La Voz de la Salud

¿Por qué tenemos menos sexo que antes?: «La libido es multifactorial. No se explica solo por las hormonas»

Vida saludable

Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD
Los millennials tienen menos sexo que las generaciones anteriores, pero los motivos son tan diversos como complejos.

En los últimos años, las encuestas de conducta sexual han hallado una disminución en la frecuencia de las relaciones sexuales. ¿Qué explica ese fenómeno?

10 Feb 2023. Actualizado a las 22:35 h.

En la era de Tinder y con la variedad de juguetes sexuales y métodos anticonceptivos a los que tiene acceso la población, todo parecería indicar que estamos en un momento perfecto para tener más y mejores relaciones sexuales que nunca en la historia. Pero la realidad demuestra que ese no es el caso, sino, más bien, todo lo contrario.

Las encuestas muestran que con la generación millennial, la humanidad ha entrado, desde hace unos años, en una auténtica recesión sexual. En Estados Unidos, uno de los estudios sobre sexo de mayor envergadura, la encuesta nacional sobre salud y conductas sexuales, revela que entre el 2009 y el 2018 hubo una disminución marcada en todo tipo de prácticas sexuales de pareja: desde la penetración vaginal hasta el simplemente tocarse. Relaciones inestables, con fenómenos como el ghosting, y dificultades para concretar citas en el contexto de un ritmo de vida acelerado en el que, muchas veces, el trabajo se prioriza por encima de la socialización son algunas de las dificultades que encuentran las nuevas generaciones en el camino de la satisfacción sexual.

Jóvenes menos activos

Uno de los grupos en los que es más marcado este descenso en el número de interacciones sexuales es, según las encuestas, el de los más jóvenes. Aunque, como señala la doctora Raquel Oliva, portavoz de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), la edad de inicio de las relaciones sexuales en España se sitúa en torno a los 16 años, en todo el mundo las personas están esperando más para hacer su debut sexual. Por ejemplo, los holandeses han pasado de iniciar a los 17 años de media en el 2012 a hacerlo a los 19 en el 2021. En Japón, un 43 % de las personas de entre 18 y 34 años no ha tenido relaciones sexuales nunca. ¿Qué hay detrás de estos datos?

La sexóloga Norma Ageitos apunta a los factores sociales e históricos. «Hace tres décadas, en España era bastante probable que si tenías 30 años estuvieses ya conviviendo en matrimonio, con una criatura o dos. Hoy en día, estamos en una sociedad en la que hasta los 30 de media no te independizas. Cuando te independizas, lo haces con compañeros de piso, y cuando compartes piso, no puedes llevar a tus parejas cuando a ti te apetezca, es una cuestión de convivencia», señala.

«Antes era mucho más fácil que los jóvenes tuvieran estos espacios propios en los que aprendían cuestiones de convivencia, pero que también podían servir para construir espacios de intimidad con su pareja. Hemos ido perdiendo eso. Se ha sustituido todo por una sociedad en la que tenemos un montón de espacios para consumir, pero no para estar, y menos para estar de manera íntima. Entonces, es muy difícil que las personas jóvenes puedan disfrutar de una erótica si está supeditada a su capacidad de consumo», observa la sexóloga.

En líneas generales, si sientes que tu libido ha bajado en los últimos tiempos, lo primero que tienes que saber es que no estás solo. Hay varios factores que contribuyen a este fenómeno. «Los millennials somos la generación que ha vivido tres crisis: la crisis económica, la pandemia y, otra vez, recesiones, y Europa lleva casi un año con una guerra al lado. Es bastante difícil, y me parece lógico, tener unas prioridades que responden más a cuando las cuestiones básicas en la vida están ya asentadas y aseguradas en un contexto que sigue mostrándose hostil. Estamos generando carreras profesionales en las que estamos sobrecualificadas, pero luego, además tenemos unas jornadas que no se acaban, que no corresponden con nuestra formación... En ese contexto, es un poco difícil hacer de tripas corazón y tener un encuentro», explica Ageitos.

Al mismo tiempo, señala, «por la puesta en valor de lo que entendemos por asexualidad y la aparición de esta palabra para referirnos a un colectivo completo nos ha quitado el peso de la obligatoriedad de tener relaciones sexuales. La gente es más honesta para decir: "Mira, no tengo energía para eso". La gente también es más crítica sobre esa idea de que haya que hacerlo y busca más intentar hacerlo cuando lo desea».

Esto quiere decir que si tenemos a nivel colectivo menos sexo que antes, eso no necesariamente es algo malo. Hay que atender, como siempre, al contexto. «Cuando se mide solo la cantidad, corremos el riesgo de hacer una valoración negativa de ese descenso, cuando, si el descenso está más ubicado en los deseos y las necesidades de la sociedad en la actualidad, no veo cuál es el problema. Lo que sí que importaría sería saber cuál es el nivel de satisfacción o de felicidad de la gente con este aparente cambio», advierte la especialista.

Cabe señalar que, si bien las cifras apuntan a una disminución en el número de contactos, esto no quiere decir que las relaciones sean hoy más seguras. «Algo que he percibido es la falta de miedo a las enfermedades de transmisión sexual en los jóvenes, que les hace no usar el preservativo en relaciones con personas que no son una pareja habitual. Y por tanto están incrementando su riesgo», observa Oliva.

Lo que las encuestas omiten

Aunque las cifras actuales sean más bajas que las que estos mismos estudios arrojaban en décadas anteriores, estos datos podrían ser más relativos de lo que pensamos. Hasta cierto punto, la metodología del cuestionario está influenciada por lo que las personas estén dispuestas o no a revelar sobre sí mismas.

«En primer lugar, tenemos que tener en cuenta cuando vemos este tipo de encuestas la población a la que se le ha preguntado, porque rara vez se puede llegar a hacer un muestreo de nivel mundial que tenga fiabilidad. Por otro lado, siempre partimos de suponer que quienes contestan dicen la verdad. Es decir que es probable que, hace 30 años, cuando se empezó a estudiar todo esto, la gente mintiese más o hubiese una mayor deseabilidad de aparentar, mientras que hoy en día tal vez contestemos con más honestidad sobre cuál es nuestra realidad. Si miramos desde unos años hacia acá, hay una mayor tendencia a dejar ver parte de nuestra intimidad en contextos muy públicos», observa Ageitos.

Problemas y disfunciones

Cuando hablamos de los motivos físicos que limitan la capacidad de las personas de tener relaciones sexuales, las hormonas tienen un papel fundamental. Así, la caída de los estrógenos que sucede con la menopausia puede ser responsable de muchos problemas. «La disminución de las relaciones sexuales en la menopausia, cuando la mujer ya ha perdido los estrógenos, puede incrementar las probabilidades de tener una enfermedad que es el síndrome genitourinario. Es una atrofia de la mucosa de la vagina y de la vulva producida por la caída de los estrógenos. Es extremadamente frecuente, se estima que el 50 % de las mujeres a los cincuenta años la pueden tener y un 70 % de ellas lo tienen a los 70 años. Si no se trata, como resultado de esto, les molestan las relaciones sexuales y disminuye la frecuencia. Al disminuir la frecuencia, la atrofia se incrementa», explica la doctora Raquel Oliva.

«Es importante saber que existen muchos tratamientos en el mercado, como la reposición de estrógenos locales, o el tratamiento con terapia láser que van a mejorar esa mucosa recuperando el colágeno. Además, en la menopausia hay una ventaja y es que la mujer pierde el miedo al embarazo, por tanto, puede sentirse más liberada para mantener el coito sin ningún método anticonceptivo», añade Oliva.

Este es un problema frecuente en gente cada vez más joven. «La menopausia, aunque, de manera natural, ocurre entre los 45 y 55 años, con una media de 51, en algunas mujeres puede estar adelantada, pueden tener un fallo ovárico más precoz. El tabaco acelera la menopausia y también puede tener relación con los tóxicos que nos rodean. De hecho, tenemos gente que pierde su función ovárica antes de los 40 años. Cuanto más joven es la mujer que pierde sus hormonas, más grave puede ser el síndrome», apunta la ginecóloga.

Los estrógenos no son la única hormona que puede interferir en las relaciones sexuales. «La mujer lactante, sobre todo cuando la lactancia es completa, tiene los niveles de prolactina elevados y esto también le produce una disminución del deseo sexual, esto es un mecanismo ancestral que pretende que la mujer no quede gestante muy precozmente y eso ponga en peligro la supervivencia de la cría. Pero la prolactina también se puede incrementar fuera de la lactancia. El estrés, la ansiedad y toda la vida que llevamos puede aumentarla y esto puede estar relacionado con una disminución del deseo sexual», explica Oliva. Y en los hombres, el consumo de alcohol se asocia a la angiotensina, una hormona vinculada a la disfunción eréctil en el corto y el largo plazo.

«La época de crianza compatibilizando el trabajo con el cuidado de los niños, el estrés y el esfuerzo que esto supone puede llevar a disminuir la libido y el deseo sexual. Y al no tener tiempo las personas para sí y, por tanto, para la relación íntima con sus parejas, esto también empeora. La libido es multifactorial. No es fácilmente explicable solo por un factor hormonal, para que se mantenga se necesitan diferentes factores», concluye Oliva.

Educación sexual

Para la sexología, parte del problema que hay actualmente se puede explicar por una concepción errónea de cómo tienen que ser las relaciones sexuales. Así lo explica Norma Ageitos: «Si hubiésemos tenido una educación emocional o sexual que lo hubiese contextualizado todo con la sociedad en la que vivimos, tendríamos al menos más herramientas. Me refiero, por ejemplo, al ámbito del sexo tántrico, donde tomas consciencia de que el sexo no surge, sino que hay una preparación y tienes que estar consciente, leer tu cuerpo, entender cómo estás. Pero la gran mayoría de la gente sigue pensando que el sexo cuando surge, surge. Si estamos entrando en unas dinámicas de estar cansados por encima de nuestras posibilidades, es imposible que vaya a surgir. Esto requiere de cierta predisposición o de cierta ayuda de nuestra parte», subraya.

 


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