La Voz de la Salud

Enrique Domínguez, pancreatólogo: «Cualquier ingesta alcohólica, aunque sea puntual, es tóxica para el páncreas»

Enfermedades

Cinthya Martínez La Voz de la Salud
Enrique Domínguez es experto en páncreas.

En el marco del 56 Congreso del European Pancreatic Club (EPC), que él mismo lidera, se exponen los retos que supone abordar tanto esta, como otras enfermedades que afectan al páncreas

29 Jun 2024. Actualizado a las 10:53 h.

El Auditorio de Galicia acoge hasta hoy el 56 Congreso del European Pancreatic Club, que reúne en Santiago a médicos y científicos expertos en páncreas de todo el mundo, donde se están presentando avances de investigación que se han dado en las patologías que afectan a este órgano. Está presidido por el doctor Enrique Domínguez, jefe del servicio de Aparato Digestivo del Área Sanitaria de Santiago de Compostela y Barbanza.

—¿Cuáles son las patologías que afectan al páncreas más frecuentes en consulta?

—El páncreas es un órgano muy especial. La causa más frecuente de ingreso hospitalario en el Servicio de Aparato Digestivo es la pancreatitis aguda. Además, uno de los tumores con peor pronóstico es el de páncreas. Tenemos la dudosa característica de tener enfermedades muy frecuentes y muy graves. Luego hay otro tipo de enfermedades como la inflamación crónica (pancreatitis crónica), que está relacionada con el consumo de alcohol y tabaco, aunque no sea excesivo.

—¿Qué es la pancreatitis aguda?

—Un cuadro de dolor abdominal agudo e intenso que obliga a ir a urgencias. Una inflamación como puede darse en cualquier órgano, pero el páncreas tiene una característica muy especial: está cargado de enzimas digestivas. Eso hace que la pancreatitis aguda, en algunos casos, se trate de una enfermedad grave. Incluso puede llegar a ser mortal. Por suerte, la mayoría evolucionan bien. En nuestro medio es la causa más frecuente de ingreso hospitalario en el Servicio de Aparato Digestivo y el origen más frecuente, con mucha diferencia, son los cálculos biliares Suponen cerca de 350 casos al año.

—¿Cómo le influye al páncreas nuestro estilo de vida?

—El páncreas tiene dos grandes enemigos: alcohol y tabaco. Cuanto más se bebe y cuanto más se fuma, mayor es el daño al que estamos sometiendo al páncreas. Pero personas que tienen un consumo de alcohol que podemos considerar como «normal» socialmente y que no son grandes fumadores, tienen alto riesgo de desarrollar una inflamación crónica del páncreas. Un cuadro totalmente distinto a la pancreatitis aguda porque lo que hace es producir dolor de estómago. Si queremos cuidar el páncreas, lo ideal es cero alcohol y tabaco.

—Un consumo de alcohol «normal» a pie de calle, no lo es para la comunidad médica.

—No. Sobre todo, si hablamos del páncreas. En otros órganos puede ser distinto, cada uno tiene su sensibilidad. También hay que tener en cuenta la predisposición genética de cada persona, pero no la sabemos. En nuestra Unidad de Páncreas del CHUS tenemos en seguimiento más de mil pacientes con pancreatitis crónica. Muchos de ellos han desarrollado la enfermedad con consumos de alcohol considerados «normales». Si le preguntas al paciente, te dice solo toma una copa de vino en las comidas y poco más. Tampoco son grandes fumadores; te dicen que sobre cinco cigarrillos al día. Pero la combinación sigue siendo mala.

—¿Y si no se consume alcohol diariamente, pero sí en el fin de semana?

—Lo que nosotros llamamos bebedor de fin de semana, un perfil muy nocivo también. Cualquier ingesta alcohólica, aunque sea puntual, es tóxica para el páncreas. De hecho, no es infrecuente que un sujeto, después de haber cenado y haberse tomado varios licores, desarrolle una pancreatitis aguda; simplemente por un consumo elevado de alcohol en un momento dado.

—El cáncer de páncreas no es el más diagnosticado, pero sí el más letal.

La situación en Galicia es similar a la de España y la de España es similar a la del resto de Europa. Con muy pocas diferencias entre países, es la cuarta causa de muerte por cáncer en el mundo occidental. A pesar de ser el octavo o el décimo en frecuencia, es el cuarto de peor pronóstico.

—¿Cuáles son las problemáticas actuales a la hora de hablar de cáncer de páncreas?

—La problemática es doble. Por un lado, el número de casos no deja de aumentar. Hay muchos tumores que están disminuyendo su incidencia; no sucede con el de páncreas. Se prevé que para el 2030, sea la segunda causa de muerte por cáncer. No podemos decir que siempre sea mortal, pero sí es una enfermedad con un pronóstico peor que la inmensa mayoría de los tumores. El segundo punto, el aumento de incidencia en jóvenes. Hace veinte años se daba en personas mayores, ahora hay gente de treinta años con cáncer de páncreas.

—¿Cuál es la medida de edad a la hora del diagnóstico?

—Lógicamente, sigue siendo más frecuente en personas mayores. Pero como media, podemos estar hablando alrededor de los 60 años. Lo que nos llama mucho la atención es encontrarnos con una persona muy joven que pueda tener un tumor de estas características. Eso era algo que no se veía y ahora sí. De hecho, muchas de las guías clínicas que elaboran algoritmos para el tratamiento de este tipo de pacientes, siempre ponen la edad como punto de corte. Ahora va a tener que cambiar, porque el hecho de ser joven no implica que no pueda tener este tipo de tumores; aunque lógicamente la probabilidad es mucho menor que en población de edad avanzada. 

—¿Existen factores de riesgo que puedan llevar a padecer un tumor en el páncreas?

—Es muy difícil, en cáncer en general y en el de páncreas en particular, conocerlo. Son múltiples y el efecto de cada uno por separado es pequeño, y algunos no se pueden modificar, como la genética. Podemos decir que fumar tiene una asociación clarísima, pero existen estudios que han demostrado que una vida sedentaria y una dieta no saludable también pueden tenerla.

—Y a la hora de abordarlo, ¿qué tratamientos existen?

—Hay buenas expectativas de futuro, pero es muy complejo de tratar. El páncreas está protegido por tejido fibrótico que hace muy difícil que los fármacos habituales de quimioterapia lleguen al tumor en unas concentraciones suficientes para poder ser tan eficaces como en otro tipo de tumores. Por otro lado, tiene una biología muy especial y variable de unos sujetos a otros. La clave es el diagnóstico precoz; dar con el tumor en una fase que sea operable.

Con todo, si el tumor no lo diagnosticamos a tiempo para poder ser intervenido quirúrgicamente, seguimos teniendo opciones. Dar quimioterapia antes de la cirugía para reducir el tamaño del tumor y después intervenir quirúrgicamente al paciente. Ese es uno de los tratamientos habituales que utilizamos. Es más, aunque el tumor fuera todavía más grande, es decir, que no esperamos respuesta directa de quimioterapia, actualmente estamos empezando a utilizar terapias distintas, avanzadas y locales. En Santiago somos el primer centro en Galicia que hemos empezado a utilizarlas. Un ejemplo es la aplicación directa en el tumor de sustancias radiactivas, como el fósforo 32. 

—¿Qué síntomas pueden llevar a ese diagnóstico precoz?

—El principal, el dolor. El problema es que se da en la parte alta del abdomen. La clave es sospechar que ese dolor que parece de estómago, no lo es. No suele tener que ver con la comida. Así como la pérdida de peso involuntaria, sin hacer dieta y en poco tiempo. Pacientes que no eran diabéticos y que desarrollan esta patología. Si además adelgazan, es sospechoso porque un paciente de diabetes tipo 2 suele tener sobrepeso. No tiene por qué ser un cáncer, pero nos hace sospechar de que algo está pasando con el páncreas. Y cuando el tumor infiltra la vía biliar, se da ictericia; es decir, el paciente se pone amarillo. Todo depende de la localización del tumor.


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