La Voz de la Salud

Víctor Amat, psicólogo: «En la vida te puede ir muy bien siendo una persona introvertida»

Salud mental

Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD
Además de terapeuta, Victor Amat es profesor colaborador en instituciones como la Generalitat de Catalunya, la Universidad Autónoma de Barcelona o la Universidad Ramon Llull.

El experto defiende que «quererse a uno mismo» pasa por aceptarnos tal como somos: «Cuando la gente sabe que es borde e intenta dejar de serlo, se esfuerza tanto en ser amable que se cabrea mucho más»

28 Nov 2023. Actualizado a las 17:14 h.

 «La sociedad, el sistema o la familia nos ha obligado a dar una cara de nosotros mismos que sea muy eficiente o maravillosa. Y cuando no presentamos esa cara, de alguna manera nos invitan mejorar nuestra autoestima para ser más como los otros quieren que seamos». Son palabras de Víctor Amat, psicólogo y psicoterapeuta. Según él, nos dicen que tener una valoración positiva de nosotros mismos sirve para afrontar la vida con éxito y ser maravillosos ante nuestros ojos y los de los demás, pero si esa fuese la clave, todos llegaríamos a la tan ansiada felicidad. Por eso, nos invita a salir de ese círculo vicioso. Lo hace acompañado de la publicación de su nuevo libro Autoestima Punk (Vergara, 2023). 

—¿Cómo saber si estamos contentos o descontentos con nosotros mismos?

—Creo que uno siempre sabe cuando está contento o descontento consigo mismo. Creo que la cuestión más importante es por qué tengo que cambiar para estar más contenta conmigo misma. Además, cambiar de una manera que, a lo mejor, no me está apeteciendo. Creo que eso es lo que más daña nuestra autoimagen. Es como decir que para poder estar contento conmigo mismo debería de ser de una manera que no he sido nunca. Y en vez de estar cada vez más contento, estás cada vez más descontento, porque te alejas de ti mismo para poder querer ser algo que no vas a llegar a ser nunca. 

—¿Crees que insistimos en cambiar nuestra forma de ser para «mejorar» esa autoestima?

—Claro. Imaginemos que a una persona que es tímida le hacen creer que si es extrovertida, tendrá mejor autoestima y, que si es tímida, es porque la tiene peor. Lo que sucede es que esa persona empieza a esforzarse en ser de una manera que no será nunca. Va en contra de su esencia. Cuando en realidad, en la vida te puede ir muy bien siendo introvertida, no hace falta cambiar forzosamente. Hay que aprender a ser feliz tal y como eres. Puede que intentes con todas tus ganas ser el amo de la fiesta y no lo consigas porque siempre hay uno que es mejor que tú en eso. Y no pasa nada. 

—¿Qué es, entonces, quererse a uno mismo?

—Creo que quererse a uno mismo es sentirse razonablemente cómodo con cómo es uno.

—¿Razonablemente?

—Sí, porque contento del todo nunca vas a estar. Creo que el simple hecho de ser humano es, precisamente, nunca estar contenta del todo con cómo eres. Creo que uno alcanza la paz en el momento en el que dice: «Bueno, estoy razonablemente contento de cómo soy y dejo de luchar por cosas que son quimeras y que no van a llegar nunca». 

—En el caso de que me de cuenta de que algunos rasgos de mí mismo no son positivos, ¿debería cambiarlos o también debería aceptarlos?

—Vamos a poner un ejemplo. Una persona que se enfade mucho con la gente, igual sí que quiere dejar de ser tan borde. Pero de lo que me he dado cuenta es de que, cuando la gente sabe que es borde e intenta dejar de serlo, se esfuerza tanto en ser amable que se cabrea mucho más. Precisamente en el momento en el que me acepto un poco, que soy consciente de que soy un poco borde y dejo de luchar contra eso, es cuando me relajo e incluso puede que llegue a ser menos borde. Muchas veces cuando me relajo y lo olvido, es cuando las cosas cambian. 

—¿Es posible superponer una emoción agradable sobre una desagradable?

—Cuando intentas imponer una emoción sobre la otra, empiezas a fracasar en la vida. Intentar pasar de un «estoy triste» a un «estoy contento». Lo mismo pasa cuando intentas ser quien no eres, cuando intentas sentirte de una manera que no eres, ahí empiezas a machacarte. La ansiedad y la depresión que sufrimos en estas épocas, creo que, en gran parte, es porque no logras ser alguien que se espera que seas. 

—¿Cómo influye nuestra familia?

—Cuando nacemos necesitamos de la familia para poder sobrevivir. Proyectamos un montón de normas y herencias familiares que se adhieren a nosotros cuando somos tan pequeños que no podemos defendernos ante eso. Es ahí cuando empiezan a florecer los disgustos con uno mismo, porque aprendes de la familia que no te portas suficientemente bien o que eres muy endeble, por ejemplo. La familia nos marca mucho en nuestra infancia a la hora de poder construir esta personalidad más madura y saludable. El trabajo del adulto creo que está justo ahí: dejar de pelearte con eso y pensar en qué puedes hacer de bueno con lo que has heredado. 

—Y en la situación inversa, siendo padre o madre, ¿qué tener en cuenta a la hora de criar un hijo para que eso que «herede» sea positivo?

—Nunca lo vamos a hacer bien. Uno, como madre o padre, tiene que buscar la manera de estar tranquilo haciendo lo que hace. Cuidar de los críos e intentar alabarlos en esas cosas que, a veces, nos cuesta aceptar. Imaginemos, tenemos un niño que tiene más peso del que tú quisieras. En lugar de machacarlo con el peso, decirle que su cuerpo también está bien tal como es. Lo único que necesita tu hijo es sentir que tú lo quieres tal y como es.

—¿Si creo que soy tímido, es que soy tímido? ¿O lo que digan los demás al respecto también influye?

—Claro. Si verbalizo que soy tímido, aunque los demás no lo crean, lo eres. Lo que dicen los demás, te afecta poco a ti. Es decir, si piensas que eres fea, por mucho que te digan los demás que eres guapa, no te lo vas a creer. O si tu piensas que eres muy inteligente, por mucho que los demás te digan que no lo eres, no te lo vas a creer. Por eso es importante. Normalmente tenemos una definición de nosotros mismos de algo que no somos y que es muy difícil de modificar. 

—¿La sociedad suele tener problemas de autoestima?

—Lo que le pasa a la gente, más que tener problemas de autoestima, es que le han hecho creer que tienen problemas de autoestima. Muchas veces, cuando los psicólogos o terapeutas no sabemos lo que pasa, no sabemos cómo resolver el caso de ese paciente, generalmente decimos que es un problema de autoestima. Porque trabajarla para que la gente logre subirla es bastante fácil. Voy a poner un ejemplo. Si una persona tiene un miedo irracional a que haya un terrorista en un avión y un psicólogo no sabe cómo trabajarlo, fácilmente se puede relacionar con la autoestima. Se dirá que es una persona miedosa y que debería tener más coraje. Pero es un desplazamiento del trabajo. Lo que te está diciendo ese psicólogo con esa excusa es que no tiene idea de cómo quitarte el miedo a que haya un terrorista en el avión. Es decir, es más fácil comentarte que tu problema tiene como causa una falta de autoestima, que intentar resolverlo. Es un grave error y ha hecho mucho daño a la psicología. 

—¿Y en el caso de que llegue a la consulta y de verdad sí sea un problema de autoestima?

—Es que yo no me lo creo. Si tú vienes a mi consulta y me dices que tienes un problema de autoestima, o que te das cuenta de que hay algo que te falta, o que hay algo que quieres tener que no tienes, significa que sí tienes autoestima. Porque si no la tuvieras, no vienes al psicólogo pensando que tu vida no es la que mereces. Cuando uno no la tiene, no se queja, porque piensa que es lo que merece. Como digo en el libro, lo que hay es una lucha entre una parte de ti que quiere hacer una cosa y otra a la que le cuesta hacer esa cosa. El problema es esa lucha, no la autoestima. Lo que hay que aprender es cómo hacer que esas dos partes de ti misma que están enfrentadas, dejen de estarlo y colaboren. Cuando quieres que esas dos partes colaboren, estás más tranquila. No voy a entrar en el discurso de la autoestima, porque pienso que ha hecho más daño que bien. 

—Pongámonos en el caso de que una persona que esté leyendo la entrevista sí le han dicho que tiene problemas con su autoestima. ¿Qué le diría?

—Que no me crea. Recomiendo a la persona, simplemente, que se pregunte si lo que está haciendo, le está sirviendo o no. Es decir, igual que estoy diciendo que la autoestima es un invento, también es un invento lo que digo yo. Lo único que tiene que pensar esa persona es si realmente eso que está haciendo para subir esa autoestima, le hace estar mejor. Habrá gente que dirá que sí. Por lo tanto, esa no tendrá que cambiar nada. Pero habrá mucha otra que diga que no. A esa le diría que deje de creer en eso y cambie. El libro no pretende que adoptes una nueva religión, simplemente que te pares a pensar si realmente eso que estás haciendo te sirve. 

—Dar independencia. 

—Claro. Tanto en mi primer libro (Psicología Punk) como con este, mi objetivo es que el lector estimule su pensamiento crítico, de adulta, y que deje de creer en una teoría porque se la diga un gurú. Que piense por sí misma, que recupere la autonomía. Si recuperas esta última, también recuperas la autoestima. 


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