La Voz de la Salud

Cuando tu cuerpo está despierto y tu cerebro dormido: «Al menos yo soy un sonámbulo obediente»

Enfermedades

Sofía Berardi La Voz de la Salud
Ilustración de un sonámbulo durante una caminata.

Rubén Pérez nos cuenta su historia y dos neurólogos despejan incógnitas sobre este trastorno del sueño, desde el «peligro» de despertarlos hasta la existencia del sonambulismo sexual

10 Jul 2024. Actualizado a las 13:13 h.

Si es sonámbulo, evite ver películas de acción por la noche. «Literalmente me tiré de la cama. Fue una vez que vi Piratas del Caribe antes de dormir. Soñé que iba en un barco en llamas y me tiré al agua. Me desperté en el suelo», cuenta Rubén Pérez de uno de los episodios más recordados. «Ya no me asusto porque lo tengo supernormalizado», añade el gallego.

Tiene 25 años y forma parte del 1-2 % de las personas que fueron sonámbulas de niños y continúan experimentándolo de adultos. Por eso, alrededor de su cama no hay objetos peligrosos. Para su fortuna, y la de sus padres, que lidiaron con sus caminatas nocturnas desde pequeño, Rubén es un sonámbulo obediente. Mientras vivían con él acostumbraban dormir con la puerta abierta, por si había que correr a detenerlo. 

Al principio se chocaba contra todo, pero asegura que fue evolucionando. «Como sonámbulo soy muy independiente, pero también obedezco. Mi madre me decía: “Rubén, vete para la habitación”. A lo mejor iba caminando hasta el salón, encendía la televisión para seguir viendo lo que había visto por la tarde y en cuanto escuchaba a mi madre decirme que me fuera, me daba vuelta y me iba a dormir. Ahora me pasa bastante y desde que tengo pareja me entero mucho más, ella es quien me dice “has hecho esto o lo otro”. De todas formas, hago vida normal». 

¿Qué sucede en el cerebro de un sonámbulo?

«Vida normal», sí, pero el sonambulismo está tipificado como un trastorno del sueño dentro de un grupo denominado parasomnias, en concreto dentro de las parasomnias del sueño no REM. Según la National Sleep Foundation, en España lo padece entre el 1 y el 15 % de la población. «El término parasomnias significa "despertar incompleto", aunque se desconoce la fisiopatología del mismo. Durante los episodios el cerebro de estos pacientes está dormido en sueño profundo, aun así es capaz de realizar actividades que haría despierto como caminar o hablar», explica el neurólogo Pablo Vicente, del hospital Álvaro Cunqueiro.

Las personas que no tenemos patologías nos movemos en dos estados: la vigilia y el sueño. Por el contrario, los sonámbulos están en un limbo. «Hay gente que está en un estado intermedio. En muchas ocasiones estando dormidos, en vez de despertarse de golpe como nos pasa a la mayoría, se despiertan en este limbo y ahí es cuando emergen o surgen las conductas del sonámbulo. Parece que están despiertos, se levantan, andan, mueven las manos, incluso algunos pueden vocalizar cosas que se entienden, por lo tanto el cuerpo está despierto, pero el cerebro está dormido», explica el neurólogo Emilio Gómez, responsable de la unidad del sueño del hospital Ruber Juan Bravo de Madrid.

 

Las principales problemáticas: no descansar, el riesgo de saltar por la ventana y el sonambulismo sexual

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A nivel cerebral no les provoca ningún daño, pero los neurólogos detectan dos problemáticas principales que padecen quienes sufren de parasomnias. «Si estas conductas son muy fuertes por la noche, el cerebro no descansa del todo, no es una noche de sueño profundo. Muchos sonámbulos no se dan cuenta que lo son porque duermen solos y nadie les dice qué hacen, por lo que a veces la única queja es que están cansados», expresa Gómez, y continúa: «Pero la mayor problemática del sonámbulo, y eso es un problema muy importante, es que en medio de estas conductas puede abrir la puerta y salir de casa, puede abrir la ventana y tirarse, porque no es dueño de sus actos». 

Rubén suele deambular con los ojos abiertos, es capaz de mantener conversaciones y responder preguntas fáciles, pero se despierta con las que son más complicadas. Aunque se ha vestido equivocadamente para «ir a trabajar» un domingo a las tres de la mañana, no llega al punto de salir de su casa. Dice que en temporadas de estrés su sonambulismo se intensifica. 

«Nunca hice nada extraño de esto que he escuchado por ahí, que la gente se va a la calle o se pone a cocinar. De hecho, mis padres me decían “a ver si tenemos suerte y te pones a limpiar”. Nunca corrieron con esa suerte», expresa Rubén entre risas. 

Según Pablo Vicente, se cree que el sonambulismo puede tener una base familiar y genética. «Ciertos factores pueden desencadenar estos episodios, los más frecuentes son las alteraciones en la rutina diaria, en la higiene del sueño o estímulos que podrían generar un despertar mientras el paciente duerme, como los ruidos o el contacto físico», dice.

 

Cuando compartía piso y estaba justo en temporada de exámenes, a Rubén le sucedió durante tres días seguidos. «En uno de ellos estaba soñando que tenía que avisar de algo a un compañero», recuerda el joven, y completa la anécdota: «Entonces abrí dos puertas, crucé un pasillo largo y me quedé justo delante de la habitación de un compañero, pero sin entrar, parado modo fantasma, dando muy mal rollo. Mis compañeros de piso estaban despiertos porque yo había hecho mucho ruido, había chocado con la puerta, la había abierto, había chocado con la otra, la había abierto. Pensaron que iban a robar, estaban súper asustados. Uno de mis compañeros, que estaba al fondo del pasillo, abrió la puerta y de repente me vio súper tenebroso, enfrente de la puerta de mi otro compañero. Me llamaron varias veces y a la tercera me desperté. No me acuerdo cómo llegué, pero sí que me dolía el tobillo por las dos patadas que le había dado a las puertas antes de llegar a estar ahí. Una parte de mi cerebro sigue ahí y como estoy con los ojos abiertos, yo sigo viendo, todavía me parece curioso».

Quienes atraviesan aisladamente el sonambulismo no suelen consultar al médico, pero hay quienes lo presentan casi semanalmente, incluso casi cada noche, en esos casos requiere un tratamiento médico. «El primer abordaje normalmente es cuidar conductas e higiene del sueño, porque, aunque ya hemos dicho que tiene un condicionamiento genético, hay muchos factores que disparan los episodios. Por ejemplo, privarse de sueño, dormir pocas horas o tomar alcohol. Y en caso de que eso no sea suficiente, existen fármacos que controlan el sonambulismo», asegura Emilio Gómez.

En el caso del alcohol, aunque no se sabe muy bien cuál es el principio, el sonambulismo se dispara. «Una de las hipótesis es que el sonambulismo se dispara en determinadas fases muy concretas del sueño. Y parece ser que el alcohol altera las estructuras internas del sueño y favorece esas fases en las cuales se dispara el sonambulismo», concluye el neurólogo.  

Sonambulismo sexual  

Hay muchos mitos sobre el sonambulismo: uno de ellos es que no se puede despertar al sonámbulo porque podría generarle un daño interno como un paro cardíaco, y otro de los más novedosos es el sonambulismo sexual. 

El primero es una exageración. El neurólogo Emilio Gómez argumenta que no está recomendado despertarle bruscamente o zarandear porque podría integrar eso en su sueño y responder con golpes. «Ese mito viene derivado de algo que sí que es real y sí que es cierto. Y es que por los estudios que se han hecho, el sonámbulo suele estar soñando con algo que le persigue o que le ataca y él intenta huir de eso. Es posible que en medio de ese fragor de la batalla, de que le están persiguiendo, pues se ponga muy nervioso o empiece a manotear y a lo mejor te pueda dar algún golpe o él mismo se pueda dar un golpe y al final acaba en un forcejeo desagradable». En esta misma línea, Pablo Vicente, añade que «lo recomendable es redirigir a la persona a la cama sin alterarla, ya que no suelen tener problema en continuar durmiendo con normalidad. En caso de despertarlo podemos provocar una reacción violenta, confusión y ansiedad, dado que no comprenden lo que está ocurriendo».

Por otra parte están las sexsomnias, que no solo ocurren en las ficciones. «Es algo totalmente real. Todavía no está tipificado dentro de los trastornos del sueño. El sonámbulo sale fuera de la cama y hace conductas de todo tipo: está descrito comer, intentar abrir ventanas, golpear mobiliario u objetos, y también está descrito tener conductas sexuales con uno mismo o con el acompañante de cama en medio de ese sonambulismo. Y a eso se le llama la sexsomnia».

«En la literatura están descritas las sexsomnias, que están dentro del grupo de las parasomnias. Así se denomina cuando una persona estando dormida mantiene conductas sexuales inapropiadas e inhabituales durante el sueño y al día siguiente no es consciente ni recuerda haberlas realizado», expresa por su parte Vicente, aunque es un poco más escéptico: «No obstante esta entidad es infrecuente y es muy difícil realizar su diagnóstico».

El problema con las sexsomnias es que, sin querer, la persona puede llegar a dañar a su pareja. De detectar este tipo de comportamientos, los profesionales aconsejan que «lo primero en ese caso es consultar con el médico, porque aquí ya no solo hablamos de que el paciente pueda dañarse, sino que puede dañar, incluso sexualmente, a la pareja, porque el paciente está dormido y no es dueño de sus actos. Lo recomendable es alejarse y no favorecer la conducta. En estos casos solemos recomendar ponerse en manos de los especialistas e iniciar tratamiento», concluye Emilio Gómez.

 

Cómo detectar y afrontar un episodio de sonambulismo 

Aunque las personas sonámbulas tengan los ojos abiertos, sean capaces de levantarse, caminar y realizar otras actividades, no las hacen exactamente igual que si estuvieran despiertas. Normalmente mantienen la mirada perdida, no responden a estímulos externos, están confusos y al día siguiente no suelen recordar el episodio. La duración varía según el individuo. 

  1. Mantener un entorno seguro: asegurarse de que no haya objetos peligrosos alrededor de la cama. Esto minimiza el riesgo de accidentes durante los episodios de sonambulismo.Mantener puertas y ventanas bien cerradas para evitar que el sonámbulo salga de casa o se haga daño al intentar abrirlas.

  2. Rutinas de sueño consistentes: seguir una rutina regular de sueño y mantener una buena higiene del sueño. Los cambios en la rutina pueden desencadenar episodios de sonambulismo.

  3. Evitar el alcohol: su consumo puede alterar las fases del sueño y favorecer el sonambulismo, por lo que es mejor evitarlo.

  4. Redirigir suavemente: en caso de encontrar a un sonámbulo deambulando, guiarlo de vuelta a la cama sin despertarlo bruscamente para evitar reacciones violentas o confusión.

  5. Monitoreo del estrés: puede intensificar el sonambulismo, por lo que durante períodos de estrés, es crucial tomar medidas adicionales de seguridad y manejo del sueño.

  6. Informar a la pareja o compañeros de casa: es útil que las personas que viven con el sonámbulo estén informadas y sepan cómo actuar durante un episodio para mantener la seguridad.

 


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