Jorge Muñoz, pediatra: «Un niño no debería de tener acceso directo a los dulces navideños»
La Tribu
El especialista defiende que de esta forma se puede controlar la alimentación de los niños de la casa, ya que «si tenemos una bandeja llena y pasa por ahí, le va a apetecer»
18 Dec 2024. Actualizado a las 13:52 h.
Elfos, travesuras, regalos de Papá Noel y Reyes, y mucha festividad que celebrar. Unas fiestas con muchos estímulos para los pequeños. Según Jorge Muñoz, «estamos perdiendo un poquitín el norte». Después de estudiar Medicina en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y especializarse en pediatría en el Reino Unido, ejerce en Palma de Mallorca y divulga a través de redes sociales. Hablamos con él sobre la posible sobrestimulación que pueden sufrir los niños, si se deben seguir rutinas en vacaciones, nutrición y conducta.
—Un elfo que aparece en casa desde el 1 de diciembre hasta 24, hace una travesura cada día y que vuelve al Polo Norte para contarle todo a Papá Noel.
—Creo que estamos perdiendo un poquitín el norte, aunque se considere un juego para algunos niños. Estamos realmente condicionando un comportamiento donde pueda haber un premio (los regalos de Papá Noel) si se porta bien. Yo ya tengo mis años, pero en mi generación, ya se decía que los Reyes te podían traer carbón si no te portabas bien. Pero en mi opinión, era más natural, ahora es todo más ficticio y crea un estrés innecesario, probablemente.
—Como pediatra, ¿está a favor o en contra de los premios y los castigos, sobre todo en esta época?
—Los premios y castigos, en cierta medida y con mesura. Midiendo un poco lo que se puede dar de premio o cómo se pueda castigar. Hay una cosa que se llama educar a los niños y poner límites, y creo que es algo que se está perdiendo un poco también.
—¿Por qué?
—Por el ritmo de vida que llevamos. Papá y mamá igual están súper liados, llegan a casa cansados y no están para historias. También hay muchísimas parejas separadas, estamos batiendo récords. Y parece que si uno le otorga todo al niño pues es mejor padre o madre. Pero eso lleva a no poner límites. Creo que debemos de poner más.
—¿A qué se refiere con límites?
—Un ejemplo muy práctico es el uso de los móviles, que ahora se llaman los chupetes electrónicos porque al darle uno a un niño, enseguida se calla. Lo más terrible de todo es que yo ya he visto sillitas de bebés que ya tienen un soporte para aguantarlo. Un bebé de 15 meses, por ejemplo, que está paseando por la calle y se está perdiendo el parque, las palomas, los coches y el cielo porque tiene delante el móvil.
—¿Y cuando el que pide el móvil es un niño de más edad?
—Saber decir que no o saber limitar el tiempo que pasa con él.
—¿Y si ese móvil está en la carta a Papá Noel o a los Reyes?
—Hay un alto porcentaje de niños que, con 10 años, ya tienen un móvil. No creo que se les deba regalar tan pronto. Y si se hace cuando tienen 12 o 13, lo ideal es que no tenga conexión a internet o que lo utilice en casa y le controlemos los tiempos, pero nunca lo lleve al colegio.
—¿Si tuvieras que decir una edad en la que regalar un móvil no suponga un riesgo para la salud de ese niño?
—La Asociación Española de Pediatría ha acordado que los 16. Pero esto es la teoría, en la práctica todos sabemos lo que vemos por la calle y cualquier profesor te puede decir: la inmensa mayoría de alumnos con 12 años ya tienen un móvil.
—¿Cuántos regalos recomendarías poner debajo del árbol para un niño?
—Me viene a la mente la típica foto en redes sociales de un árbol lleno de 50 regalos. Me da hasta pena. A un niño de 18 meses de edad, por ejemplo, lo que más gracia le va a hacer es el envoltorio. Le da igual lo que hay dentro. Que haya tantos paquetes debajo del árbol hasta les pone nerviosos. Y una vez que se acabaron, es como, ¿y ahora qué?
—Y a la hora de elegir regalo, ¿cuáles aconsejaría?
—Un cuento, un juego de mesa o de cartas para niños más mayores, son regalos muy bonitos y que se pueden disfrutar en familia. Son los que los pediatras, y yo particularmente, aconsejamos. No es la cantidad, lo que más feliz va a hacer al niño, sino el tipo de regalos. Aconsejaría no comprar más de tres o cuatro por niño y, si se puede, que uno de ellos sea uno de los que ha pedido, o incluso sorpresa, como se hacía antes. Si son más mayores, incluso se pueden regalar experiencias: vamos a ir a un sitio a tirarnos de una tirolina, o vamos a pasar un día en el campo. También son muy atractivas porque se aprovecha para pasar tiempo en familia.
—Las vacaciones empiezan la semana que viene, ¿se debe seguir con la rutina o podemos ser más flexibles?
—Yo como padre siempre he sido bastante flexible. Creo que no es tan importante mantener las rutinas, son dos semanas de vacaciones que van a pasar muy rápido. Tampoco estoy diciendo que cada día nos vayamos a dormir a la 1 de la mañana, pero sí que están para disfrutarlas, sobre todo en familia. No mirar tanto el reloj para intentar ser felices. Que la rutina también te trae felicidad, porque es muy importante con los niños, pero podemos volver a ella cuando nos estamos acercando al final de las vacaciones.
—Época de dulces y mucha comida, ¿cómo controlar lo que come el niño?
—Se actúa dando ejemplo. Como con el uso del móvil. Si estás todo el día con el móvil, te van a pedir uno, claro. Si tienes una bandeja en casa llena de mazapán, roscón, polvorón y turrón, el niño va a pasar por ahí, le va apetecer y lo va a comer. Al igual que con las rutinas, no hay que ser súper estricto, en el sentido de «aquí no entra un turrón», pero sí controlar un poco las compras y que el niño no tenga un acceso directo a estos dulces navideños y que tú puedas controlar qué come y qué no. Hablo de chavales en edad escolar, de 8 a 11 años, o adolescentes incluso. Al final, el azúcar estimula a los niños, eso está demostrado. Si bajamos el consumo de azúcar, los chavales van a estar menos inquietos, lo que también favorece la armonía en casa.
—Hay niños que no disfrutan mucho de la Navidad. Miedo a los Reyes o a Papa Noel, luces, música… ¿Cómo gestionarlo?
—Cuando se habla de no gustar, dudo que al niño no le guste la Navidad en general. Sería muy raro, a no ser que haya crecido en un ambiente familiar donde el padre y la madre odian estas fiestas. Se les queda marcado y es una idea que mantienen el resto de la vida, porque crece en un ambiente familiar donde la Navidad no gusta. El gestionar algunos momentos, como las cabalgatas, tampoco creo que sea porque no les guste la Navidad. Si no que son eventos en los que, hay tanta gente, que si no quiere ir no pasa nada, normalizarlo. Si le apetece, se ve por la tele y si no, pues nada. No hay que obligarlo. Igual que la típica foto con Papá Noel en un centro comercial petado de gente ¿El niño no quiere? Pues no pasa nada. Igual que los globos, hay niños que les tienen fobia. Pues ya irá creciendo y se le irá pasando.
—Con la vista puesta en la vuelta al cole, ¿los niños vuelven sobreestimulados?
—Sí, es verdad que los niños vuelven sobreestimulados. Pero siempre que se pueda, intentar dos o tres días antes volver a la rutina. Es como el jet lag. Una vez que hayas empezado la rutina, aunque necesitas un poquitín de tiempo, todo volverá a su cauce.