La vuelta al cole empieza ya: «Querer aprovechar hasta el último día de vacaciones es un error»
La Tribu
En unos días los colegios volverán a abrir sus puertas y las rutinas irrumpirán tras dos meses de vacaciones. Aquí te dejamos una guía para que la vuelta a la normalidad no se convierta en una pesadilla
02 Sep 2022. Actualizado a las 12:59 h.
78 días de vacaciones. Sin colegio. De playa, piscina, río o montaña, de aire libre. De tiempo con la familia. Más de dos meses, que se dice pronto, sin rutinas ni horarios o, al menos, no tan estrictos. El 8 de septiembre las escuelas volverán a abrir sus puertas, ¿cómo podemos hacer que esa vuelta a las clases no se convierta en un drama? Lo primero, con planificación, porque «no podemos pretender que los niños recuperen la rutina de un día para otro», como explica la pediatra Elisa García, de la Asociación Española de Pediatría. «Lo básico es entender que los cambios tienen que ser paulatinos», recalca Fátima Freire, psicóloga y educadora. De la mano de los expertos elaboramos una guía para diluir la frontera entre agosto y septiembre.
Con tiempo
El paso número uno y más importante para que la vuelta al cole sea más llevadera es no pretender estirar las vacaciones porque eso tendrá consecuencias. «El querer aprovechar hasta el último día y no tener un período previo de adaptación ya en casa es un error», explica Fátima Freire, psicóloga y educadora en Amizar Psicología. «Lo recomendable son entre dos y tres semanas para poder hacer todos los cambios poco a poco e ir acostumbrándonos tanto nosotros como ellos», recalca porque «los cambios de rutina son duros a cualquier edad, pero para los niños más porque pasan de una situación de ocio, libertad y seguridad prácticamente total y de estar con su familia mucho más tiempo, a estar en un ambiente que no es el de siempre, con gente desconocida, acatar más normas. Hay que acompañarlos en el proceso sin exigirles demasiado».
Elisa García, de la Asociación Española de Pediatría, advierte que «después de unas vacaciones tan largas la vuelta no va a ser fácil, por eso tenemos que ayudarles». ¿Hay un tiempo establecido? «Cada niño es un mundo y por eso no puedo poner un límite exacto aunque alrededor de diez o quince días está bien, hay que empezar a prepararlos, a motivarlos y, por supuesto, a recuperar las rutinas. No podemos pretender que los niños recuperen la rutina de un día para otro. Hay que prepararlos y comenzar, por lo menos, un par de semanas antes».
Lo primero, el sueño
Una de las mejores cosas del verano es que no hay despertador. La mayoría de los niños se acuestan más tarde y se despiertan muy lejos de su hora habitual durante la época escolar. Esto es lo primero que debemos intentar ir cambiando poco a poco.
«El sueño también es ambiental y social. Cambia el ambiente, cambia la forma de dormir. En verano es absurdo intentar que se metan en la cama a las ocho y media o nueve si es todavía de día y no tienen que madrugar. Hay que adaptarse al medio ambiente, el ser humano lo hace desde siempre. Nos adaptábamos a las horas de sol. En la época estival no debemos ser estrictos aunque sí regulares, si se acuestan tarde durante los meses de julio y agosto, que lo hagan pero, a poder ser, de forma regular. Lo que sí que es importante es que 15 días antes de empezar el colegio volvamos progresivamente a los horarios escolares para que se adapte su organismo poco a poco y no de una forma brusca», aconseja Gonzalo Pin, pediatra y miembro de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES).
Elisa García hace hincapié en el despertar, no solo tenemos que acostar antes a los niños, también despertarlos si no lo hacen por ellos mismos. «No tiene que ser algo fijo porque depende de cada niño, no puedo decir que hay que levantarlos 10 minutos antes cada día, pero lo que está claro es que se tienen que acostar antes y, muy importante, levantarse antes. Es decir, debemos empezar a despertarlos para que vayan madrugando aunque nos cueste. A veces creemos que es suficiente con que se vayan antes a la cama y dejar que se levanten por sí solos, pero si no lo hacen, debemos ser su despertador. Las rutinas se pierden muy rápido, pero si lo hacemos bien también se recuperan a gran velocidad. Estamos en un buen momento para retomar buenos hábitos que marcarán todo el curso», aconseja la especialista.
Una falta de sueño puede llevar a una mayor irritabilidad, llantos, berrinches más habituales, que los niños muestren una baja tolerancia a la frustración. Además, dormir poco puede tener consecuencias negativas sobre la memoria y la atención.
Rutinas
Más allá de ir recuperando el horario nocturno, las rutinas en general tienen que ir volviendo poco a poco a la vida de los más pequeños y de toda la familia. «Es muy importante que vean que los adultos también vuelven a la rutina y que es un cambio general y no solo para ellos», destaca Fátima Freire.
Entre otras cosas, hay que preocuparse por ir adaptando estos días los menús y los horarios de comida a los que van a llevar durante el curso escolar. «Es importante la alimentación, en verano siempre se descuida más. Hay que retomar el equilibrio y un buen desayuno. Les debemos dejar tiempo para que vayan desayunados al cole», remarca la pediatra Elisa García.
Los preparativos
Los niños deben sentir que ellos participan en todo lo que conlleva la preparación para el nuevo curso. «Es bueno hacerles partícipes, que nos acompañen a comprar el material, planificar actividades extraescolares preguntándoles a ellos qué les gustaría hacer y que no sea impuesto, que elijan su mochila, explicarles qué van a aprender...», dice la psicóloga. Incluso dar un paseo por las inmediaciones del colegio estos días, que coloquen el uniforme o la ropa del nuevo curso en su armario.
Siempre positivos
La actitud puede cambiarlo todo y debe acompañar siempre a estos consejos. «Es muy importante mostrar una actitud positiva ante este tipo de cambios. Tenemos que mostrar tranquilidad y normalizar la situación. Decirles que van a ver a sus amigos del año pasado y conocer niños y profes nuevos, darle valor a que se están haciendo mayores», explica Fátima Freire, que recalca que lo primordial es no invalidar los sentimientos del niño. «No hay que decirles que el cole es su trabajo y que los mayores también tenemos que trabajar y tampoco engañarles. Por ejemplo, a los más pequeños no se les puede decir que volvemos en un ratito o irnos cuando están entretenidos y no se dan cuenta», recalca.
Una buena idea puede ser mostrarles fotos de otros años, de sus compañeros, recordar con ellos cosas que les gustaron del curso anterior. «Tienen que recuperar la ilusión por ir al cole y eso está en las manos de sus padres o cuidadores», dice la pediatra Elisa García.
Los llantos
«No hay que preocuparse porque un niño se quede llorando, es normal que nos duela. El niño pasa por un proceso de separación y tiene que mostrar sus nervios o descontento de algún modo. Lo que debemos hacer en ese momento los adultos es actuar de forma tranquila y segura, demostrarle que lo que hacemos es por su bien, es algo normal y rutinario. No podemos darle más importancia, hacérselo ver como algo normal. La calma es primordial. Hay que trabajar esto antes de dejarlos en el cole explicándoles todo el proceso» aconseja Fátima Freire, psicóloga y educadora, que insiste en que será algo temporal.
¿Cuándo hay que preocuparse? «Debemos preocuparnos cuando es una cosa mantenida en el tiempo, cuando les genera un rechazo que les influye en su vida cotidiana. Que las primeras semanas de cole un niño diga que no quiere ir, incluso que llore, no es un problema. Siempre debemos preguntarles y escucharles aunque sean pequeños», dice la pediatra de la AEP.
La psicóloga completa este consejo: «Hay que generar la confianza suficiente para que el niño nos cuente lo que le pasa o preocupa. Si hay desgana o apatía excesiva, cambios de humor o comportamiento bruscos e, incluso, somatizaciones con síntomas físicos sin causa aparente, es recomendable consultarlo con un profesional».