Mioma uterino, el tumor de Sharon Stone: «Más de una de cada tres mujeres por encima de los 40 años pueden tenerlo»
Enfermedades
La actriz comunicó a sus seguidores en redes sociales que se someterá a una cirugía para extirpar este tumor benigno de gran tamaño
05 Nov 2022. Actualizado a las 17:47 h.
En un texto que compartió a través de sus redes sociales, Sharon Stone desveló que padece un tumor fibroide que deberá ser extirpado, por lo que la actriz de 64 años estará recuperándose y descansando durante las próximas semanas. Se trata de un problema altamente frecuente. Aunque sus causas no son del todo claras, los fibroides, conocidos también como miomas uterinos, son los tumores no cancerosos más comunes entre las mujeres en edad fértil. «Los miomas son tumores fibroides que están en el músculo uterino. Son extremadamente frecuentes y la probabilidad de tenerlos aumenta con la edad. Se estima que pueden tener un mioma más de una de cada tres mujeres por encima de los 40 años», resume la ginecóloga Raquel Oliva, de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
El diagnóstico de Stone llega tras haberse sometido a cirugías que no corrigieron sus síntomas. En su comunicado, describe un reciente intento fallido en el que fue tratada con lo que ha calificado como un «procedimiento incorrecto». Su dolor, sin embargo, persistía a pesar de estas intervenciones, por lo que pidió una segunda opinión y logró dar con el problema. «Mujeres en particular: no os desaniméis. Buscad una segunda opinión. Puede salvar vuestra vida», insiste la artista, y asegura que ahora «todo está bien».
Qué es un mioma uterino
Los miomas están formados por células musculares lisas y otros tejidos que crecen alrededor de la pared del útero. Pueden causar dolor y sangrado anormal del útero (por ejemplo, sangrado entre períodos menstruales). A veces, pueden dificultar que una mujer se quede embarazada o que retenga un embarazo. Sin embargo, la buena noticia es que estos miomas no están asociados con un mayor riesgo de cáncer uterino y casi nunca se convierten en cáncer.
Actualmente, se cree que los miomas uterinos se desarrollan a partir de una célula madre en el tejido muscular liso del útero, el miometrio. Una única célula se divide repetidamente hasta acabar formando un tumor firme y gomoso, distinto al tejido cercano. Los miomas pueden crecer de manera más lenta o más rápida, pudiendo incluso permanecer estables en su tamaño a lo largo del tiempo, o llegar a encogerse por sí solos. Esto es común con el embarazo: muchos miomas pueden reducir su tamaño después del parto, cuando el útero vuelve a su tamaño habitual.
Los miomas pueden tener tamaños variables, que van desde plántulas indetectables para el ojo humano hasta masas voluminosas que pueden modificar la estructura del útero. Este último parecería ser el caso de Sharon Stone, que reveló en su publicación en redes que su fibroide era de tamaño «grande». Es posible que una misma persona tenga varios miomas en simultáneo y, en ciertos casos, estos se pueden expandir hasta ejercer presión sobre la caja torácica.
Pese a esto, puede que los miomas no provoquen síntomas, y a menudo se los detecta en exploraciones pélvicas de rutina o ecografías prenatales. Esto se debe a que el mioma puede estar ubicado en distintas partes del tejido del útero y, dependiendo de la zona afectada, los síntomas variarán.
En este sentido, existen tres tipos principales de miomas uterinos. Los miomas intramurales son aquellos que crecen en el interior de la pared muscular uterina. Los miomas submucosos se ubican de tal forma que sobresalen hacia dentro de la cavidad uterina. Por último, los miomas subserosos se proyectan por fuera del útero. Algunos miomas submucosos o suberosos pueden ser pediculados, es decir, colgar como de un tallo hacia dentro o fuera del útero.
Síntomas
- Menstruaciones abundantes o dolorosas
- Mestruaciones que duran más de una semana
- Presión o dolor pélvico
- Sangrado entre los períodos
- Anemia
- Sensación de inflamación en la región baja del abdomen
- Necesidad de orinar frecuentemente
- Dificultad para vaciar la vejiga
- Dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia)
- Estreñimiento
- Dolor en la parte baja de la espalda
- Problemas reproductivos, como infertilidad, abortos múltiples o parto prematuro
Causas
Si bien las causas de los miomas son desconocidas, existen ciertos factores que pueden predisponer a algunas personas a padecerlos. Entre ellos se destacan las alteraciones genéticas y los factores hormonales. De este modo, los miomas pueden contener cambios en sus genes que hacen que estos difieran de los de las células normales del músculo uterino. En este sentido, el factor hereditario está presente en su desarrollo: si una madre tiene miomas, su hija tendrá un riesgo aumentado de desarrollarlos. «Hay una mutación de un gen concreto que determina que vayamos a tener miomas y fibromas en todas partes del cuerpo, pero es bastante rara. Por lo general, no hay factores de riesgo. Casi todas las mujeres por encima de los 30 años tenemos algún mioma, aunque generalmente son muy pequeños y asintomáticos», apunta la ginecóloga Amira Alkourdi.
En cuanto a las hormonas, está claro que el estrógeno y la progesterona, las dos hormonas que regulan el ciclo menstrual, pueden estar implicadas en estos procesos. En condiciones normales, ambas trabajan para estimular el desarrollo del revestimiento uterino con cada ciclo, preparando al órgano para recibir y acoger un posible embarazo. Pero estas hormonas también parecen estimular el crecimiento de los miomas.
Otros elementos que pueden contribuir a la formación de mioma son los factores de crecimiento, sustancias que el cuerpo utiliza para mantener sus tejidos. También se han relacionado con alteraciones en la matriz extracelular, el material que hace que las células se adhieran entre sí. La matriz extracelular aumenta en los miomas y los hace fibrosos. Además, almacena factores de crecimiento y causa cambios biológicos en las propias células.
La historia clínica y los hábitos de la paciente pueden también orientar el diagnóstico. El inicio de la menstruación a una edad temprana, la obesidad, una deficiencia de vitamina D, una dieta alta en carnes rojas y pobre en vegetales, frutas y lácteos, y el consumo de alcohol son algunos factores que parecen aumentar el riesgo de presentar miomas.
Tratamientos
La forma de actuar frente a un mioma dependerá principalmente de los síntomas que presente la paciente. «Como es un tumor tan frecuente, la extirpación porque sí no está recomendada. Solamente hay que tratar los miomas cuando producen síntomas importantes que afectan a la calidad de vida de la mujer. Porque la mayoría son pequeñitos, o pueden estar situados en una zona en la que no hacen daño», explica Oliva.
«No se suele tratar un mioma situado en la superficie del útero, que es el mioma subseroso, porque aunque crezca mucho, no produce síntomas a la paciente en la mayoría de los casos, va creciendo lentamente y simplemente ocupa el espacio de la tripa y la mujer puede no percatarse de que lo tiene. Otra cosa son los miomas que están más cerca de la membrana interna del útero, la mucosa que se llama endometrio, que normalmente dan más síntomas, como sangrado menstrual abundante o sangrado fuera de la menstruación, o incluso dolor. Porque en esos casos, el útero se intenta contraer como si quisiera expulsarlo. Hay casos en los que las mujeres incluso paren el mioma, porque el útero identifica que tiene algo dentro que tiene que expulsar y produce contracciones para conseguirlo. Ese tipo de miomas submucosos, aunque sean pequeños, pueden dar muchos síntomas», detalla la doctora Oliva.
«Vamos a necesitar tratamiento cuando el mioma se apoye en la cavidad uterina y provoque sangrados muy abundantes, o bien cuando tengan un tamaño importante y provoquen una compresión. Por ejemplo, si está en la pared del útero, puede provocar compresión en la vejiga. Y si está en la parte posterior, puede provocar dolor en las relaciones sexuales», apunta Alkourdi.
¿Qué se hace en esos casos? Puede haber tratamientos hormonales, como insertar un DIU, por ejemplo. «Cuando un tratamiento de los síntomas, que pueden ser anticonceptivos para limitar el sangrado, no logra controlarlos, nos planteamos la intervención quirúrgica. Pero esta intervención quirúrgica no es la misma si la mujer tiene cumplido su deseo de tener hijos o si no lo tiene. Porque cuando nos planteamos operar un mioma, si ese útero lo vamos a necesitar después para gestar, vamos a hacer una miomectomía, quitar solo el mioma. Y esa técnica la podemos hacer preferentemente por vía histeroscópica. Metemos una camarita dentro del útero y, a través de la cavidad uterina, con una cirugía muy sencilla que incluso a veces se puede hacer en la misma consulta con anestesia, conseguimos resecarlo. La recuperación es mucho mejor», explica la experta.
Sin embargo, «si el mioma es muy grande y está afectando no solo con sangrado sino con dolor, y la mujer ya tiene sus hijos, el tratamiento que nos planteamos normalmente es la histerectomía: quitar el útero. Porque normalmente, cuando hay un mioma, suele haber una tendencia a que vuelvan a crecer. Puede haber miomas pequeños que no detectemos en la cirugía y que luego crezcan. Entonces, extirpamos el útero y solemos quitar las trompas, porque se cree que son las precursoras de una parte importante de los cánceres de ovario. Entonces, las quitamos para disminuir el riesgo de cáncer de ovario, pero respetamos los ovarios, y la mujer va a seguir teniendo sus hormonas aunque no tenga la regla. Va a mantener sus ovulaciones y su ciclo hormonal», aclara Oliva.
Posibles complicaciones
«Aunque los miomas uterinos por lo general no son peligrosos, pueden causar molestias y pueden llevar a complicaciones como una disminución de los glóbulos rojos (anemia), que causa fatiga, debido a la pérdida excesiva de sangre. En raras ocasiones se necesita una transfusión debido a la pérdida de sangre», indican desde la Clínica Mayo.
El embarazo también es una etapa para prestarle especial atención a estos tumores ya que, si bien en muchos casos no interfieren con el proceso de gestación, pueden darse problemas como la infertilidad o la pérdida del embarazo. Tener miomas aumenta el riesgo de sufrir desprendimiento de placenta y de tener un parto prematuro; además, el crecimiento del feto podría verse restringido, por lo que los controles en esos meses son fundamentales.
Mioma y sarcoma
En ocasiones, los tumores que aparecen en el útero no son miomas benignos sino sarcomas, un tipo de cáncer que pone en riesgo la vida de las pacientes. Esta distinción es fundamental. «Cuando vemos un crecimiento muy rápido y el tumor tiene unas características radiológicas que nos hacen sospechar, vamos a pedir una prueba complementaria, generalmente, una resonancia magnética. Menos del 2 % son malignos», explica Alkourdi.
«Los tumores no se transforman en sarcoma, son desde el principio malos. Esto es importante, porque el sarcoma es un tumor de mal pronóstico y, si supiéramos qué mujeres tienen riesgo de que su tumor sea un sarcoma, podríamos operarlas desde el principio. Pero en la actualidad no sabemos distinguir cuál es un mioma benigno y cuál es un tumor malo. Y estamos buscando en investigación maneras de detectar si ese tumor puede ser maligno. Se están investigando ahora análisis de sangre que permitan detectar fragmentos que se asocien a que el tumor pueda ser maligno», señala Oliva.
«Los sarcomas dan muchos síntomas, producen sangrados fuertes, mucho dolor. Si la paciente comienza con alteraciones en el patrón de sangrado o con dolor importante, es bueno que acuda a una revisión para evaluar si es conveniente proceder a una extirpación», aconseja.