Israel veta a los miembros de la ONU para darle «una lección» a Guterres

Israel abrió este miércoles un enfrentamiento directo con la ONU para mostrar su ira contra su secretario general, António Guterres, tras considerar que justificó los actos de terror de Hamás, al afirmar en el Consejo de Seguridad que el ataque del 7 de octubre «no surge de la nada», sino de «56 años de asfixiante ocupación».

Un día después de pedir su dimisión, el embajador ante la ONU, Guilad Erdán, anunció que Israel no expedirá visados a los miembros de las Naciones Unidas e inmediatamente vetó al secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths. «Es hora de darles una lección» a los altos cargos de la ONU, afirmó Erdán en una entrevista con la radio del Ejército israelí.

Guterres se mostró «impactado» por las «tergiversaciones de algunos» con respecto a sus palabras, de las que no se retractó, y subrayó que en ningún momento «justificó» los «actos de terrorismo» perpetrados por Hamás. La Liga Árabe salió en su apoyo frente al «chantaje moral y político» de Israel, al igual que la Autoridad Palestina. En Europa, el Gobierno portugués apoyó el comportamiento «ejemplar» de Guterres sobre Oriente Medio, respaldo que también recibió de Pedro Sánchez y del Gobierno alemán, que señaló que la demanda de dimisión por parte de Israel no es «procedente». El Ejecutivo de Rishi Sunak se distanció de la petición de Tel Aviv y, aunque discrepa de Guterres sobre el ataque de Hamás, seguirá apoyando a la ONU. 

Frenazo a la ayuda

La inédita crisis entre Tel Aviv y la ONU tiene lugar en medio de otra, la sanitaria. El frenazo de Israel a la llegada de combustible por el paso egipcio de Rafah amenaza con paralizar todos los hospitales de Gaza. La noche del martes entró un cuarto convoy de ayuda con solo ocho de los veinte camiones esperados. Transportaban productos de alimentación, agua potable, medicinas, suministros médicos y leche para bebés, pero ninguno de ellos lleva combustible. Una gota en un océano como denuncian las agencias de las Naciones Unidas antes las necesidades de los más de dos millones de gazatíes atrapados entre Hamás y los bombardeos israelíes.

La organización humanitaria Oxfam acusó al Gobierno de Benjamin Netanyahu de usar el «hambre como arma de guerra» contra los palestinos. Y la reina Rania de Jordania criticó el «flagrante doble rasero» de Occidente al no condenar la ofensiva israelí sobre la Franja con la misma contundencia que se repudió «inmediatamente» el ataque terrorista de Hamás. «El silencio es ensordecedor», sentenció.  Y añadió: «¿Nos están diciendo que está mal matar a una familia a punta de pistola, pero que está bien bombardearlos hasta la muerte?»

Más de 400 niños mueren cada día

Israel atacó «a gran escala» las infraestructuras de Hamás y mató a otro de sus comandantes, el del batallón norte de Jan Yunis, Taysir Mubasher. En el decimonoveno día de guerra, la cifra de víctimas se elevó ayer a más de 6.500 fallecidos y más de 17.000 heridos. Según Unicef, más de 400 niños mueren cada día.

«La situación en la Franja de Gaza es una mancha cada vez mayor en nuestra conciencia colectiva», afirmó la directora regional de Unicef para Oriente Medio y el Norte de África, Adele Khodr.

Siria y Cisjordania

Israel parece decidido a extender el conflicto a Siria y Cisjordania. El régimen de Bachar al Asad acusó a Israel de lanzar un nuevo ataque con misiles contra el aeropuerto de Alepo, en la cuarta acción contra ese aeródromo desde el inicio del castigo a Gaza y horas después de que la aviación israelí causara ocho muertos en la provincia siria de Deraa, en represalia por un lanzamiento de proyectiles hacia posiciones israelíes en los Altos del Golán por parte de milicias aliadas de Damasco.

En la Cisjordania ocupada, la violencia siguió disparándose con choques armados con tropas israelíes y colonos, que incluyó tres muertos en un ataque con dron en Yenín, lo que elevan al menos 105 las víctimas mortales palestinas.