La Voz de la Salud

Siete consejos de una psicóloga para sobrellevar una pérdida esta Navidad

Salud mental

Lois Balado
En miles de hogares españoles se celebrarán las fiestas en medio de un proceso de duelo.

Si la familia se encuentra en un proceso de duelo, es conveniente descartar los homenajes sorpresa y sin consensuar en medio de la velada

22 Dec 2023. Actualizado a las 14:26 h.

En miles de hogares españoles, esta Navidad habrá una silla vacía que el año pasado estaba ocupada. La muerte, por mucho que sepamos que es segura, siempre nos coge por sorpresa. Cada una de ellas, todas distintas, requieren un proceso de duelo. Un proceso en el que irrumpe como un elefante en la cacharrería la Navidad, época de reuniones, regalos y obligaciones. No es que la muerte duela más en Navidad, pero en pocos momentos es tan evidente que está ahí. No podemos cambiar la realidad, unos se van y otros se quedan, pero sí podemos adoptar diferentes estrategias para que la tradición no se lleve por delante a los que sí están. Esos a los que Carla Borrás, psicóloga especializada en duelo, llama «los dolientes». ¿Huir o cumplir?, ¿qué podemos hacer para salir indemnes de un momento en el que la cultura popular nos invita a ser felices?, ¿debemos insistir a esa persona que asegurar querer estar sola estas fiestas en su casa? 

Mejor sin sorpresas: expón previamente lo que vas a necesitar

La tradición es repetición. Año a año, década tras década, aprendemos a hacer las cosas de la misma manera. Y cuando alguien que forma parte de esa dinámica fallece, supone, obligatoria e inevitablemente, un cambio. Y esa falta se hace más evidente. «También por el ambiente», desliza Borrás. «Muchas veces los dolientes, después del verano, ya se empiezan a angustiar porque ven que la siguiente etapa del calendario son las navidades, que es un momento muy vulnerable; les es muy complicado».

Es también tiempo de contrastes. Es fácil sentirse apartado de la mayoría si la publicidad, la radio, los reels de Instagram, los villancicos en el supermercado o las películas de media tarde de la tele repiten de manera machacona que este es un tiempo felicidad. «Dulce Navidad», pero tú estás triste. «En ese contraste con esa aparente celebración y festividad que todo el mundo tiene, te sientes muy solo. Muchos dolientes tienen dificultades ante la sensación de tener que aceptar que la vida sigue sin una persona tan importante para ellos», recalca la profesional de la salud mental. El sufrimiento está ahí, ¿pero qué podemos hacer para acompañarlo correctamente o para, al menos, no empeorarlo?

Consejo: las personas que han perdido a alguien durante el año puede sentirse solos. Evidentemente por la pérdida, pero también por sentirse alejados de un panorama de «felicidad generalizado». Acompañar no es animar. No exijas a nadie que se «alegre esa cara». 

Mejor sin sorpresas: expón previamente lo que vas a necesitar

Un ejercicio que puede ser muy beneficioso para toda la familia es consensuar previamente qué va a pasar durante esas comidas. Si alguien de la familia —o todos en mayor o menor medida— están pasando un duelo, no hay espacio para las sorpresas; no son días para improvisar. Por eso, Carla Borrás recomienda sentarse con tranquilidad antes de la Navidad para saber en qué punto está cada miembro de la familia «para que esa anticipación que normalmente nos genera tanta angustia sea más funcional. Podemos, por ejemplo, hablar con nuestros seres queridos más cercanos sobre lo que vamos a necesitar cada uno. Con toda la sensibilidad del mundo. Aunque llegado el momento uno pueda ser capaz de más o de menos, es importante poner las cosas en común».

Esto no quiere decir que no haya lugar para el recuerdo de la persona que no está. Puede ser un brindis o algo más elaborado, pero sea lo que sea, es importante preguntar. «Porque para ti puede ser reconfortante, pero para otro puede ser algo doloroso. Es importante que no haya sorpresas, porque es lo que más nos angustia. Por eso son recomendables esos encuentros previos para expresar cómo estamos y qué vamos a querer hacer. Ya sea hacer una misa si es una familia es religiosa, cocinar las croquetas que hacía mamá o leer un poema. Si hay algo de homenaje, que se pueda anticipar», recomienda Borrás. 

Consejo: «No dejes nada por hablar. Anticipa lo que va a ir sucediendo y hazlo fecha a fecha. Comentad todo hasta el máximo detalle».

Busca una persona de apoyo

No se trata de que si quieres recitar un poema no lo puedas recitar. Pero hablarlo previamente servirá a aquellos que pueden sentirse demasiado vulnerables a buscar alternativas. Y una de estas opciones de 'rescate' es buscar un salvavidas. Una persona comodín que permita al que lo esté pasando mal, salir de la escena sin tener que dar explicaciones. Tan sencillo como que alguien te excuse si necesitas ir al baño en ese momento del poema o cuando aparecen las croquetas.

«Es muy importante tener esa capacidad de entrar y salir. Que encuentres personas de apoyo con los que, si te quieres, ir te disculpe», explica la psicóloga. Esto evitará momentos incómodos como «no tener que acercarte al grupo para avisar de que te vas, impedirá que te intenten convencer para quedarte; si la cosa se te hace muy complicada, te retiras».

Consejo: «Tener una persona de apoyo también servirá si algún día te quieres quedar en casa. Esa persona se puede quedar en casa y saber qué hacer. Hará que no te desconectes del todo, pero sí disponer de la posibilidad de quedarte en casa y que él haga ver que la celebración puede ser mucho más doloroso que estar solo un día en concreto»

Si alguien quiere irse de viaje, estará bien, pero sabiendo que no se puede huir eternamente

Son muy comunes en estas fechas las disputas entre familiares. Está el bando de los que no quieren acudir a las cenas y comidas frente a los del «pero cómo no vas a venir». ¿Qué hacer en estos casos?, ¿dejar a la persona sola en fechas difíciles o forzarla a venir? Ningún escenario parece el ideal.

«A veces necesitamos treguas», adelanta Borrás, pero inmediatamente matiza: «pero siempre pensando que es una pequeña huida y que cuando estemos un poco mejor, debemos saber saber reconducirlas». 

Dentro de cada familia, no todos estaremos dentro de la misma situación. Es posible que haya parejas con hijos, que decididamente van a querer celebrar una serie de cosas por la ilusión que les hace a los más pequeños; pero también puede haber un hermano, un tío o una pareja que no tiene hijos y, tras la muerte de un familiar, decide irse de viaje. ¿Debemos entender esto como una dramática ruptura de la tradición?

«Todo estará bien, pero sí que es importante haberlo compartido previamente. Hay que darse cuenta de que en estas fechas nos vemos con personas que, como nosotros, están también en un momento de duelo. Pero también hay familias más extensas, políticas, que tal vez no estén en ese punto y ahí hay que tener un especial cuidado. Habrá personas que asistirán, pero que a lo mejor se van a querer ir. Porque a veces pensamos en indicaciones para la persona que están en duelo, pero ser acompañante también es muy importante».

Puede que una ausencia se note menos en un evento numeroso, pero cuando las familias son pequeñas esas ausencias se acentúan —y se suman asientos vacíos al que ya lo está por la pérdida—.  «Hay gente que el primer año prefieren viajar. Si alguien lo decide así, debe consciente de que a la larga tendrá que enfrentarse a esto; no podemos huir eternamente. Pero hay veces que es tan doloroso que tenemos que tomar decisiones más radicales. Si finalmente decides quedarte, es conveniente anticipar que vamos a tener momentos que nos van a recordar a la persona: alguna canción, alguna comida que nos recuerde. Tiene que haber la confianza de poder expresar lo que vaya surgiendo en cada momento».

Consejo: «A veces, por nuestros propios sentimientos, nos empeñamos en que alguien que duda vaya a la celebración. Nos sabe mal que se quede solo y es comprensible. Pero sin dejar que se desconecte del todo, plantéate si esa persona, ese día en concreto, necesita quedarse en casa y ponerse una peli como si no fuese fin de año. Si es así, habrá que respetarle».

 El pacto de silencio no ayuda a nadie

Nadie quiere ir a un sitio donde no se permite que su ser querido esté presente. Recordar puede ser doloroso —las emociones todavía pueden incomodar—, pero estará bien que, sea lo que sea, se exprese. «Es importante que no haya un pacto de silencio, porque entonces será todavía más complicada la situación», advierte la experta. 

Y aquí entramos en el clásico terreno del «no eres tú, soy yo». A veces, con todo lo que nos han dicho que debe ser la navidad, nos cuesta permitir que una persona se derrumbe. ¿El problema es que una persona se emocione o el problema es que no estoy sabiendo reaccionar a esa fragilidad comprensible? «Con todo el cariño del mundo, queremos salvar antes de hora. Te sientes incómodo viendo sufrir a alguien, sí. Está claro que hay una parte que sufre por la otra persona, pero también una dentro de ti que confronta con el dolor, los miedos o la muerte. Y eso también nos moviliza; nos hace pasar a la acción queriendo salvar a la persona, sacarla de la tristeza. Y el acompañamiento no va de eso, va de estar al ladito mientras esté triste, no de sacarlo de ahí, porque no vamos a poder», comenta Borrás.

Si deciden acompañar a una persona en duelo, decidirán hacerlo con todas las consecuencias y evitando el clásico —e inútil— «¿no estás bien?, ponte bien». «El "venga anímate" y los consejos de este tipo, lo único que consiguen es que la persona deje de compartir. Le haces saber que te está incomodando, que necesitas verla bien y lo que hará será retirarse o hacer como si nada, quedándose sola con el malestar. Si quieres acompañar genuinamente es muy importante no precipitarse, no hablar de más y no pretender que esa persona deje de estar como está. Simplemente es acompañarla mientras esté en ese estado. Y eso, a veces, cuesta mucho», reconoce Carla Borrás.

Consejo: «Lo importante es que podamos estar cómodos surja lo que surja. Si ''lo importante es celebrar'', si ''hoy no hay que estar triste'', convertiremos la velada en una lucha que es muy complicada».

Permitamos los momentos agradables sin tener que sentir culpa

Hay veces que la realidad nos sorprende. Tal vez esperabas un drama navideño con el abuelo, la tía o tu hermano llorando y, al contrario de lo esperado, todo el mundo está disfrutando y pasándoselo bien. ¡Todos habéis logrado distraeros y no pensar en los que ya no están este año! Si esto es así, será una buena noticia y no debe haber ni un mínimo atisbo de culpa, esa invitada no deseada que acaba apareciendo inoportunamente cuando menos te lo esperas.

Desde aquí, un recordatorio destacado que ofrece la psicóloga Carla Borrás: «Estar en duelo no es estar siempre triste». «Es importante no sentir culpa por haberte distraído o habértelo pasado bien, a veces caemos en creer que eso, de alguna manera, no honra a la persona fallecida. Hay que permitirse entender que estar en duelo no es estar siempre triste y que tener momentos buenos no significa que dejes de recordar, de querer o que te deje de doler».

Consejo: tanto en el duelo por la muerte de una persona como en el duelo por la ruptura de una pareja, no juzgues nadie por estar disfrutando. La procesión va por dentro; reír o bailar no es incompatible con estar sufriendo. 

Cambiar la tradición no supone que la tradición se muera

Que la tradición no impida que seamos flexibles. Por el bien de todos, que la tradición, sumada a una pérdida, no se convierta en un problema que desate las fricciones. «A veces la tradición para pasa por encima del individuo. Parece que sí o sí hubiese que hacer determinadas cosas. La navidad, después de la muerte de un ser querido, es un momento que ya es demasiado complicado de por sí. Es importante flexibilizar y entender que las navidades, cuando falta alguien que tenían un impacto directo en casa, ya no van a ser las mismas. A veces toca cambiar un poco de forma», recuerda Borrás. 

Las pérdidas pueden suponer cambios que no deben suponer un cisma. «Si falta mamá, a lo mejor ahora celebramos en nuestra casa porque desde que falta mamá ya no se hace en casa de mis padres, sino que se hace en la mía. Ese tipo de cosas que van cambiando». Y no pasará nada.

Consejo: «La tradición es un arma de doble filo. Es algo positivo, pero para el duelo supone una rigidez que no ayuda». 


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