En tiempo de despedidas
La Voz de la Escuela

Toda despedida precede a una ausencia, muchas veces dolorosa
19 Jun 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Nos vamos, y siempre que nos despedimos lo hacemos sabiendo que comienza una ausencia, que muchas veces resulta dolorosa. Este fin de curso da paso a un tiempo donde dejaremos de ver a personas que nos acompañaron y motivaron en los últimos meses. Con ellas hemos convivido, sufrido y disfrutado. Las queremos. En muchos casos (salvo que se trate de fin de un ciclo) pensamos que esa ausencia será temporal y creemos que pasado el verano volveremos a encontrarnos, felizmente. Como apunta Dickens en su cita, la esperanza del reencuentro alivia muchas veces el amargor que tiene toda despedida. Es la ventaja de las ausencias que se saben de ida y vuelta, aquellas que han comenzado tras unas palabras que en ocasiones pueden concretar el tiempo estimado del reencuentro -como un «hasta pronto», «hasta luego» y similares- o dejarlo más o menos indefinido, como en «hasta la vista». Pero queda claro que esa despedida no es para siempre.
Un mayor dolor viene asociado a la incertidumbre del regreso, al incómodo e inevitable pensamiento de que quizás quienes se han ido no volverán. Es el temor que acompaña a las despedidas de soldados que van a un frente o incluso a la partida de emigrantes, sobre todo aquellos que al marchar llevaban consigo todas sus pertenencias. Eran (todavía hay algunas) aquellas despedidas de estación o de puerto, intensas en abrazos, besos y también en lágrimas, donde el gesto de agitar del pañuelo que sacaste para enjugarlas servía luego para que pudieran seguir localizándote al aumentar la distancia de quien se iba. En nuestro cuadro de hoy sirve para representar la despedida. El pañuelo se utilizaba en otros tiempos como recurso personal del lenguaje, pues permitía enviar mensajes con discreción y era rico en simbolismos, sobre todo para iniciar una relación. De modo colectivo se usa todavía en actos públicos: el agitar de pañuelos adquiere significados concretos, como en los espectáculos taurinos, que suele manifestar satisfacción, o en las gradas del campo de fútbol, donde una pañolada implica reprobación. Pero mover el pañuelo con el brazo en alto a título individual era y es un gesto propio y casi exclusivo del adiós.
Además de los gestos existen otros instrumentos o herramientas de la comunicación asociados a las despedidas: abundan canciones y poemas. Unas y otros se hilvanan con palabras que expresan generalmente sentimientos de tristeza y de buenos deseos. La síntesis que hemos heredado de antiguo es la palabra adiós, tan emblemática que se ha convertido en un sinónimo de despedida. Etimológicamente es una contracción, que puede venir de un «a Dios te encomiendo» o de quede (o vaya) usted «a la buena de Dios», que derivó en «a la de Dios». El mismo origen tienen el francés adieu, el italiano addío, el portugués adeus y el good bye inglés, que proviene de la expresión medieval «God be with ye» (Dios le acompañe) a través de un intermedio God bwye. Pues quede dicho.
P. S. Hay muchas otras despedidas. Antiguamente (cuando había bodas porque la gente joven contraía matrimonio) se celebraban despedidas de soltero y de soltera; por separado, claro está. En ellas los amigos de él y las amigas de ella, respectivamente, se encargaban de recordar a los todavía novios las ausencias y privaciones que les reportaría su nuevo estado. Eran despedidas festivas. Hoy también las hacemos para un compañero que se jubila, que son las más alegres, pues abren la puerta a un estado jubiloso.
ipse dixit
Estos labios que saben a despedida, a vinagre en las heridas, a pañuelo de estación
Joaquín Sabina (1949)
Así vivimos, en una continua despedida
Rainer Maria Rilke (1875-1926)
No hay beso que no sea principio de despedida, ni siquiera el de llegada
George Bernard Shaw (1856-1950)
El dolor de la despedida no es nada comparado con la alegría de reunirse de nuevo
Charles Dickens (1812-1870)
Los sentimientos del hombre son siempre los más puros y los más brillantes en las bienvenidas y en las despedidas
Jean Paul Richter (1763-1825)
No pocas veces ya he dicho adiós, conozco las horas desgarradoras de la despedida
Friedrich Nietzsche (1844-1900)
No existen las despedidas entre nosotros. Allí donde estés, te llevaré en mi corazón
Mahatma Gandhi (1869-1948)
Las despedidas siempre duelen, aun cuando haga tiempo que se ansíen
Arthur Schnitzler (1862-1931)
actividades
1 La más dolorosa de las despedidas es la que va asociada a una defunción, aquella que Machado refería como la salida de «la nave que nunca ha de tornar». Un sano ejercicio de filosofía es pensar en la propia muerte. Escribe tu propio epitafio, en forma de despedida, a todas aquellas personas que crees contemplarán tu tumba.
2 La palabra «despedida» está etimológicamente asociada al latín «petere», que significa ‘impulsar’ o ‘empujar’, de donde viene que designe un acto para dejar marchar. Busca otras palabras, como «ímpetu», «petición» o «repetir», que estén relacionadas y explica su significado.
3 Existen muchas canciones que hablan de despedida. ¿Cuáles son tus preferidas en esta relación?: https://listas.20minutos.es/lista/canciones-de-despedida-379144/
4 Lee el poema de Rosalía de Castro que comienza con el verso «Adiós ríos, adiós fontes». ¿De cuántas cosas se despide Rosalía? ¿Por qué tiene que despedirse?
5 Hay unas cuantas despedidas famosas en el cine. Por ejemplo, en «El club de los poetas muertos, «Pocahontas, «El color púrpura», «Cinema Paradiso», «La lista de Schindler», «Lo que el viento se llevó», «El señor de los anillos», «ET» y «Casablanca». También, la despedida final de Lara en «Doctor Zhivago». ¿Viste alguna de ellas? ¿Cuál es tu favorita?