Silvia Antolín, oncóloga: «Haciendo ejercicio la tolerancia a los tratamientos es mucho mejor»
Enfermedades
La experta ha participado en un nuevo estudio que examina los hábitos de las pacientes de cáncer de mama
10 Nov 2022. Actualizado a las 17:14 h.
El cáncer de mama es el más prevalente entre la población femenina en todo el mundo. Si bien la supervivencia a cinco años es sumamente elevada, es cierto que se trata de una enfermedad en la que puede haber recaídas. Por eso, es fundamental encontrar aquellos factores que pueden disminuir el riesgo de que las recidivas ocurran, y descubrir qué pueden hacer las pacientes para prevenirlas.
En este sentido, hacen falta estudios que determinen el impacto de factores como los hábitos saludables y el estilo de vida en la supervivencia de este tipo de tumores. Estas investigaciones enfrentan un doble desafío. Primero, es necesario realizar estudios observacionales que caractericen los comportamientos de las pacientes actualmente. Y en segundo lugar, a partir de los resultados de estos estudios, será posible identificar áreas en las que se puedan hacer recomendaciones para potenciar no solo la supervivencia sino la calidad de vida de estas personas.
Esto es lo que está llevando adelante la investigadora y oncóloga Silvia Antolín, del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña (Chuac). Junto a investigadores del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), pertenecientes al Centro Nacional de Epidemiología (CNE) y al Área de Epidemiología del CIBER (CIBERESP), Antolín ha participado en un estudio que explora el grado de seguimiento de las recomendaciones de hábitos saludables frente al cáncer de mama en las supervivientes. Entre estos consejos se encuentran la realización de ejercicio físico frecuente y ciertas pautas alimentarias.
Lo que la investigación ha revelado es que hay, en general, una baja adherencia a algunas recomendaciones, como la de limitar el consumo de carne roja y procesada y mantener una dieta rica en fibra. Los resultados del trabajo señalan que el cumplimiento global de las recomendaciones es menor en supervivientes con mayor nivel educativo y en mujeres con familiares de primer grado con cáncer de mama. Así, solo un 12 % de las supervivientes examinadas cumplieron con la recomendación de limitar el consumo de carne roja y procesada, y un 22 % lograron consumir al menos 30 gramos diarios de fibra, mientras que el 73 % de las participantes alcanzaron el consumo recomendado de frutas y verduras. Antolín valora para La Voz de la Salud estos datos y nos ayuda a entender qué significado tendrán para el futuro del cáncer de mama.
—¿Qué se sabe sobre el impacto del estilo de vida en las pacientes de cáncer de mama?
—Poquito. En cuanto a la alimentación y el estilo de vida y su impacto en la supervivencia del cáncer, no tenemos estudios para demostrar eso. Hemos hecho un estudio observacional. Tomamos a pacientes diagnosticadas de cáncer de mama frente a otras personas no diagnosticadas de cáncer y hemos hecho una comparación de los hábitos de vida y de cómo pueden influir en el comportamiento de la enfermedad. Pero no podemos sacar conclusiones de que una vida sana o una dieta equilibrada va a aumentar la supervivencia una cierta cantidad de meses, esto es solo descriptivo. Sin embargo, llevar una vida saludable es bueno para las pacientes, llevan mejor los tratamientos. Y hay algunos datos de que pueden retrasar una recaída.
—¿Cuál es la importancia de estos estudios observacionales?
—Nos valen para generar hipótesis de trabajo y para generar otros estudios. Por ejemplo, con el consumo de alcohol, podemos ver cómo van las pacientes que consumen alcohol durante el tratamiento con respecto a las que no consumen alcohol, estudiar su tolerancia al tratamiento. Si podemos sacar resultados de que van mejor con un tratamiento determinado o con otro, mejor. Pero es solo un estudio que nos permite sacar hipótesis, no sirve para sacar conclusiones.
—Hablemos de las recomendaciones para las supervivientes. ¿Qué es lo más importante a tener en cuenta después del tratamiento?
—Actualmente, en general, no solo en cáncer, la gente se cuida mucho. Y está demostrado que una vida saludable, con la práctica de ejercicio, evitando alimentos tóxicos como el abuso de grasas, y otros hábitos como el tabaco, mejora la supervivencia en general. Ha aumentado la esperanza de vida por estos motivos, por el tipo de vida. Y en ese sentido, las pacientes de cáncer se adhieren a esas recomendaciones. En la consulta siempre les decimos que es muy bueno llevar una vida activa y hacer ejercicio, porque la tolerancia a los tratamientos es mucho mejor. Hay datos de que esto ayuda a evitar una recaída. Las pacientes que lo hacen se encuentran mejor y la tolerancia tanto a las hormonas como a la quimioterapia es mejor. Es algo que ya estamos haciendo, evitar que la paciente fume, lograr que no tome alcohol, que haga vida sana, son recomendaciones para mejorar la calidad de vida.
—¿Qué información deberían saber pacientes y familia sobre estilo de vida?
—Las pacientes de cáncer de mama pueden mejorar siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud de hábitos de vida saludables, dieta sana, ejercicio. Lo básico. Evidentemente, las pacientes que no siguen estas recomendaciones llevan peor los tratamientos, y su calidad de vida durante todo el período es peor.
—¿Por qué no siempre se cumplen esas recomendaciones?
—Todo el mundo tiene sus problemas. Hay que contextualizar la vida de las pacientes a nivel familiar, laboral, social. Muchas pacientes diagnosticadas de cáncer de mama son despedidas de sus trabajos, dejan de trabajar. Además, cuidan a gente. Las pacientes de mediana edad, que es cuando el cáncer de mama es más frecuente, entre los 50 y los 65 años, generalmente tienen hijos a cargo, padres mayores a cargo, y aún encima, ellas están enfermas. Si sumas a todo eso las posibles dificultades económicas porque dejan de trabajar, si les decimos que tienen que hacer ejercicio y cuidar la dieta nos dirán: "Oye, ya tengo bastantes problemas como para dedicarme a esto". Las pacientes que tienen una vida más acomodada, más soporte, nivel sociocultural más alto, son las que más se cuidan y siguen las recomendaciones dietéticas adecuadas, y evitan los tóxicos.
—¿Qué se está investigando en cuanto a tratamientos para este cáncer?
—Lo interesante es que cada vez conocemos más sobre la enfermedad en cuanto a sus subtipos biológicos. En cáncer de mama hay varios subtipos que se comportan de manera diferente. Actualmente, tenemos terapias dirigidas para cada uno de ellos. Sí que hay algunos subtipos un poquito más huérfanos, pero que, actualmente, se están investigando, y ya tenemos en la práctica clínica medicamentos para aumentar la supervivencia. Y por otro lado, el diagnóstico precoz con pruebas de screening, que se hacen a las personas entre los 50 y 65 años, está avanzando. Y la conciencia del cáncer de mama a nivel social ha hecho que la mujer ante cualquier cambio en su mama consulte de una manera rápida y se diagnostique de forma precoz la enfermedad. En eso se ha avanzado.
—Una de las grandes preocupaciones tienen que ver con respecto a la desfiguración que se produce con ciertas terapias. ¿Veremos tratamientos menos invasivos a futuro?
—Sí, esto ya es una realidad. Actualmente disponemos, en el cáncer de mama luminal, que es hormonodependiente, de plataformas genómicas que nos dicen qué pacientes van a necesitar quimioterapia o no. Con esto, desde hace ya varios años, salvamos a las pacientes de recibir tratamientos tóxicos cuando no los necesitan. El estudio genómico del tumor nos permite no poner quimioterapia en un gran número de pacientes actualmente. Y dar solamente el tratamiento hormonal, que evita los problemas y las toxicidades asociadas a la quimioterapia. En otros subtipos de la enfermedad, en otros contextos, como la enfermedad metastásica, también tenemos cada vez más terapias dirigidas, que tienen menos efectos secundarios a nivel general, porque la quimioterapia se deposita exactamente en la célula tumoral a través de estas dianas específicas, con lo cual, disminuimos esa toxicidad. Actualmente hay un gran número de pacientes que están recibiendo tratamiento oncológico que no tienen esos efectos que deforman y empeoran su calidad de vida, su físico, o que causan caída de pelo. Esa toxicidad la estamos evitando de forma importante.