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> Moncho Núñez Centella
Tradicional carrera de caracoles en una de las pasadas celebraciones del Día de la Ciencia en la Calle

La educación ha de basarse en la experiencia vital y en la libertad de investigación

03 May 2017. Actualizado a las 05:00 h.

econozco que tengo debilidad por las carreras de caracoles. Me fascina en primer lugar esa capacidad que tienen para caminar usando un solo pie, y para hacerlo sin saltar. Es verdad que se trata de un pie capaz de muchas maniobras y que gracias a sus contracciones musculares consigue el movimiento. Ignoro la velocidad máxima que pueden alcanzar llevando la casa a cuestas, siempre suponiendo que tuvieran prisa. La bibliografía asequible, sobre todo en Internet, está llena de discrepancias y vacía de explicaciones. En algún lugar aparece que el caracol de jardín (Helix aspersa) puede llegar a alcanzar los 50 metros por hora. Lo dudo. En un concurso serio (World Snail Racing Championships) que tiene lugar en Congham (Norfolk, Inglaterra) desde hace 25 años, se registró en 1995 el récord de un caracol de esa especie que recorrió 33 centímetros en 2 minutos, lo que viene resultando unos 10 m/h. En esa prueba se preocupan de que la pista esté mojada, para incrementar el deslizamiento, pues esa es una clave. Parece que los caracoles usan el 40 % de su energía en producir la baba que se necesita como lubricante para desplazarse, y hasta se ha observado que a veces hay bichos que siguen la estela de otros, como los ciclistas en las carreras (lo que se llama el túnel de succión aerodinámico), pero en este caso para beneficiarse del camino humedecido.

 Todo esto, y mucho más, como los aspectos de entrenamiento previos a la competición (por ejemplo, hidratando a los corredores), lo saben los niños que van a participar el próximo sábado en las carreras de caracoles del XXII Día de la Ciencia en la Calle, en el coruñés parque de Santa Margarita, organizado por la Asociación de Amigos de la Casa de las Ciencias (AACC). En esa modalidad de competición, que se realiza sobre pista lisa y seca, los niños entrenadores pueden orientar a su corredor soplando con una pajita, pero sin llegar a tocarlo. Con ese soplo pretenden corregir el rumbo, si ven que los moluscos se olvidan de ir en la dirección deseada. En todas las fiestas de la ciencia que se celebran en el mundo hay carreras de caracoles, y las normas contemplan numerosas variantes, que afectan a la superficie de la pista, a la delimitación del recorrido y a la posibilidad de interactuar con los animales. A ver qué aprendemos este año.

No sé cuánta libertad les quitarán los niños con sus soplidos, pues creo que por propia iniciativa los caracoles nunca andan en línea recta, pero al fin y al cabo algo consienten, y siempre tendrían el recurso de encerrarse en sus conchas. La verdad es que uno se pregunta si los caracoles serán libres. No sabemos por qué se deciden, por ejemplo, a andar por una pista que no tiene estímulo alguno en la meta. Quizás es andar por andar. Ignoramos si correrían más viendo u oliendo una lechuga. Se podría probar esta idea para comenzar a investigar si los caracoles en libertad son libres. O poniéndolos al sol los lunes, o a la sombra, como se hace con algunos condenados. ¡Existen tantas variables que ensayar! Pero seguro que siempre son más libres que el sol cuando amanece, que era la referencia preferida de Nino Bravo, aunque sea esclavo de la gravitación y otras interacciones físicas. Parece evidente que esto de la libertad también es relativo.

Como colofón de este artículo quiero traer aquí mi cita preferida de Jean Piaget. Va por todos los amigos que son buenos educadores de la ciencia: «Es importante comprender que si el derecho a la educación implica que este supone el total desarrollo de la personalidad humana, [...] este ideal no podrá alcanzarse por ninguno de los métodos habituales. Ni la independencia de la persona que implica este desarrollo, ni la reciprocidad que supone ese respeto a los derechos y libertades de los demás pueden desarrollarse en una atmósfera de autoridad y constricciones morales e intelectuales. Por el contrario, ambos requieren con urgencia una vuelta a la experiencia vital y a la libertad de investigación, fuera de la cual cualquier adquisición de valores humanos no es más que una ilusión». Dicho queda. Qui potest capere, capiat.

 

 palabras con historia

Cuantas menos necesidades tengáis, más libres seréis

Cesare Cantú (1804-1895)

Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres

Marco Tulio Cicerón (106-43 antes de Cristo)

Solo las personas que han recibido educación son libres

Epicteto (50-138)

Nadie puede ser perfectamente libre hasta que todos lo sean

Herbert Spencer (1820-1903)

A menudo es más seguro estar encadenado que ser libre

Franz Kafka (1883-1924)

El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra

Evangelio de san Juan, VIII, 7

El que es bueno es libre aunque sea esclavo; el que es malo es esclavo aunque sea rey

San Agustín (354-430)

El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra cargado de cadenas

Jean Jacques Rousseau (1712-1778)

 actividades

1. Pregúntales a los caracoles:

¿Cuál es la forma de trayectoria más frecuente de un caracol en libertad?

 ¿Qué prefieren al andar, girar a la derecha o a la izquierda?

 ¿Andan mejor a favor o en contra del viento?

 ¿En qué tipo de superficie van más rápidos?

 ¿Influye la temperatura ambiente en la velocidad de los caracoles?

 ¿Qué líquido es mejor añadir para que se deslicen por una superficie lisa?

 ¿Cómo influye la variable luz en la velocidad de los caracoles?

 ¿Prefieren el sol o la sombra?

 ¿Corren más los caracoles de concha clara?

 ¿Prefieren andar bajo la lluvia?

 ¿Van a mayor velocidad cuesta abajo?

 ¿Cuál es la mayor pendiente que son capaces de subir?

 ¿Corren más los individuos más jóvenes?

 ¿Les gusta andar después de comer?

 ¿Andan a velocidad uniforme?

 ¿Cuánto pesa un caracol?

 ¿Qué superficie tiene su huella?

 ¿Qué cantidad de alimento comen al día?

 ¿Cuáles son sus comidas preferidas?

 

2. En la primera jornada de su drama «La vida es sueño» (1635), Calderón nos ofrece un monólogo de Segismundo, en el que el prisionero se lamenta de su falta de libertad y se compara con algunos animales y con elementos naturales. Aquí puedes ver el recitado de ese soliloquio: goo.gl/Nzd9aH

Busca, en la historia de la literatura y del arte, otras obras que nos inviten a reflexionar sobre el tema de la libertad.

 

3. Escoge, entre las siguientes expresiones, tu favorita:

 

 


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