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Las enfermedades del invierno: por qué nos ponemos malos más a menudo y cómo evitarlo

Enfermedades

Laura Miyara

Gripe, laringitis, bronquitis, neumonía, resfriado común, otitis... En esta época del año se da una tormenta perfecta

07 Sep 2022. Actualizado a las 17:17 h.

El invierno trae consigo una serie de enfermedades que, año tras año, nos esforzamos por evitar. Casi todos hemos padecido, en algún momento de nuestras vidas, los síntomas de estas infecciones. Catarro, congestión, dolor de cabeza, fiebre o tos se vuelven más frecuentes en esta época en la que proliferan enfermedades respiratorias como la gripe, la bronquitis o la faringitis.

«Las epidemias tienen unos ciclos. Todos los años a partir de estas épocas empiezan a circular los virus sincitiales y los rinovirus. Vienen por olas que comienzan en el otoño y acaban, más o menos, en la primavera», explica Jesús Sueiro Justel, médico de familia y vocal de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (Agamfec). El frío desencadena una serie de condiciones que, en su conjunto, crean la tormenta perfecta para la reproducción de bacterias y virus. Te explicamos todo lo que necesitas saber sobre estas enfermedades y cómo evitarlas.

¿Por qué enfermamos más en invierno?

En realidad, no es que enfermemos más, sino que hay ciertas enfermedades específicas que proliferan particularmente en el clima frío. «Esto se debe a la suma de varios factores. El principal es que la mayoría de virus respiratorios estacionales se replican con mayor avidez y su cubierta lipídica es más resistente, lo que ayuda a que sobrevivan más tiempo en las temperaturas más bajas que tienen nuestras vías respiratorias altas (como la nariz, en torno a 33ºC), que es por donde suelen entrar esos virus», explica Rodrigo Santos Santamarta, integrante del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

«Otro de los factores es que, a estas temperaturas, y en estos lugares de nuestro cuerpo, el sistema inmune es menos eficaz», señala Santos Santamarta. En efecto, el aire frío tiende a inmovilizar los cilios, unos pequeños pelos ubicados en las vías respiratorias que se encargan de expulsar los gérmenes que entran al organismo por esos conductos.

Por otro lado, la permanencia en espacios cerrados y con poca ventilación suma otro escalón de riesgo. «El frío es lo que causa el hacinamiento. Lo hemos visto con la pandemia. Cuando estamos al aire libre, las enfermedades se diseminan mucho menos que cuando estamos en espacios cerrados. Cuando hace frío tendemos a estar en grupo, en espacios cerrados y con poca ventilación», observa Sueiro Justel.

«Las epidemias tienen unos ciclos. Todos los años a partir de estas épocas empiezan a circular los virus sincitiales y los rinovirus. Vienen por olas que comienzan en el otoño y acaban, más o menos, en la primavera»

Las enfermedades más frecuentes

Sobre el terreno de juego, es decir, en los centros de salud y en los hospitales, lo que se ve con mayor frecuencia en el invierno son enfermedades respiratorias infecciosas. Cuadros de bronquitis, gripe, resfriado común, catarro, faringoamigdalitis, neumonía y también otitis son algunos de los principales motivos de consulta. «En lactantes se sumaría la bronquiolitis, que tiene máxima incidencia entre noviembre y enero», dice Santos Santamarta. Pero vamos al grano porque estas son las enfermedades más frecuentes.

Gripe

Provocada por el virus de la influenza, la gripe es una de las enfermedades más comunes durante el invierno. En España, se registran cientos de miles de casos de gripe al año. Fiebre alta, dolor de garganta y cabeza, tos, mocos, dolor muscular (mialgia) y, sobre todo, una sensación de agotamiento general y cansancio que impide a la persona casi mantenerse en pie son sus síntomas más característicos, aunque también puede haber vómitos o dolor abdominal.

La mayoría de los pacientes se recuperan solos y sin necesidad de atención médica. Pero la gripe puede darse de forma más grave en pacientes inmunocomprometidos o con alguna patología crónica. Estos casos pueden requerir hospitalización, por lo que la evolución del cuadro se debe controlar de cerca. La enfermedad puede incluso llegar a ser mortal, especialmente para personas mayores de 65 años o recién nacidos.

Existen vacunas para prevenir la gripe, así como tratamientos que pueden ayudarnos a combatir sus síntomas si hemos contraído la enfermedad.

RESFRIADO COMÚN

El resfriado común es una de las enfermedades más frecuentes que se ven en atención primaria, afectando a millones de personas cada año. Suele causar congestión nasal, secreción nasal (rinorrea) y estornudos, aunque los pacientes pueden presentar también dolor de garganta, tos o dolor de cabeza, dependiendo del virus que haya causado la enfermedad. Los mocos pueden tornarse amarillos o verdes durante unos días. En adultos no suele haber fiebre, pero los niños pueden tenerla cuando cursan el resfriado.

El virus se propaga a través del aire y los síntomas comienzan a partir de los 2 días posteriores de haber tenido contacto con él. En la mayoría de los casos, el resfriado desaparece al cabo de unos días. Para tratar la enfermedad se aconseja hacer reposo, beber líquidos en abundancia para evitar la deshidratación, y consumir vitamina D.

Si los síntomas persisten durante más de una semana, lo mejor será consultar con el médico para descartar una infección sinusal, alergias u otros problemas de salud.

Faringitis

La faringitis es una infección que inflama la faringe y causa molestia o dolor en la garganta, pudiendo impedir o dificultar tragar. En la mayoría de casos, suelen estar asociadas a infecciones de adenovirus, aunque en ocasiones se pueden deber a bacterias como los estreptococos.

Cuando haya infección bacteriana, el médico indicará un tratamiento con antibióticos, mientras que en las faringitis causadas por virus las recomendaciones serán la ingesta frecuente de líquidos y la toma de analgésicos como ibuprofeno o paracetamol.

Para aliviar los síntomas de la faringitis, el Departamento de Salud de Estados Unidos aconseja hacer gárgaras varias veces al día con agua tibia con sal (1/2 cucharadita o 3 g de sal en una taza de agua), chupar caramelos duros o pastillas para la garganta y tomar líquidos fríos para reducir la inflamación.

Laringitis

La laringitis es la inflamación de la laringe, ubicada en las vías respiratorias altas (la caja de voz). Generalmente está asociada a una ronquera o pérdida de voz debida a la irritación en la zona de las cuerdas vocales.

Lo más común es que las laringitis sean causadas por virus, pero en algunos casos más excepcionales también pueden darse por alergias o infecciones bacterianas. Con frecuencia, la laringitis ocurre en conjunción con una infección de las vías respiratorias altas.

Los tratamientos de la laringitis no suelen incluir antibióticos, debido a su catalogación como enfermedad viral. Se suele recomendar el reposo vocal (básicamente no hablar más de lo necesario) para reducir la inflamación en las cuerdas vocales. También se puede indicar la toma de analgésicos para aliviar el dolor de la laringitis.

Amigdalitis

La amigdalitis es una inflamación de las amígdalas producida por virus o bacterias. Los síntomas más comunes son enrojecimiento en la zona y una inflamación de los ganglios. También pueden aparecer manchas blancas en las amígdalas. Produce dificultad para comer, fiebre, dolor de cabeza y en ocasiones pérdida de voz.

Para tratar la amigdalitis estreptocócica, se recetan antibióticos como la amoxicilina, pero, si se trata de una infección por virus, esto no será necesario y se podrá indicar la toma de analgésicos para reducir la fiebre o el dolor. Más allá de los tratamientos, algunas medidas que mejoran el cuadro son tomar agua fría varias veces a lo largo del día, chupar caramelos o pastillas para la garganta, y hacer gárgaras de agua tibia con sal.

Bronquitis

La bronquitis es una inflamación de la parte interna de los bronquios, las vías que llevan el aire a los pulmones. La enfermedad causa tos con flema, e incluye síntomas como la dificultad para respirar y la sensación de presión en el pecho. La bronquitis aguda puede aparecer asociada, a menudo, a los mismos virus que causan el resfriado o la gripe. 

El diagnóstico de bronquitis se realiza con la escucha de la respiración y las indicaciones de tratamiento incluyen reposo, consumo frecuente de agua a lo largo del día, y toma de paracetamol cuando haya fiebre. También se puede indicar la toma de medicamentos broncodilatadores que contribuyan a abrir las vías aéreas en los pulmones.

Bronquiolitis

La bronquiolitis es una inflamación de los bronquiolos, las vías aéreas más pequeñas que hay en los pulmones. Es una enfermedad generalmente viral, que afecta a niños menores de dos años. La causa más frecuente es el virus sincitial respiratorio (VSR). Más de la mitad de los bebés están expuestos a este virus en su primer año de vida.

Los síntomas de la bronquiolitis incluyen dificultad respiratoria, tos, fiebre, músculos hundidos al inhalar (tiraje) y respiración rápida (taquipnea). En algunos casos puede llegar a provocar una coloración morada de la piel en los casos más graves, debido a la falta de oxígeno. Este último es un síntoma al que se debe prestar especial atención, ya que, si ocurre, se debe acudir al médico de manera inmediata.

Los tratamientos incluyen la ingesta frecuente de líquido y las nebulizaciones para aflojar el moco.

Neumonía

La neumonía es una infección de los pulmones, generalmente bacteriana. Los alveolos pulmonares se llenan de líquido o pus, dificultando la respiración. Los síntomas incluyen fiebre, escalofríos, sudoración, tos con flema, dolor torácico que aumenta al respirar o toser, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, falta de apetito, debilidad y en algunos casos disnea (dificultad para respirar). La neumonía se confirma con una radiografía de tórax y el tratamiento consiste, cuando hay infección bacteriana, en la administración de antibióticos. 

Hay factores de riesgo para padecer una neumonía. En particular, la enfermedad afecta mayormente a niños menores de 2 años y adultos mayores de 65. Los fumadores son pacientes de alto riesgo para esta enfermedad.

Otitis

La otitis es una infección del oído que causa un dolor muy fuerte. «Cuando hablamos de enfermedades respiratorias incluimos las otitis. El oído no deja de ser parte de las vías respiratorias altas, que incluyen también a la nariz y la boca; las bajas son los pulmones. Las enfermedades de vías respiratorias altas son las faringitis, las laringitis, los catarros y también las otitis. Cuando se produce el catarro, puede aparecer un edema en la mucosa de la nariz, pero también puede afectar en la trompa de Eustaquio, que es la que comunica el oído con la nariz. Cuando esta trompa se inflama y se obstruye es cuando se producen las otitis. Se deben a una falta de ventilación del oído medio, y vienen como consecuencia de enfermedades respiratorias en el tracto superior», explica Sueiro Justel.

Es habitual, entonces, que antes de un cuadro de otitis media, haya un antecedente de catarro o faringitis.

Covid-19

«Actualmente no debemos olvidarnos de la enfermedad por coronavirus, que está aumentando la incidencia, aunque la mayoría de casos sean afortunadamente leves», señala Santos Santamarta. Efectivamente, la infección por covid-19 se encuentra entre las enfermedades del invierno. Y es que el virus de la pandemia afecta a las vías respiratorias, propagándose a través del aire en gotitas que expulsa el organismo al toser o estornudar. El frío contribuye a su propagación al hacer que pasemos más tiempo en entornos cerrados y sin ventilación, de ahí la importancia de respetar siempre las medidas que todos conocemos ya de sobra: distancia, mascarilla, higiene de manos.

Principales diferencias entre resfriado, gripe y covid

Niños y adultos

Las enfermedades estacionales pueden afectar a personas de todas las edades. «Los virus son los mismos en general, lo que varía es el cuadro clínico que producen en niños y adultos y la frecuencia con la que los afectan», explica Santos Santamarta. La influenza, los rinovirus que causan catarros, el coronavirus, el virus sincitial, la laringitis y los adenovirus que causan faringoamigdalitis son frecuentes en todos los grupos. Sin embargo, los niños están expuestos por motivos específicos a su edad y sus condiciones.

«En niños, estas enfermedades se potencian al cuadrado, porque no están tan inmunizados. Con la edad vamos adquiriendo anticuerpos y las infecciones existen, pero de forma más leve. Los niños están constantemente expuestos en guarderías y colegios, o en contacto constante con la familia. Por su condición de niños, las medidas de aislamiento son imposibles. Ese contacto es un mecanismo brutal de transmisión de enfermedades infecciosas respiratorias», señala Sueiro Justel.

«Los niños también sufren epidemias de gastroenteritis, rotavirus y otros virus intestinales. Además, están más expuestos a la otitis, porque en los niños la Trompa de Eustaquio es muy pequeñita, entonces, la facilidad de producirse otitis en ellos es superior», explica Sueiro Justel.

¿Cómo prevenir las enfermedades del invierno?

«La primera recomendación es que si hay vacuna contra una enfermedad, la pongamos, a nosotros mismos o a nuestros hijos. Luego, todas las recomendaciones que hemos visto hasta la saciedad para prevenir el covid-19, que es una enfermedad de vías respiratorias, también valen para las demás: el aislamiento, evitar el contacto, estornudar cubriendo la cara con el codo, usar pañuelos desechables, la mascarilla, y mantener una distancia de seguridad con las personas en espacios públicos», aconseja Sueiro Justel.

Se trata, sobre todo, de enfermedades que se transmiten muy fácilmente a través del aire, en pequeñas gotitas que expulsamos al toser o estornudar, o al hacer contacto con superficies en las que hayan caído las gotitas. Por esta razón, Santos Santamarta dice, «la mayor prevención que podemos tener es realizar un adecuado y frecuente lavado de manos, una buena ventilación de espacios cerrados, y evitar espacios muy concurridos».

Lo importante al hablar de prevención es que se trata de una acción comunitaria que la sociedad debe tomar en conjunto para que se vean resultados. «Tanto la gripe como otras enfermedades respiratorias, aunque sean en general benignas y tengan poca repercusión en personas jóvenes y sanas, en pacientes vulnerables, mayores, con inmunodeficiencias o patologías previas pueden llegar a ser un serio problema. Cuando hablamos de prevención, no solo estamos dando un consejo para el cuidado personal, sino para el cuidado social. Muchas personas que padecen enfermedades respiratorias las van a pasar sin mayores problemas, pero pueden transmitirlas a otras con mayor vulnerabilidad», señala Sueiro Justel.

¿Sirve abrigarse para prevenir estas enfermedades?

Según Sueiro Justel, la cantidad de abrigo no es un factor tan relevante como podríamos pensar si lo que se quiere es prevenir las infecciones respiratorias del invierno. «La relación entre el frío y las infecciones siempre fue polémica. Se llama "resfriado", pero no hay evidencia de la relación causal del frío con la infección. Seguramente influye más la onda epidemiológica y la tendencia a aglomeraciones en interiores en el invierno. Si uno tiene fiebre se abriga por la incomodidad que produce la sensación distérmica», señala.

«La relación entre el frío y las infecciones siempre fue polémica. Se le llama "resfriado", pero no hay evidencia de la relación causal del frío con la infección»

Sin embargo, sí es cierto que la menor temperatura en las vías respiratorias altas hace que sea más fácil para los virus burlar nuestras defensas y penetrar en el organismo. En este sentido, el abrigo no previene de manera directa las enfermedades, pero llevar una capa extra en la zona del cuello y la cabeza, como una bufanda o un gorro de lana, puede ayudarnos a frenar el avance de los virus con los que entremos en contacto.

Cuándo acudir al médico

Aunque siempre debemos estar atentos a los síntomas e intentar aislarnos, especialmente en el contexto de la pandemia, Santos Santamarta enfatiza que hay que prestar atención a ciertas señales de alarma. «Fiebre superior a 40ºC mantenida en el tiempo, dificultad para respirar, cefalea intensa que no responde a analgésicos habituales, o cifras de tensión arterial sistólica por debajo de 100. En caso de que se tengan estos síntomas o que se trate de una fiebre de varios días de evolución, es preciso realizar una consulta al equipo de atención primaria», aconseja.


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