¿Nos compensa tener redes sociales? «Vamos a aprender a cogernos vacaciones de ese mundo»
Salud mental
Ian Mackay, portero del Deportivo, es el último caso que cierra sus perfiles sociales para protegerse, una tendencia que crece y que los psicólogos creen que se debería naturalizar
18 Jun 2023. Actualizado a las 21:15 h.
La persona que escribe estas líneas ha recibido alguna vez comentarios inapropiados en las redes sociales. Si usted es usuario de Twitter, Instagram, TikTok o Facebook, probablemente haya vivido también experiencias desagradables. Le preguntamos a Begoña Albalat, psicóloga, divulgadora y docente de la Universidad Internacional por su experiencia. «No, pero a muchos pacientes, imagínate...», se apresura a decir. Inmediatamente de negar malas experiencias, se toma un segundo de reflexión: «No que yo que recuerde. Seguramente, sí, pero no lo recuerdo». Y, de nuevo, una pausa. «Bueno, alguna vez sí. En realidad, ahora que empiezo a pensar, algún mensaje inadecuado, inapropiado o fuera de tono, sí», acaba por admitir.
Llevamos unos 20 años conviviendo con las redes sociales. Plataformas como Fotolog (primero) o Tuenti (después) desembarcaron en la vida de muchos adolescentes, de esos que hoy conocemos como millennials, sin manual de instrucciones. En el 2023, este entramado de conexiones virtuales son ya una parte importante de nuestras vidas. ¿Pero cuál es el balance tras dos décadas de redes sociales?, ¿prima lo positivo o lo negativo?, ¿hemos mejorado? En definitiva, ¿nos compensa tenerlas?
Quizás, el último ejemplo que ha acaparado más atención haya sido el del portero del Deportivo de La Coruña Ian Mackay. El futbolista de 36 años —millennial de pura cepa— cerró sus redes sociales tras el partido de vuelta del play-off de ascenso a Segunda División ante el Castellón. Tuvo una muy mala actuación y los aficionados no se lo perdonaron. Le insultaron —a él y a su familia— y decidió cerrar sus redes sociales. Es el último, pero ni mucho menos el primero. El actor Tom Halland, el también futbolista Nico Williams, la cantante Lana del Rey, Clara Chía (protagonista indirecta, aunque podríamos decir directa, de toda la polémica entre Shakira y Piqué)... Todos ellos han tomado esta decisión para preservar su salud mental.
Tras dos décadas conviviendo con las redes sociales, cada vez son más las personas que optan por esta solución temporal o definitiva. ¿Es este 'éxodo digital', —Víctor Amat, también psicólogo opta por el término de 'excedencia sociovirtual por motivos personales'—, la única manera que hemos encontrado para protegernos?, ¿es recomendable abandonar las redes sociales?, ¿toca rendirse?, ¿es el camino que cada vez más personas acabarán tomando irremediablemente? Puede que sí. Y no pasa nada.
Salir dando un portazo
Puede que el ejemplo del portero de Deportivo parezca distinto. Al final, es un personaje público al que le ha tocado vivir en un ecosistema tan visceral como el del fútbol. Pero esto no es algo inherente a la fama. Miles de anónimos deciden cada día abandonar las redes sociales porque, sencillamente, no les compensa.
La Confederación Española de Centros Educativos (CECE) lanzó un estudio en el que concluía que un 27 % de los jóvenes entre 12 y 18 años insultaba a sus conocidos o amigos a través de las redes sociales. El Instituto de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Igualdad, cuantificó que el 79,8 % de las jóvenes españolas ha sufrido acoso a trasvés de esta via. «Por supuesto los haters y los trolls están en todos lados, solo que en Internet evidentemente están más respaldados. La gente es más violenta dentro de un coche porque está dentro de un coche. Como estoy en mi casa detrás de una pantalla, me puedo permitir ser más explícito en la violencia», compara Albalat. ¿Pero es dejarlas la solución adecuada?
Tal vez, ver que una persona se cierre sus redes sociales pueda resultar, en cierto modo, dramático. Fuera del mundo virtual, podría equipararse a cuando alguien decide abandonar una discusión dando un portazo, dejando al resto de personas de la habitación en medio del silencio. Y eso nos hace sentir incómodos. Y tal vez por eso le demos más trascendencia de lo que debería; por eso se nos queda, en muchas ocasiones, mal cuerpo cuando vemos que alguien se va. Pero Begoña Albalat apuesta por naturalizar esta escapada a la francesa. «Creo que lo que ha hecho este futbolista es muy razonable. Cuando no puedo más, descanso. Lo más importante en las redes sociales es que tú seas capaz de tomar decisiones sobre ellas y no al revés y, a partir de ahí plantearnos preguntas, ¿cuánto las uso? ¿a lo mejor me quiero tomar un tiempo de descanso de redes?», adelanta la psicóloga y divulgadora.
Albalat no solo lo naturaliza, sino que lo considera sano. Y, sea una retirada definitiva o no. «Yo creo que sí va a pasar cada vez más. Vamos a ir haciéndonos, por decirlo de alguna manera, más radicales. Creo que vamos adquirir la capacidad tomarnos un descanso de este mundo, como unas vacaciones de las redes sociales», explica.
Uso y abuso de las redes sociales
Salvo colapso tecnológico global, difícilmente volveremos a ver un mundo sin redes sociales, nos guste más o menos. Por eso adquirir herramientas para saber convivir con ellas parece la apuesta más inteligente. Y sí, una de ellas puede ser tomarse una excedencia por un tiempo.
«En las redes sociales tenemos una identidad virtual diferente, una identidad que hace cosas diferentes a la persona que eres cuando estás fuera de ellas. Puede estar más o menos desvirtuada; puede ser más o menos realista; pero aún así sigue siendo una identidad virtual que no eres tú», dice Albalat. La pregunta sería, ¿cuál de esta identidad es nuestra personalidad real y cuál no lo es? La realidad es que ninguna es más real que la otra: «En realidad, las dos son tú, pero una se da en la vida real y otra en la virtual. Creo que el peligro está cuando pasas más tiempo en tu identidad virtual que en tu identidad real, que es lo que pasa muchas veces con la población adolescente. Si miras el tiempo de uso de los dispositivos de los adolescentes, es común encontrarse ocho horas de uso al día. Aquí es donde empieza a aparecer el problema. Creo que a nivel de salud mental, el problema no está tanto en tenerlas o no tenerlas. Pero sí creo que a veces hace falta borrarlas un tiempo para aprender a re-usarlas. La clave está muchas veces es plantearme cómo las utilizo, qué importancia les doy en mi vida y qué importancia doy a la información que viene desde ahí o comparto. Si haces un uso excesivo, las redes sociales generan mucha ansiedad, porque la información está muy sesgada».
Una reflexión
«Veo en TikTok adolescentes con 3 o 4 millones de seguidores. Creo que es muy importante que cuenten con un apoyo psicológico. Yo echo la vista atrás y recuerdo cómo para mí ya era una lucha poder gestionar la presión que podía sentir por los comentario de mi clase. ¿Cuántos eramos? ¿25 o 30 personas? ¿Cómo se gestiona que 400.000 personas hagan comentarios sobre tu vida en un vídeo?», reflexionaba Alicia González, psicóloga, para La Voz de la Salud en este reportaje.
Las heridas de los padres, sangran en los hijos. También en las redes sociales.
El aumento de los suicidios en adolescentes —principalmente en mujeres jóvenes— mantienen una relación estrecha con las redes sociales. Sin embargo, cuando a Begoña Albalat se le pregunta por una valoración, que nos diga, en su opinión, qué tal usamos las redes sociales, no pone el foco sobre los jóvenes de la generación Z, sino sobre los millennials. «Pienso que los adolescentes no cuentan», dice. Le preguntamos por qué.
«Estamos aprendiendo. Creo que las utilizamos peor de lo que lo haremos, creo que estamos mejorando. También es cierto que las redes sociales van evolucionando pero creo que cada vez hay más conciencia social. Y en mi opinión es la generación millennial la que sale peor parada, porque todo esto les llegó sin manual de instrucciones. Los adultos del futuro tendrán una mejor gestión de las redes porque ya han nacido con ellas», dice. Le insistimos; ¿por qué excluye a los jóvenes de esta ecuación si es obvio que están pagando el pato? Nos aclara que, probablemente, estemos errando el tiro. Porque si están fallando, ¿de quién es la responsabilidad —que no culpa—?
«Creo que están sufriendo porque los adultos no han sabido enseñarles acerca de esto. Los adultos de hoy en día ya están preparados para tener una conversación con sus hijos sobre ITS, por ejemplo, porque eso ya se lo han enseñado en el colegio. ¿Pero podría un adulto millennial tener una conversación sobre un uso responsable y adecuada de las redes sociales? Uf, eso es más difícil. En eso están muy desamparados. No es que haya poca información, pero la gente no ve un peligro, aunque es cierto que se está empezando a hablar cada vez más, a raíz del ciberbullying y del aumento de suicidios. Si los adultos empiezan a poner el foco, al menos será un primer paso para incorporarlo al sistema educativo», expone. Recuerda que los millennials, hoy padres, siguen cometiendo errores de bulto como exponer a sus hijos de manera abierta en sus perfiles. «Hay un porcentaje importantísimo de imágenes de menores de edad que se exponen un páginas web pedófilas que están sacadas directamente de las redes sociales de sus padres. Esto lo hacen los millenniall, los Z creo que tienen más conciencia. Pero son jóvenes, y con la juventud va asociada la impulsividad, el exponerte más. Habría que comparar a los Z cuando tengan 35 años», dice.
Víctor Amat, también psicólogo y que cuenta con la experiencia de tener 43.000 seguidores en Instagram, no tiene tan claro si llevar la educación en redes a los colegios tendrá un efecto protector. «Yo creo que ya se hace educación sobre redes sociales. Pero también es verdad que el hecho de que nos prevengan sobre algo no impide que dejemos de hacerla. Esto pasa con la violencia, con la violencia machista, con los trastornos de la alimentación... Por más información que se da de eso, a veces incluso es contraproducente». Le preguntamos a Amat si ese mensaje no es demasiado pesimista, a lo que responde: «Es pesimista si vemos la tecnología como algo perverso. Y yo creo que no es así. Creo que a veces hay abuso, pero creo que también muchas veces sucede que es un problema de las expectativas que nos hemos generado. Gente que se decepciona. Pero es que eso es inherente a la vida. Y si no es eso, será otra cosa, y luego de eso, otra cosa». «Los humanos somos gilipollas per sé», dice entre risas.
¿Dejar o no dejar las redes? Esa es la cuestión
Aunque las redes hayan venido para quedarse, la decisión es tuya. Si las redes te hacen mal —sea cual sea el motivo— y la única razón por la que permaneces en ellas es por el FOMO de perderte cosas, tal vez deberías reflexionar. Si te apetece irte, vete, porque es una herramienta y siempre podrás volver. Y si vuelves, no debes sentir vergüenza por haberte 'arrepentido' de tu decisión, por mucho que la gente te pueda hacer algún comentario con ánimo de ser hiriente del tipo «¿pero tú no habías dejado las redes sociales?».
«Las cosas predecibles nos provocan más tranquilidad que lo impredecible. Hay gente a la que los cambios de opinión les generan incluso ansiedad. Pero si este portero del Deportivo o cualquier otra persona decidiese volver, también sería un ejemplo. No tienes que elegir entre tener todo y no tener nada. Puedes tener todo y, de vez en cuando, descansar, que al final es el uso más saludable. O dentro del propio día, yo puedo tener todas las redes sociales y tener un uso consciente. Dedicarles una parte de mi tiempo diario y luego las dejo. Y el resto de mi día, no estoy en redes. Esto sería lo ideal, donde incluso lograríamos que las redes nos aportasen cosas muy positivas», asegura la docente del centro valenciano, que recuerda que estas plataformas son un instrumento fantástico para conectar comunidades que puedan estar viviendo situaciones o tener afinidades similares a las tuyas.
¿Sabías qué?
La mayoría de los adolescentes cuentan con dos o tres cuentas de Instagram. Uno de los trabajos que se hacen en psicoterapia es que solo se quedan con una de ellas, preferiblemente aquella en la que se cuente con una comunidad más sana.
Del mismo modo, si no dejas las redes sociales porque sientes que estás renunciando a esos followers que tanto te ha costado conseguir, párate un segundo. Si la única razón por la que estás en ese mundo es para no perder esos seguidores que has ido acumulando, es la red social la que te está dominando a ti y no al revés. Si te quieres ir, vete, puede ser saludable. Pero piensa que lo más importante es adquirir herramientas para lidiar en un mundo que ha venido para quedarse.