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Chile rechaza la reforma de la Constitución propuesta por la derecha y seguirá con la carta magna salida de la dictadura de Pinochet

Internacional

La Voz Redacción

El país eligió mantener la Constitución vigente, heredada de la dictadura militar y reformada en numerosas ocasiones, al rechazar la propuesta conservadora impulsada por la derecha y la ultraderecha

18 Dec 2023. Actualizado a las 08:55 h.

Por segunda vez en poco más de un año, los chilenos rechazaron en las urnas una propuesta de nueva Constitución y decidieron mantener la carta magna heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y aparcar el debate constitucional iniciado tras las masivas protestas de 2019.

Con más del 99,65 % de los votos escrutados, el 55,76 % de los electores rechazó un texto con sello conservador, elaborado por un órgano liderado por la ultraderecha y la derecha tradicional, frente al 44,24 % que optó por aprobarlo.

La opción de rechazar el texto, que endurecía el trato de la migración irregular y abría la puerta a revisar la ley del aborto, se impuso en la mayoría de las dieciséis regiones del país, especialmente en la capital, Valparaíso (centro) y las norteñas Atacama y Antofagasta, donde hubo casi 20 puntos de diferencia.

Electorado moderado

El resultado, vaticinado por todas las encuestas, supone un varapalo para el ultraderechista Partido Republicano, que tuvo un peso fundamental en la redacción del nuevo texto y aspiraba a convertirse en la fuerza hegemónica de la derecha.

«Una gran mayoría de chilenos ha rechazado la propuesta constitucional que nosotros impulsamos. Reconocemos esa derrota con mucha claridad. Fracasamos en el esfuerzo por convencer a los chilenos de que esta era una mejor Constitución que la vigente», indicó el líder de los republicanos y excandidato presidencial, Jose Antonio Kast.

Mientras que la derecha tradicional y la ultraderecha defendían que la propuesta se hacía cargo del problema de la inseguridad y ponía fin a la incertidumbre institucional que generó el estallido social hace cuatro años, la izquierda aseguraba que el texto era «dogmático» y profundizaba en el modelo neoliberal implantado durante el régimen militar.

Este segundo intento en apenas quince meses por tener una nueva carta magna arrancó en septiembre de 2022, cuando una contundente mayoría rechazó en otro plebiscito un proyecto escrito por una convención de mayoría izquierdista que proponía un profundo cambio en el modelo de país.

«Este resultado es una señal de que la primera Convención (Constitucional) estaba claramente más a la izquierda que el electorado y la segunda (el Consejo Constitucional) más a la derecha. El electorado es más moderado y ha dicho que quiere diálogo y mínimos comunes, en vez de propuestas maximalistas», declaró a Efe Claudia Heiss, jefa de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Chile.

Lejos de la efervescencia del año pasado, este segundo proceso ha estado marcado por la apatía y la fatiga electoral, pues es la quinta votación constitucional desde 2020.

«El resultado también se puede interpretar finalmente como un rechazo a toda la clase política en su conjunto, lo que podría llevarnos al surgimiento de figuras populistas mucho más radicales de lo que hemos visto hasta el momento», indicó a Efe Rodrigo Espinoza, de la Universidad Diego Portales.

Triunfo agridulce para Boric

Las derechas trataron de convertir la votación de este domingo en un plebiscito sobre la gestión del Gobierno que, a diferencia del proceso anterior, no hizo campaña a favor de ninguna opción y trató de mantenerse neutral.

Los partidos de izquierda que integran la coalición oficialista sí hicieron campaña en contra de la propuesta y salieron a celebrar los resultados, pero se trata de un triunfo agridulce, porque llevan tres décadas cuestionando y reformando la Constitución promulgada en 1981 por el régimen militar, que no han conseguido reemplazar por una nueva carta magna.

Tanto la izquierda como la derecha han rechazado impulsar un tercer proceso constituyente, así como cualquier cambio de calado a la Constitución actual, reformada decenas de veces en democracia. Una eventual nueva reforma requeriría la aprobación de, al menos, cuatro séptimas partes del Parlamento.

«Prefiero algo malo que algo pésimo», resumió la expresidenta socialista Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) tras depositar su voto este domingo.

El resultado «le da algo de aire al presidente Boric», pero no debe entenderse como un espaldarazo a su gestión, sino que es un «voto de hastío», señaló a Efe Rodrigo Pérez de Arce, del Instituto de Estudios Sociales (IES).

Aunque las últimas encuestas publicadas hace más de dos semanas por la veda electoral anticipaban el rechazo al texto, había dudas sobre el impacto que podría tener un caso de corrupción que en los últimos días ha tomado impulso con la detención de dos personas vinculadas a uno de los partidos de la coalición oficialista y que ha puesto en la cuerda floja al ministro de Vivienda, Carlos Montes.

En un discurso institucional en cadena nacional por radio y televisión, el mandatario reconoció «la política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile» porque fue incapaz de redactar una propuesta constitucional de consenso y dijo que la ciudadanía pide «mayor capacidad de diálogo, consenso, abandonar las trincheras».

«El resultado de este plebiscito, más que una celebración, es un fuerte llamado de atención. Si quien obtiene la mayoría circunstancial intenta negar la existencia del otro, jamás avanzaremos en materias que no pueden seguir esperando», advirtió el jefe del Estado chileno.

¿Y ahora qué?

Chile inicia ahora un proceso de dos años en los cuales estará pendiente de la contingencia política y de una larga campaña electoral con vistas a las próximas presidenciales, a finales de 2025.

Con un 44,24 % de votos a favor del nuevo texto y 55,7 % en contra, con el 99,3 % escrutado, la ciudadanía descartó el nuevo proyecto, en una jornada marcada por el desinterés y el hartazgo electoral que llevó a más de 350.000 personas a presentar excusas para no asistir a las urnas.

«El proceso constitucional actual se inició con mucha desconfianza por parte de la ciudadanía, porque el tema constitucional fue perdiendo fuerza», explicó a Efe el académico de la Universidad Diego Portales, Rodrigo Espinoza. El texto no logró un consenso político en el Consejo Constitucional que lo redactó, compuesto por 50 consejeros elegidos el pasado mayo, donde la derecha y la ultraderecha contaron con mayoría, con 11 y 22 escaños, respectivamente.

«Construyeron un texto de carácter más bien identitario, una suerte de programa de Gobierno pensando más bien en construir una identidad de partido en lugar de llegar a una propuesta de consenso. Ese distanciamiento y falta de acuerdos fueron percibidos por la ciudadanía», agregó Espinoza.

El progresismo chileno se vio atrapado en una gran paradoja: tener que defender la carta fundamental vigente, que repudió durante décadas por su origen dictatorial, o aprobar la emanada del Consejo Constitucional, de mayoría ultraconservadora.

«Al menos la propuesta anterior y la actual, ambas de carácter identitarias, fueron rechazadas. Lo que se esperaría idealmente sería el retorno de la política al centro, pero hay que ver el momento», enfatizó el académico.

Sin margen para un nuevo intento, porque Gabriel Boric ya ha rechazado un nuevo proceso durante su mandato presidencial, sectores de izquierda y centro-izquierda esperan traspasar los avances en materia constitucional al Congreso, que hace un año redujo el quórum para modificar la carta magna.

«En lo inmediato, esto cierra el proceso, aunque no sabemos mucho qué va a pasar en el futuro, tanto en la coyuntura que puede exigir un cambio constitucional amplio como en el propósito de las izquierdas, que nunca han renunciado a tener una nueva Constitución», dijo a Efe el investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Rodrigo Pérez de Arce.

Si bien desde casi todo el espectro político, incluyendo al Gobierno, se ha insistido en que cualquier resultado implicaba un término de la discusión constitucional al menos durante este mandato, el rechazo a la propuesta, dicen los especialistas, «no ratifica la Constitución vigente».

La politóloga de la Universidad de Concepción, Jeanne Simón, apuntó que «la gente votó en contra de la propuesta que se plebiscitaba, pero no necesariamente a favor de la actual Constitución. Esa interpretación sería una equivocación».

Con estas nuevas condiciones, agregó Simón, se acentúa un discurso que buscar «avanzar hacia una política más constructiva, que supere la lógica de suma cero donde yo gane y tú pierdas, impulsando reformas en una nueva versión».

Pese a que no tiene la fuerza en el Congreso para concretar en primera instancia sus reformas estructurales, el Gobierno sí alcanza un «nuevo aire», según Pérez de Arce, aunque «el triunfo de »En Contra« no puede ser atribuido a su éxito electoral».

«La verdad es que no se veía que una propuesta nueva de Constitución fuese la llave maestra para los temas que ahora están en primera línea de la agenda como todo lo que es seguridad, economía, narcotráfico, crimen organizado, salud, educación, pensiones», apuntó por su parte Espinoza.

«Así que la verdad es que ese es una llamada de atención también de la ciudadanía hacia la clase política para poner el foco ya en las discusiones más contingentes», subrayó.


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