La Voz de Galicia

Las olas gigantes de Nazaré

La Voz de la Escuela

Marcos Pérez

Que se generen alturas semejantes es fruto de la conjunción de varios factores

13 Nov 2013. Actualizado a las 10:46 h.

A finales del pasado octubre decenas de aficionados al surf en olas gigantes se reunieron en la villa de Nazaré, al norte de Lisboa. Los fuertes vientos de la tormenta San Judas prometían un oleaje épico en el mismo lugar donde unos meses antes el hawaiano Garrett McNamara cogió una ola de casi 30 metros de altura, la más grande que nadie hubiese surfeado hasta entonces. Los pronósticos se cumplieron y el mar alcanzó un tamaño tal que estuvo a punto de cobrarse la vida de Maya Gabeira, una experimentada surfista brasileña que tras caer de su tabla fue vapuleada por varias olas hasta quedar flotando inconsciente boca abajo. Su amigo Carlos Burlé logró rescatarla in extremis acercándose hasta ella en una moto de agua que luego abandonó para llevarla a nado hasta la orilla. Poco después Burlé cogería su única ola de ese día, una formidable montaña de agua que posiblemente supere el récord de McNamara. En estas competiciones la altura de las olas (la distancia en vertical desde lo alto de la cresta hasta su base) no se mide con instrumentos oceanográficos, sino que suele determinarse por el procedimiento tradicional de comparar el tamaño del surfista con el de la ola en distintas fotos y perspectivas. El proceso lleva su tiempo y el récord de Burlé, si es que al final así se determina, todavía tardará en anunciarse. Esto no quiere decir que los surfistas desprecien las aportaciones que la ciencia puede hacer a su deporte. De hecho, tanto McNamara como Burlé han pasado mucho tiempo discutiendo con los oceanógrafos del Centro Hidrográfico de Portugal en qué condiciones Nazaré produciría las olas más grandes. E incluso los surfistas más modestos recurren a las predicciones de viento y oleaje para planificar sus siguientes baños.

El mecanismo que produce las olas es bien conocido. Las corrientes de aire sobre la superficie del océano provocan pequeñas ondulaciones que se propagan en la dirección del viento. Con el paso del tiempo se van ordenando en olas cada vez más espaciadas, cuyo tamaño dependerá de la intensidad del viento que las causó, su duración y la extensión de su radio de acción. Después, el mar de fondo viaja durante días hasta que finalmente llega a la costa. A medida que la profundidad disminuye, el fondo empuja las olas hacia arriba, frenándolas y levantándolas hasta que ya no pueden sostenerse y acaban rompiendo. En Nazaré, como en otros spots de olas gigantes como Teahupoo (Tahití), Jaws (Hawái), el Banco de Cortés y Mavericks (California), este mecanismo se ve reforzado por la existencia de canales submarinos que amplifican la energía de las olas generadas por el viento. El canal de Nazaré arranca a 200 kilómetros de la costa y a casi 5 de profundidad, y acaba muy cerca de la orilla, a tan solo 50 metros de la superficie. Esta configuración del fondo oceánico permite que, en los días adecuados, olas que pocos kilómetros más al norte o al sur apenas superan los 6 metros, se conviertan aquí en inmensas paredes cinco veces más grandes.

Surf motorizado

En casi todas las fotografías de surf en olas gigantes puede verse una moto de agua. La razón es que las olas más grandes viajan también más rápido y deben surfearse en tablas más pequeñas, por lo que sería muy difícil cogerlas al modo tradicional, impulsándose con los brazos. Por ello, los surfistas entran en la ola remolcados por una moto de agua, que en caso de caída se convierte también en el único medio de salvamento posible. Algunas de estas rompientes acaban al pie de enormes acantilados, por lo que si el surfista no logra salir por el lateral de la ola se arriesga a acabar estampado contra las rocas.

Cuando todo sale mal

El surf en olas gigantes es un reporte de riesgo, pero como en todas estas disciplinas el riesgo puede calcularse. Lo más importante es conocer las propias limitaciones y saber cuándo las condiciones superan nuestra capacidad técnica. Por otra parte, es imprescindible estar preparado para lo peor, tanto física como psicológicamente. Para sobrevivir al intenso «centrifugado» que supone caer ante una de estas moles de agua el surfista debe ser capaz de mantener la calma y no ser presa del pánico. También necesita una gran fortaleza física y capacidad pulmonar que le permita aguantar la respiración bajo el agua, incluso cuando tiene que bracear para alcanzar la superficie.

Pregunta a un científico

A pesar de lo mucho que nos hacen disfrutar en verano, en esta sección hemos recibido muy pocas preguntas sobre olas. La curiosidad de los correspondientes se ha centrado en cómo se forman las olas (http://bit.ly/1ffwlte) y los tsunamis (http://bit.ly/HG4pmm) y si ha habido algún tsunami en A Coruña (http://bit.ly/1cAzy97). Resulta curioso que, viviendo en Galicia, nadie nos haya preguntado por qué el mar de fondo casi siempre llega a nuestras costas con dirección noroeste, por qué las olas más grandes se dan en otoño e en invierno o por qué el oleaje cambia tanto con la marea.

Actividades

APNEA

- Los grandes surfistas son capaces de aguantar sin respirar más de dos minutos. Sin llegar a meteros en la piscina, que puede ser peligroso, ¿cuánto tiempo eres capaz de aguantar sin respirar? ¿Aguantas lo mismo en reposo que haciendo un esfuerzo, como andar en bicicleta o bracear? ¿Qué síntomas aparecen cuando llevas demasiado tiempo sin respirar?

AGUA DE MAR

- Si hay algo a lo que estén acostumbrados los surfistas es al sabor del agua de mar, que podéis elaborar vosotros mismos con sal común (cloruro sódico) y agua del grifo que haya reposado durante unas horas para dejar evaporar el cloro.

- Antes de mirar las proporciones adecuadas de cada ingrediente, dividíos en grupos e intentad hacer agua de mar guiándoos únicamente por el sabor. Necesitaréis una balanza para pesar la sal. ¿Son muy dispares los resultados en la clase?

- A continuación documentad la concentración de sal en el océano y comprobad vuestras estimaciones. ¿Hay algún grupo cuya agua se parezca más a la del mar Muerto que a la del Atlántico? ¿Qué otros ingredientes proporcionan al agua marina su característico sabor? ¿Y su olor?