuela. Esa situación podría dulcificarse ahora, aunque está por ver el efecto real.
Por otro lado, la excarcelación es la culminación de una serie de extraños acontecimientos recientes, que incluyen un desplante público a Daniel Ortega de la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo, la visita del presidente a su hermano Humberto, comandante revolucionario, que ha criticado la deriva autoritaria del país, y una purga en la policía y el aparato estatal. Algo se está moviendo en Nicaragua.
Vilma Núñez apunta también a un intento del presidente de pasar página. «Él piensa que toda nuestra lucha era por la liberación de los presos políticos y que ahora no se va a seguir insistiendo en recuperar la libertad, pero eso era un eslabón de la cadena. Si pensó que quitándose el estorbo de los presos la lucha no iba a continuar, está equivocado».