La Voz de Galicia

Julia Faustyna, la joven polaca que asegura ser Madeleine McCann: «Necesito un test de ADN»

Internacional

La Voz Redacción
Imagen de Madeleine McCann poco antes de su desaparición en el 2007

Dice tener una serie de coincidencias físicas con la niña británica desaparecida hace 16 años. Según «The Mirror», los padres de Madeleine habrían aceptado contrastar su ADN con el de Julia Faustyna

20 Feb 2023. Actualizado a las 15:35 h.

Dice llamarse Julia Faustyna. Es una joven polaca y asegura ser Madeleine McCann. Vive en Alemania, junto a su familia, que se niega, según ha explicado ella misma, a darle detalles de su pasado. Julia tiene 21 años y está convencida, como asegura en una cuenta de Instagram, que ella podría ser la niña británica desaparecida en Praia da Luz, en el Algarve portugués, la noche del 3 de mayo del año 2007, hace ya casi dieciséis años. 

A través de su perfil en esta red social, la chica dice que aunque no está segura de su verdadera identidad sí presenta una serie de coincidencias en su físico con Madeleine. En concreto, hace referencia a su ojo derecho y dice que el coloboma que tiene en el iris es exactamente igual al de la pequeña británica. Su perfil tiene cerca de 400.000 seguidores. En las fotografías que ha publicado la joven se aprecia un parecido físico y sus seguidores comentan que «ojalá» este sea el desenlace de uno de los casos sin resolver más mediáticos de los últimos años. Sin embargo, también hay usuarios que han criticado a la chica por no creerse su historia.

La joven pide ayuda para hacerse un «test de ADN» con el que poder «conocer la verdad». También se dirige a Kate y Gerry McCann, con los que quiere hablar. «Podéis ser mis padres», les dice en una de sus publicaciones. 

La joven explica, según recogen distintos medios, que su familia nunca le ha hablado de su pasado y que no ha podido conseguir una copia de su certificado de nacimiento. 

Además hace un llamamiento a la policía para que le preste su ayuda aunque, de momento, tanto los investigadores británicos como los polacos han ignorado sus peticiones, según explica ella misma en su perfil de Instagram llamado «iammadeleinemccan». 

El caso Madeleine ha tenido múltiples giros en los últimos dieciséis años. En septiembre del año pasado, los padres de Madeleine perdieron su última batalla judicial contra Portugal. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) sentenció que el Estado de Portugal no violó en ningún momento los derechos de Kate y Gerry McCann por las declaraciones formuladas por un antiguo comisario portugués que había vinculado a los padres con su desaparición en mayo de 2007, ya que en su día los investigadores los consideraron sospechosos.

El Caso Madeleine, la desaparición más famosa del mundo

Desapareció de la forma más misteriosa posible cuando solo tenía tres años. Y de eso han pasado ya casi 16. Con todo, el caso de la niña británica Madeleine McCann es uno de los más enigmáticos del mundo. Lo es por la forma en la que todo sucedió, porque el imaginario público tiene grabada en su mente la imagen de esa niña rubia con una pequeña mancha en el ojo - un coloboma en el iris-, pero también por el hecho de que, tras años de silencio y de la que parecía una acabada investigación, cada cierto tiempo surgen nuevas pistas que, por el momento, no han llevado a ninguna parte.

El 3 de mayo del 2007, el día que se le perdió la pista

La reconstrucción y el supuesto paso a paso de la desaparición de Maddie es uno de los relatos más repetidos de los sucesos criminales de la historia reciente.

Jerry y Kate McCann, dos médicos de Leicester, habían viajado a Praia da Luz, una turística localidad del Algarve, para pasar unos días de vacaciones con un grupo de amigos, también con niños pequeños. Maddie dormía aquella noche en el apartamento alquilado por sus padres en un complejo vacacional junto a sus hermanos menores. A pesar la corta edad de su hija mayor, solo tres años, los McCann cenaban en un restaurante del recinto vacacional junto a sus amigos. Los adultos hacían rondas por los apartamentos para vigilar a sus respectivos niños. En una de esas vigilancias, Kate McCann se dio cuenta de que Madeleine no se encontraba en la estancia. La voz de alarma se dio al instante y todo el complejo hotelero se volcó en los primeros minutos en buscar a la niña.

A las pocas horas, la noticia de la desaparición de la pequeña británica en el Algarve había dado la vuelta al mundo. El caso lo tenía todo: su corta edad, que la hubiesen dejado sola en la habitación y la posibilidad de que hubiese sido secuestrada.

Medios de todo el mundo viajaron a Praia da Luz. La imagen de unos Kate y Jerry McCann destrozados estaba en las pantallas y periódicos de todos los países. Había mucho revuelo, pero la investigación parecía dar pocos frutos.

Desde el primer momento se habló de que la supuesta escena del crimen, la habitación donde dormían los niños, había sido alterada por el ir y venir de los adultos en busca de Maddie. Por otro lado, a la policía portuguesa le llovieron críticas por cómo estaba encarando el caso.

Jerry y Kate McCann en Praia da Luz en septiembre del 2007LUIS FORRA | EFE

Los primeros sospechosos

En aquellas dos semanas hubo dos sospechosos. Dos extranjeros que vivían en la zona. Uno de ellos, Robert Murat, un británico afincado en Portugal, colaboró en aquellos días como traductor para los medios de comunicación internacionales y para la policía. Su entrega a la investigación le puso en el punto de mira. La policía registró su casa, que estaba muy cerca del hotel, e incluso excavó en su jardín. Aquella línea de investigación acabó en punto muerto. El otro interrogado fue un joven de origen ruso, Sergey Malinka, que tenía relación con Murat y al que supuestamente este llamó para mantener una conversación sobre el caso Maddie. Investigaron sus equipos informáticos y le interrogaron durante horas. Tampoco hubo resultados.

El foco sobre los padres

Cuatro meses después de la desaparición de Madeleine, la imagen de los padres de la niña para la opinión pública da un giro de 180 grados. De aparecer como unos progenitores destrozados, pasaron a ser para muchos los principales sospechosos de la desaparición de la menor. La policía portuguesa entrevista primero a Kate McCann y a los pocos días, los padres de Maddie son considerados sospechosos. Una figura que en Portugal recibe el nombre de «arguido».

El propio Jim Gable, uno de los principales responsables de la investigación desde la policía británica, mantuvo que en un primer momento pensó que el culpable de la desaparición era el padre de la niña, aunque aseguró que tiempo después creyó en su inocencia.

Otro de los momentos críticos tuvo lugar cuando los investigadores dieron con una muestra de ADN en el dormitorio de Maddie. La correspondencia era de más de un 80% con la de los McCann. Se habló de otra muerta de sangre, que los investigadores habrían encontrado en el maletero del coche alquilado por la familia para sus vacaciones. Pasado un tiempo, se barajó que el automóvil había sido alquilado, pero tras la desaparición de la niña.

Tras estos acontecimientos, la familia regresa a Reino Unido pero los McCann se desplazan por todo el planeta para mantener vivo el recuerdo de su hija. De forma paralela, los padres de la niña abren una nueva vía de investigación al margen de la policía portuguesa y de Scotland Yard. Apoyados por capital privado, los McCann contrataron detectives para buscar a su hija por todo el mundo. 

Desde ese momento todos los pasos han sido en la dirección equivocada. En el 2019, The Mirror adelantaba en exclusiva que la policía británica podría estar cerca de resolver el caso después contemplar un nuevo sospechoso, un extranjero que estaba en el Algarve en el momento de la desaparición de la pequeña en el 2007.

Los agentes portugueses afirmaban estar «más cerca que nunca de saber lo que le pasó a Madeleine».

Ya en el 2020 se le ponía nombre y apellido a un nuevo sospechoso, un alemán de 43 años llamado Chistian Brueckner, un hombre con un dilatado expediente criminal que se encuentra en prisión. Está condenado por agredir sexualmente a una mujer en la zona en la que Maddie desapareció. 

 


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