Mariano Roselló Barbará, urólogo: «Los fumadores son un grupo de riesgo para la disfunción eréctil»
Enfermedades
El cirujano acaba de recibir uno de los premios internacionales más prestigiosos por sus cuatro décadas de trayectoria colocando prótesis de pene y por la invención de un dispositivo que ayuda a insertarlas
15 May 2023. Actualizado a las 10:09 h.
¿A cuántas personas conoces que tengan disfunción eréctil? Lo más probable es que sean más de las que piensas. Porque, si bien afecta a cerca de la mitad de los hombres en algún momento de la vida, nadie habla de ella. Se trata de uno de los problemas de salud más estigmatizados e invisibilizados. Sin embargo, existen soluciones para estas disfunciones que van desde el tratamiento farmacológico hasta las prótesis de pene, que aumentan su grosor y longitud de manera instantánea, en el momento en que la persona así lo desea. El doctor Mariano Roselló Barbará acaba de ser galardonado con el mayor reconocimiento en esta cirugía urológica a nivel internacional, el premio Brantley Scott Award of Excellence. Lleva más de cuatro décadas dedicado a colocar este tipo de prótesis y ha realizado cerca de 2.000 intervenciones, llegando a diseñar una herramienta específica para operar en ciertos casos de disfunción eréctil. En conversación con La Voz de la Salud, repasa la historia de esta invención que ha mejorado las vidas de miles de personas, y explica cómo funcionan y cuándo se utilizan las prótesis.
—¿En qué casos están indicadas las prótesis de pene?
—Las prótesis de pene son la cúspide de la pirámide de tratamientos para la disfunción eréctil. Primero, hay que hacer un diagnóstico correcto y probar con todas las medicaciones que tenemos en el mercado, por vía oral, inyectable o cualquier otra. Si la patología que el paciente presenta es consecuencia de otra enfermedad que tiene, como por ejemplo, la diabetes, o una neuropatía o una obesidad que contribuyen a producir una disfunción eréctil, en algunos de esos casos, la última solución es la prótesis de pene, que termina con el problema de la falta de erección. También hay tratamientos quirúrgicos que pueden provocar una disfunción eréctil, como en el cáncer de colon, en el cáncer de vejiga o el cáncer de próstata. Hay algunas de estas patologías graves que tienen que ser operadas y en ese proceso, se puede lesionar de forma involuntaria la actuación neurológica o vascular de la irrigación al pene y estas personas quedan con este efecto adverso. Estos individuos realmente sufren mucho, tanto ellos como sus parejas. Porque ellos no pueden ofrecer una relación sexual estable y adecuada, y sus parejas se sienten inhibidas de pedir sexo a este hombre que no está bien, que tiene un problema.
—¿Cómo es el perfil de los pacientes?
—La persona más joven a la que le hemos puesto una prótesis tenía 20 años. Fue después de un accidente de tráfico que le había lesionado el área pélvica y genital. Hemos puesto prótesis en personas de 84 años, hemos tenido seis o siete casos de personas de esa edad a las que, teniendo una vida normal y sin ninguna patología importante, la edad les ha conducido a tener esta disfunción eréctil. Lo más frecuente es ver pacientes de entre 50 y 75 u 80 años. Porque a esa edad se manifiestan estos problemas si has tenido otras patologías o has estado en situaciones de riesgo, como es el caso de los grandes fumadores, que tienen una falta de oxígeno en los cuerpos cavernosos del pene, o aquellos que han tomado alguna medicación o drogas que puedan afectar a la circulación. No olvidemos que la falta de erección no es más que un problema circulatorio: no llega la sangre que toca o, si llega, se va enseguida, entonces, no existe una erección suficientemente duradera como para iniciar, mantener y terminar la relación sexual satisfactoria. En estos grupos de riesgo podemos incluir a los diabéticos, a los que tienen fuga venosa, y a los que han realizado alguna de las operaciones que provocan, como efecto secundario, disfunción eréctil.
¿Cómo funciona la prótesis de pene?
«Las prótesis de pene tienen la capacidad de aumentar tanto circunferencial como longitudinalmente cuando se activan. Son sistemas hidráulicos que llevan un reservorio con suero salino, que va junto a la vejiga, en el espacio paravesical derecho e izquierdo, un sistema de bombeo que va en la bolsa escrotal y dos cilindros, que van uno en cada cuerpo cavernoso del pene. Cuando el paciente desea tener la erección, tiene que activar el sistema de bombeo a través de la bolsa del escroto y el implante se activa, alargando en longitud y aumentando en circunferencia», explica el doctor Mariano Roselló Gayá, hijo del galardonado Roselló Barbará, que ha seguido los pasos de su padre y se dedica a colocar prótesis junto a él.
La prótesis «está hecha con un sistema de malla entrelazada de bioflex y silicona, que tiene elongabilidad tanto longitudinal como circunferencial. Cuando entra líquido dentro del cilindro, se amplía hasta dos centímetros en cada sentido», apunta Roselló Gayá.
«Cuando el hombre se desviste, el pene cuelga como cualquier otro de manera normal. Cuando la persona quiere tener una erección, lo que hace es pulsar sobre el sistema de bombeo. Bombea una vez y a la segunda, ya se van poniendo rígidos los cilindros. Si continúa bombeando, van aumentando en su grosor y longitud. A la hora de dar la relación sexual por acabada, lo que hace es buscar el mismo sistema de bombeo y apretarlo en otra parte, donde hay un botón para desactivarlo. Con la presión de la piel y exprimiéndolo un poco con la mano, vuelve a quedar colgando como estaba anteriormente», detalla el especialista.
¿La ventaja? «Se recupera la espontaneidad en la relación sexual y la posibilidad de tenerla donde quiero, cuando quiero y con quien quiero. No me tengo que preocupar de si he tomado la medicación en el momento correcto, si he comido una comida copiosa y la medicación no tiene tanto efecto, del componente psicológico, el miedo de ejecución», afirma Roselló Gayá.
La colocación de la prótesis, que se realiza bajo anestesia locorregional, con una noche de estancia hospitalaria y una o dos semanas de recuperación, es 99,9 % segura. «El único riesgo de estas cirugías es la infección, pero la tasa de infecciones en nuestro centro es 0,8 % en pacientes no diabéticos, y 1,5 % en pacientes diabéticos. Hay muy pocas prótesis que tengan unas tasas de infección tan bajas. Eso, en parte, es debido a que los implantes vienen recubiertos de antibiótico que se va liberando en el posoperatorio inmediato, durante las dos a tres semanas siguientes a la operación, o bien los embebemos en antibiótico y este se va liberando de esa misma forma», dice el experto.
Entre seis y ocho semanas después de la cirugía, el paciente puede volver a tener relaciones sexuales. «Es muy curioso, hay pacientes que no tienen pareja estable y que, una vez operados, reanudan su vida sexual y sus parejas no se dan cuenta de que lleva un implante. Ellos lo pueden activar de una manera disimulada y tienen eyaculación, orgasmo y fertilidad completamente normales», observa Roselló Gayá.
—Las prótesis actuales son modernas y discretas, ¿cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Se desarrollaron para los casos en los que fallan otros tratamientos?
—En realidad, es al revés. En 1973, en el Congreso Americano de Urología, presentaron un trabajo sobre 30 prótesis puestas en gente que no tenía ninguna posibilidad de tener erecciones, porque unos eran parapléjicos, y otros tenían patologías ya irreversibles. En esa época, todavía no se diagnosticaba la razón de esos problemas, pero sí se sabía que no tenían erección. Entonces, se inventaron estas prótesis. Esto es más antiguo que la medicación para esos problemas. Porque en el año 73, los tratamientos que había eran vitaminas, mejorar las otras enfermedades que los pacientes pudieran tener, y buenos hábitos. Muchas veces, mandaban a la gente al psicólogo, porque se consideraba que en alguien de 30 años la causa era un tema psicológico. Si bien es verdad que la disfunción eréctil desencadena un sufrimiento muy grande en la persona y su pareja, no siempre está causada por problemas psicológicos. Y en el año 1998 fue cuando apareció el viagra. Ese fue un producto que amplió el campo de la consulta, porque la gente lo empezó a conocer. Su descubrimiento fue absolutamente fortuito, porque el laboratorio estaba preparando este fármaco para los problemas cardíacos y venosos en el pulmón y, cuando requisaron a los pacientes que habían participado en este estudio, todos los pacientes hombres dijeron: «Déjame un par de píldoras, que desde que las tomo tengo mejores erecciones».
—Por cierto, enhorabuena por haber recibido el Brantley Scott Award of Excellence. ¿Qué destaca al pensar en su trayectoria en este campo de la medicina?
—Yo llevo 48 años de médico y 41 años poniendo prótesis de pene, desde 1983. Y estoy activo. Mañana por la mañana opero un caso de esos difíciles. Brantley Scott fue el inventor de la prótesis hidráulica de pene y era un hombre muy inventivo. Su fundación premia a las personas que han contribuido al estudio y a la innovación de esta área. Yo, en 1983, inventé el cavernotomo de Roselló, que es un instrumento que nos permite operar los casos en los que hay fibrosis en el pene, es decir que prácticamente no llega sangre. Esto permite operar y poner una prótesis, y el paciente vuelve a recuperar su erección.
—¿Cómo funciona este instrumento que ha diseñado?
—El cuerpo cavernoso del pene tiene dos partes, la derecha y la izquierda. Debajo, está la uretra. Los cuerpos cavernosos son estructuras vasculares a las que tienen que entrar entre 150 y 170 centímetros cúbicos de sangre por segundo para tener una erección. Después, tienen que entrar entre ocho y diez centímetros cúbicos por segundo para mantenerla. En ocasiones, por traumatismos, patologías, tabaquismo o lesiones quirúrgicas, el cuerpo cavernoso, en vez de permitir que entre esta sangre, se cicatriza interiormente, es decir, se fibrosa, y no puedes entrar ni con unas tijeras. Entonces, yo inventé esta lima que permite ir raspando esas partes fibróticas y haciendo el espacio interno lo suficientemente ancho como para poder implantar una prótesis. Además, el postoperatorio es mucho mejor, porque no se produce dolor. En medicina, todo lo que cause tensión, produce dolor. Pero en este caso, eso no ocurre y se ha beneficiado mucha gente que ha tenido que operarse en ese sentido.
—¿Hay algún caso en particular que recuerde de todos sus años en este campo?
—El caso particular es, curiosamente, un caso general: la separación. He visto muchas separaciones por disfunción eréctil. Tengo muchos casos recogidos en este sentido.
—¿Qué recomienda para cuidar la salud sexual masculina?
—Lo importante es que quien empiece a tener una pérdida progresiva de la calidad de la erección debe acudir a un especialista que sepa diagnosticar este problema. Una pérdida de la capacidad de erección no es siempre un problema normal de la edad ni psicológico. Pero suele haber una falta de diagnóstico y eso es un obstáculo muy importante. Antes de tomar medicación, hay que tener un diagnóstico correcto. Porque si no, se pueden cometer importantes errores.