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El yihadismo dejó más de 23.000 muertos en África en el 2023 con el Sahel sumando el 50 % de las víctimas

Internacional

La Voz Redacción
Personas desplazadas por la violencia yihadista en Mozambique.

Los incidentes contabilizados dejaron un mayor número de víctimas mortales en menos ataques, lo que demuestra una mayor letalidad

04 Feb 2024. Actualizado a las 13:18 h.

La violencia yihadista sigue cobrándose un número creciente de muertos en África, donde en el año 2023 se contabilizaron más de 23.300, un 20 % más, y el Sahel se confirma como el principal foco al sumar el 50% del total de víctimas mortales, según se desprende del informe elaborado por el think-tank Africa Center for Strategic Studies (ACSS).

Pese a que en los últimos doce meses se produjo un 5 % menos de actos de extremismo violento en el continente, el primer descenso desde el 2016, los 6.559 incidentes contabilizados dejaron un mayor número de víctimas mortales, con un total de 23.322 frente a las 19.412 del 2022, lo que demuestra una mayor letalidad de los ataques. Este dato supone casi el doble de víctimas mortales que las que hubo en el 2021 y se produce también pese a que hubo una disminución de un 13 % en los ataques perpetrados directamente contra la población civil, lo que pone de manifiesto que han aumentado las víctimas en choques entre los grupos terroristas y las fuerzas de seguridad o entre yihadistas.

El Sahel vuelve a ser un año más el teatro yihadista más violento de África. El ACSS ha registrado 11.643 víctimas normales, un dato nunca alcanzado en ninguna de las zonas donde operan los terroristas en el continente y que suponen el triple de las que hubo en el 2020, cuando se produjo el primer golpe de Estado en Malí —luego vinieron los de Burkina Faso y Níger— «ostensiblemente justificados por motivos de seguridad».

Este dato representa el 50 % de todas las muertes contabilizadas en el continente, cuando en el 2020 el Sahel solo sumaba el 30 % de las víctimas mortales, lo que da una idea del deterioro de la situación y podría ser inferior a la realidad ya que, como subraya el informe, la reducción del espacio informativo seguramente impide que se conozcan todos los ataques que se producen.

El alza de JNIM

Según explica el think-tank vinculado al Pentágono estadounidense, detrás de este aumento de las muertes está en gran medida el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), y en particular dos de las organizaciones que integran esta coalición, el Frente para la Liberación de Macina (FLM) y Ansarul Islam. JNIM, la filial de Al Qaida en el Sahel, está detrás de 9.195 víctimas mortales, un 67 % más que en el 2022 (5.499) y sus acciones representaron el 81 % del total de actos de violencia islamista.

Su rival en la región, Estado Islámico Sahel (antiguo Estado Islámico en el Gran Sáhara) es responsable de un 7 % menos de víctimas mortales, con 2.448 fallecidos como resultado de sus acciones. Dentro de esta región, Burkina Faso se mantiene como el país más castigado por tercer año consecutivo. En concreto, las 7.762 víctimas mortales suponen más del doble de las del 2022 y representan el 67 % del total en el Sahel. JNIM, y en particular Ansarul Islam, está detrás de esta violencia en un país donde los yihadistas controlan actualmente más de la mitad del territorio, según este informe.

Por lo que se refiere a Malí, suma con 2.863 muertos el 34 % de la región, mientras que en Níger se registraron 793 víctimas mortales. En el caso de este país, que fue el último en sumarse a la ola de golpes de Estado militar en la región con el derrocamiento del presidente Mohamed Bazoum el pasado mes de julio, ACSS subraya que la violencia ha aumentado un 9 % y los muertos un 48 %, un incremento que precisamente se ha producido en la segunda mitad del año, ya con el Ejército en el poder. El 93 % de las muertes son atribuibles a la filial de Estado Islámico.

Al Shabaab aumenta su letalidad

Somalia es el segundo escenario más virulento en el continente. Aquí, Al Shabaab, la filial de Al Qaeda, es el principal responsable de la violencia, ya que la filial de Estado Islámico tiene una presencia muy minoritaria. Los 7.643 muertos contabilizados suponen un nuevo récord y representan un incremento del 22 %. Este dato es el triple del del 2020, lo que pone de manifiesto que los esfuerzos por parte de las fuerzas somalíes y de la misión de la UA que le apoya no han conseguido reducir la amenaza de Al Shabaab.

Prueba de ello también es que en la vecina Kenia, donde el grupo terrorista ha perpetrado ataques en varias ocasiones, se ha duplicado el número de muertos, con 279. La particularidad de Somalia es que en este escenario el 65 % de los incidentes violentos vinculados con los yihadistas y el 77 % de las víctimas mortales están relacionados con enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y no corresponden a ataques directos contra la población civil.

Aumento de muertes en el lago Chad

Mientras, en la cuenca del lago Chad —principalmente el noreste de Nigeria pero también zonas del oeste de Níger, el norte de Camerún y el este de Chad—, en el último año se ha roto la tendencia iniciada en el 2020 de un descenso en el número de incidentes violentos, que aumentaron en un 25 % hasta los 1.203. No obstante, el número de víctimas, 3.769, es similar al que se ha venido registrando en los últimos años.

Detrás de estos incidentes están esencialmente Boko Haram y Estado Islámico en África Occidental (ISWA, por sus siglas en inglés). En el caso del primer grupo, otrora encabezado por Abubakar Shekau, es responsable del 59% de los ataques contra civiles en la región, mientras que el segundo está vinculado a enfrentamientos y a violencia remota con explosivos.

En el caso de estos dos grupos yihadistas, además de enfrentarse contra las fuerzas de seguridad nigerianas también lo hacen entre sí por el control del territorio. La nota positiva es el marcado descenso de la violencia yihadista tanto en el norte de África, donde la actividad de los terroristas ha quedado reducida al a mínima expresión y solo se contabilizaron cuatro incidentes violentos y siete víctimas mortales, y el norte de Mozambique.

Estado Islámico en Mozambique

Aquí, la provincia de Cabo Delgado es escenario desde el 2017 de las acciones de la filial de Estado Islámico y en los últimos doce meses hubo un 71 % menos de actos violentos (127) y 260 fallecidos. El ACSS atribuye este descenso a las acciones de la misión de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) y de Ruanda, desplegadas desde el 2021, en apoyo de las fuerzas mozambiqueñas.

Gracias a su actuación, se ha recuperado el 90 % del territorio en manos de los yihadistas y empujado a los milicianos que quedan hacia zonas rurales en el noreste del distrito de Macomia, donde operan pequeños grupos que realizan ataques aleatorios contra civiles. No obstante, el think-tank advierte de que la incógnita es si «puede mantenerse este progreso dada la resiliencia mostrada por los milicianos».

En este sentido, la SADC ha confirmado esta misma semana que completará el repligue de su fuerza, la SAMIN, para julio y el medio local Zitamar, que hace seguimiento de la actividad de Estado Islámico, ha alertado de que el grupo ha iniciado el año a la ofensiva lanzando varios ataques y haciéndose con territorio. Como resultado del descenso en el número de incidentes violentos vinculados con el yihadismo en estos dos escenarios, el Sahel, Somalia y la cuenca del lago Chad, representan el 99 % de las víctimas mortales en todo el continente, mientras que si se quita de la ecuación a esta última zona, las dos primeras acaparan el 83 % de los muertos.


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