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Así fue el caso Daniel Sancho: una confesión, un reguero de pruebas en su contra y una masiva expectación

Internacional

LA VOZ REDACCIÓN
Daniel Sancho escoltado por las autoridades tailandesas a su salida de la comisaría de policía de Koh Phangan

El cocinero español ya conoce su sentencia por parte del Tribunal Provincial de Samui. Pasará el resto de su vida en la cárcel por el asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta

29 Aug 2024. Actualizado a las 09:17 h.

La muerte del médico Edwin Arrieta el 2 de agosto de 2023 en la isla tailandesa de Phangan, sacudió por completo al país asiático. Pero también a Colombia, país natal de la víctima del crimen y lógicamente a España, donde nació el entonces presunto asesino, el chef Daniel Sancho. La violencia empleada en el asesinato fue inusitada. El cuerpo de Arrieta acabó siendo troceado. Sancho, que además era hijo de un conocido actor, Rodolfo Sancho, pasó a copar entonces por completo páginas de crónicas de sucesos y especiales televisivos sobre el caso, que tenía un sinfín de ingredientes para generar audiencia: un joven apuesto, reconocido por su labor entre los fogones y perteneciente a una familia ligada a la interpretación se vio inmerso en un suceso atroz, en un país conocido internacionalmente por la dureza de sus leyes y por el trato, no precisamente amable, que dispensa a sus presos. La expectación mediática generada por el caso se disparó, hasta el punto de hacerse públicas incluso fases de la investigación insólitas, como la reconstrucción de los hechos en la habitación del alojamiento donde ocurrió todo.

La sentencia

Esta mañana se ha conocido la sentencia: Daniel Sancho ha sido condenado a la cadena perpetua tras ser hallado culpable de asesinato premeditado por un juez del Tribunal Provincial de Samui, que indicó que la condena había sido reducida de la pena de muerte a la cadena perpetua por la colaboración del acusado con la investigación. Su defensa, liderada por el abogado Marcos García-Montes, ya ha anunciado que va a recurrir el fallo, pero eso no evitará el traslado en los próximos días desde la prisión en la que el chef español está actualmente, considerada «amable» con los reos a otra de peores condiciones. Su destino es el penal de Bang Kwang, diseñado para albergar a 3.500 presos y donde hoy se hacinan más del doble, 8.000 personas.

El equipo de abogados de la familia Arrieta, ya ha confirmado otra de las incógnitas que se ciernen sobre el ahora condenado, si es posible que cumpla la pena en España. Al respecto, Beatriz Uriarte, de Ospina Abogados, ha precisado que «la pena mínima que tiene que cumplir en Tailandia es de ocho años. Una vez que los cumpla, es Tailandia quien tiene que dar el permiso para venir a España»

 

Daniel Sancho confesaría el asesinato inicialmente. Pero después rectificó en parte dejando claro que se trató de un «accidente» tras una pelea amorosa en un cambio de estrategia para su defensa. La policía de Tailandia, la Fiscalía y la familia Arrieta, representada por el abogado Juan Ospina mantuvieron sin embargo durante el proceso otra visión de los hechos, que pasó por la teoría de que si esa fue la causa, un enfrentamiento previo entre ellos, quizás el cirujano seguiría con vida de haber sido auxiliado por Sancho antes de ser descuartizado. A continuación, las fases que han resultado ser claves en un proceso judicial que ha durado poco más de un año.

«Yo era su rehén»

Acorralado en la comisaría en la que denunció la desaparición de Edwin Arrieta, los policías del caso ya tenían preparada la acusación contra él de asesinato premeditado y la petición de pena de muerte. Y, solo unos días después del crimen, Daniel Sancho confesó. Aunque después su defensa le hizo cambiar de estrategia de cara al juicio, reconociendo Sancho que troceó a Arrieta en 17 partes, pero que no lo mató. Argumentaba en aquel primer momento que el cirujano lo tenía amenazado con hacer pública su relación homosexual si no le contentaba, algo que Daniel consideraba perjudicial tanto para él como para la imagen pública de su familia, al ser hijo de un conocido actor español. «Soy culpable, pero yo era su rehén», fueron los términos que empleó, añadiendo «me ha obligado a hacer cosas que nunca hubiera hecho». 

El tique de la compra

Dilucidar la muerte de Edwin Arrieta y que su cuerpo acabara troceado ha sido la principal labor de los investigadores. Horas antes del crimen, Daniel Sancho fue a hacer la compra y, es precisamente lo que adquirió antes del fatal encuentro con Edwin, una de las cuestiones que apuntaban a la premeditación y no a la muerte accidental a la que aludió el principal acusado. Junto a los restos del médico hallados en una bolsa de manera fortuita por operarios de un vertedero de la isla tailandesa de Koh Phangan, había un tique por un importe de 1486,75 baths, unos 40 euros. Con esa suma adquirió un cuchillo de 34 centímetros de largo y 9 de ancho, estropajos, gomas, más de cien metros de film de plástico, mallas de acero inoxidable, varios paquetes de bolsas de basura de varios tamaños, uno de ellos grande, y un par de paquetes de guantes. El resto de cosas que compraba entonces eran menos relevantes para los investigadores: sandía, melón y uvas.

La autopsia

Pese al esfuerzo de las autoridades tailandesas, el motivo de la muerte no pudo darse por confirmado de forma determinante. Dicho de otra forma, no fue posible saber si murió durante la pelea anterior al desmembramiento o después. Tampoco resultó concluyente al no encontrarse partes del cuerpo clave como el torso. Los forenses, tras el análisis del cuerpo del cirujano asesinado, consideraron que el fallecimiento pudo producirse por el propio descuartizamiento, después de golpearse violentamente la cabeza y quedar inconsciente. Eso abrió la puerta a los abogados de Sancho de la defensa propia, porque no se descartaba que hubiera habido una discusión anterior «por celos», «por estar obsesionado conmigo» o por las amenazas de muerte que el colombiano profirió al español y que también figuraban añadidas al sumario. Ese enfrentamiento que precedió al descuartizamiento era además visible a través de marcas y moratones en los restos mortales. 

Daniel Sancho, acusado de asesinar a un cirujano colombiano en Tailandia: «Soy culpable, pero yo era su rehén»

El juicio

Durante el juicio, celebrado a puerta cerrada en el Tribunal Provincial de Samui entre el 9 de abril y el 2 de mayo, el acusado y su equipo de defensa sostuvieron que la muerte de Arrieta se debió a un accidente durante una pelea y que el español actuó en defensa propia ante un supuesto intento de agresión sexual. La Fiscalía, por su parte, trató de probar mediante decenas de pruebas y testigos, incluida la compra de cuchillos y una sierra, que Sancho planificó los días previos el asesinato y descuartizamiento de Arrieta, de 44 años, cuyos restos fueron encontrados en varios lugares de Phangan, incluido el mar.

La causa del crimen

Ha sido la gran incógnita de un caso con un marcado carácter pasional. De hecho, en la primera bolsa que se encontró, la del tique, contenía las partes íntimas del asesinado, algo criminólogos y psicólogos han especificado en matinales televisivos que señalaría el «odio» y el «asco» que llegó a tener Sancho hacia la que fue su pareja sexual. En algunos momentos la defensa también mencionó un «estado disociado» tras la pelea previa al descuartizamiento. Teorías, en todo caso, que para el abogado de la familia del colombiano, no iban a evitar una condena. Para Juango Ospina, fue clave una pregunta del fiscal para determinar que Sancho había cometido asesinato. «El fiscal le preguntó a Daniel Sancho si pudo haber evitado la muerte de Edwin. Porque Sancho reconoce en el juicio que, tras golpearle, Arrieta se queda convulsionando. En su declaración reconoce que después le remata. Es decir, que le asesina. Esto no ha trascendido a la opinión pública. Daniel Sancho pudo haber evitado la muerte de Edwin Arrieta», apuntó a El Mundo sobre una jornada del proceso clave, vivida en el tribunal tailandés de Koh Samui.

 

El precedente de Artur Segarra

En un caso anterior, el español Artur Segarra fue condenado en 2017 por un tribunal de Bangkok a la pena de muerte por el asesinato premeditado de su compatriota David Bernat, y fue trasladado días después de la sentencia desde la prisión Bangkok Remand al penal capitalino de máxima seguridad Bang Kwang, donde continúa y se encuentran la mayoría de condenados a la pena capital.

La condena de Segarra quedó reducida a la cadena perpetua en 2020 por clemencia del monarca Vajiralongkorn, con potestad para conceder indultos y conmutar la pena capital por un castigo menor. 


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