La Voz de la Salud

Los riesgos inmediatos del consumo de cocaína: «Vemos un aumento de los casos de ictus e infartos en jóvenes»

Enfermedades

UXÍA RODRÍGUEZ LA VOZ DE LA SALUD
La cocaína en forma de sal (clorhidrato de cocaína) o «cocaína en polvo» es la segunda droga ilegal de consumo más extendido en España

Una neuróloga, un cardiólogo y un psiquiatra experto en adicciones analizan los daños al organismo de la segunda droga ilegal más consumida

05 Feb 2023. Actualizado a las 17:33 h.

La cocaína es la segunda droga ilegal más consumida en Europa, solo superada por el cannabis. Según el informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, España es el país con más prevalencia de consumo de esta sustancia y, aunque los perfiles son muy variados, se concentra en jóvenes de entre 15 y 34 años. Facilitar la diversión, la desinhibición, la comunicación, las relaciones, la prolongación y la intensificación de la fiesta... Son algunas de las «cualidades» detrás de este psicoestimulante y anestésico local. La cocaína es una de las drogas más potentes y produce daños muy importantes en el organismo, desde ictus a infartos, pasando por muerte súbita o trastornos psicóticos. 

Tiene efectos a medio y largo plazo, pero el consumo de cocaína también puede tener consecuencias mucho más inmediatas. A todo eso, le acompaña su potencial adictivo. Tampoco hay que olvidar que el alcohol intensifica las consecuencias nocivas de la cocaína.

Cerebro

La consecuencia final del consumo de cocaína en el cerebro es que se produce una vasoconstricción intensa, esto quiere decir que los vasos se hacen más pequeños y se altera el flujo sanguíneo cerebral. «Cuando se consume cocaína se produce una alteración en los neurotransmisores y se altera la recaptación de unas sustancias que conocemos como simpaticomiméticos. Además, se aumenta la sensibilidad que tienen determinadas terminaciones nerviosas a sustancias como la adrenalina o la noradrenalina, lo que aumenta de manera brusca la tensión arterial. Así, cambia la capacidad de autorregulación del flujo sanguíneo cerebral. También se altera la recaptación de la serotonina, en particular lo que ocurre es que se inhibe esa recaptación y se aumentan los niveles la esa serotonina. Esto también contribuye a que aumente la vasoconstricción», explica Mar Castellanos, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología y jefa de Servicio de Neurología del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña.

¿Las consecuencias de ese proceso? «La cocaína, por un lado, aumenta el riesgo de provocar un ictus isquémico por ese aumento de tensión arterial ya que con esa vasoconstricción llega menos sangre al cerebro; pero por otro lado, el aumento mantenido de la tensión arterial favorece que se rompan esas arterias y, por tanto, supone un mayor riesgo de hacer ictus hemorrágico», resume la neuróloga que, además, no duda a la hora de responder a la pregunta de si el consumo de cocaína ha aumentado los casos de ictus en jóvenes: «Sí, vemos un aumento de los casos de ictus en jóvenes debido al consumo de cocaína. Está claramente reconocido como uno de los factores de riesgo para sufrir un ictus en gente joven. En el hospital, cuando llega un paciente con un ictus y tiene una edad avanzada, no se suele hacer de rutina una determinación de tóxicos y, sin embargo, en pacientes jóvenes eso se hace de manera habitual porque el consumo de cocaína es una de las causas claramente reconocidas que aumenta el riesgo de padecer ictus, sobre todo, por debajo de los 55 años».

El consumo de cocaína tiene como efecto una inhibición en la recaptación presináptica de dopamina, adrenalina, noradrenalina y serotonina, y un aumento de aminoácidos excitadores (aspartato y glutamato), que serán los responsables de la aparición de los síntomas característicos de hiperactivación en el organismo.

Mar Castellanos también explica el por qué esta droga llega de forma tan rápida al cerebro y, por lo tanto, tiene ese impacto en el sistema nervioso central. «La mayoría de los usuarios de cocaína la consumen por vía intranasal. Esta droga tiene una particularidad porque es una sustancia muy liposoluble, atraviesa muy bien los vasos y la mucosa nasal está muy vascularizada, hay muchas arterias pequeñas. De este modo, como la cocaína tiene mucha facilidad de paso a través de esa pared arterial, llega de forma rápida y sencilla al torrente sanguíneo. Claro, llega desde la mucosa nasal, que está muy cerca del cerebro», resume la experta.

La principal vía de administración de la cocaína es por inhalación y eso hace que el organismo absorba fácilmente la sustancia, llegue rápido al cerebro y que sus efectos aparezcan a los pocos minutos tras ser consumida (aproximadamente en 2 o 3 minutos). Esos efectos duran, como máximo, una hora. Después aparece el bajón de forma brusca.

Corazón

Son muchas las investigaciones que han concluido que el número de infartos y anginas de pecho asociados a esta sustancia han aumentado en los últimos años. Se ha descrito que el riesgo de infarto agudo de miocardio es 24 veces superior al normal en los primeros 60 minutos tras el consumo.

«El consumo de cocaína produce varios efectos. Aumenta la tensión arterial, aumenta el consumo de oxígeno por parte del corazón, aumenta la frecuencia cardíaca y produce vasoconstricción de las arterias coronarias y de todo el cuerpo. Y también puede afectar a la agregación plaquetaria y llevar a una trombosis plaquetaria, de forma que eso ocasiona síndromes coronarios agudos. Fundamentalmente, infarto agudo de miocardio, pero también puede producir otras anormalidades como arritmias, bloqueos, fibrilación ventricular y parada cardíaca, por múltiples mecanismos que actúan a nivel celular, tanto por bloqueo de canales de sodio como de aumento de la disponibilidad de calcio intracelular. Y al final, por aumento de la actividad simpática. Fundamentalmente, esos son los efectos que produce», explica Andrés Íñiguez, presidente de la Fundación Española del Corazón.

El cardiólogo, al igual que ya contó la neuróloga Mar Castellanos, confirma que «siempre hay que sospechar de un consumo de cocaína cuando ingresa un paciente con infarto agudo de miocardio y tiene menos de 30 años. Así que cuando los eventos agudos se dan en jóvenes, ese consumo es la primera sospecha que debemos tener como causa, por todos sus efectos y mecanismos sobre el corazón».

El experto insiste en que el riesgo está desde el primer consumo y que no hay una relación directa entre dejar de consumir y dejar de tener riesgo de sufrir eventos cardiovasculares, porque el efecto negativo puede durar entre dos o tres semanas aunque, «evidentemente, en las primeras 12 horas después del consumo es cuando más riesgo se acumula de tener eventos cardiovasculares».

«Los casos de infarto que están asociados a personas que consumen o han consumido cocaína son infartos más graves, porque son más extensos, tienen más arritmias y tienen peor pronóstico que los casos de infarto en pacientes que no tienen un consumo de cocaína. Además, la mortalidad es superior, pasando del 2 % al 8 % en pacientes con un infarto cuando hubo consumo de esta droga. Las visitas a Urgencias por consumo de cocaína representan entre 12 y 40 casos por cada 100.000 urgencias y de estas, aproximadamente, un 10 o 20 % fueron por complicaciones cardiovasculares», asegura el que también es jefe del Servicio de Cardiología del Complexo Hospitalario de Vigo.

Además, el consumo simultáneo de cocaína y alcohol presenta algunas particularidades en lo que se refiere a la alteración cardiaca. La producción de un metabolito único, el cocaetileno, resulta especialmente peligroso, al producir una mayor afectación sobre el músculo cardíaco, y aumentar la vida media de la cocaína en nuestro organismo en 2,5 veces.

Complicaciones médicas

Neurológicas

Psiquiátricas y comportamentales

Cardiovasculares

Otras complicaciones

Adicción

La cocaína es una droga con elevado potencial adictivo y su consumo continuado conlleva la aparición de dependencia. Se estima que alrededor del 4% de los consumidores de cocaína desarrollarán una dependencia de la cocaína al cabo de un año del inicio del consumo.

«La cocaína actúa sobre el sistema de recompensas, que es una parte del cerebro que tenemos para fomentar conductas que nos ayudan a sobrevivir como individuos y como especie: la alimentación, las relaciones sexuales, las actitudes gratificantes. Y a través del sistema de recompensas, cualquier droga actúa reforzando esa conducta. En las fases iniciales predomina el placer, pero estas fases se van acortando cada vez más en el tiempo y la persona tiene que consumir más asiduamente porque el placer es menos duradero, hasta que, al final, el consumo es más para evitar los efectos desagradables de no consumir, que para buscar ese placer, porque se agota el sistema», explica el psiquiatra Hugo López, expero en conductas adictivas.

Hay varios neurotransmisores involucrados. Está el sistema gagbaérgico, el sistema glutamatérgico, dopaminérgico, el de endorfinas, el de opiáceos endógenos, también el sistema endocannabinoide. La cocaína produce gran liberación de dopamina de manera muy potente. El efecto es muy intenso y la fase que viene posteriormente es de agotamiento, cansancio, fatiga, síntomas depresivos muy intensos.

El psiquiatra asegura que lo que provoca la cocaína, en este sendido, es una activación anímica, «euforia, disforia, que es un estado de mal humor, moverse de un sitio a otro sin hacer nada concreto, aumento de las ganas de mantener relaciones sexuales. En casos extremos, una persona puede estar más desconfiada, con ideas delirantes, alucinaciones auditivas y síntomas psicóticos. No le pasa a todo el mundo, pero no es extraño que un usuario de cocaína experimente estos síntomas psicóticos marcados, como los que puede tener una persona con un trastorno mental severo, precisamente por esa descarga dopaminérgica tan intensa».

Fases del síndrome de abstinencia a cocaína

FASE I: ABSTINENCIA AGUDA O CRASH

Aparece tras 6-12 horas y dura hasta 4 días; hundimiento psíquico y físico con reducción progresiva del deseo de droga (craving).

FASE II: ABSTINENCIA RETARDADA

Duración de 1-10 semanas; reaparece un gran deseo de droga.

FASE III: EXTINCION INDEFINIDA

Duración indefinida; extinción con crisis esporádicas de craving y situaciones condicionantes con peligro de recaída.

 

 

 


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