Pedro Tárraga, premio de la Real Academia de Medicina de España: «Si evaluásemos los desayunos de los niños, más de la mitad suspenderían»
Vida saludable
El experto explica que los hábitos de alimentación saludable y actividad física se deben construir en la infancia para retrasar la llegada de enfermedades crónicas en la edad adulta
05 Dec 2023. Actualizado a las 09:13 h.
El doctor Pedro Tárraga acaba de recibir el Premio Medicina General y de Familia 2023 que otorga la Real Academia de Medicina de España. El experto es vicepresidente tercero de la Sociedad Castellano-Manchega de Médicos Generales y de Familia (SEMG CLM) y miembro del Grupo de Trabajo de Patología Digestiva de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Lleva más de 35 años dedicándose a la actividad clínica, investigadora y docente.
A lo largo de su trayectoria, ha llevado a cabo 24 proyectos de investigación clínica focalizados en la nutrición infantil y el impacto de los hábitos de vida en el desarrollo de los niños en edad escolar, así como en el abordaje de las enfermedades crónicas en atención primaria. En diálogo con La Voz de la Salud, el galardonado experto subraya la importancia de mantener una alimentación mediterránea y una actividad física regular a lo largo de la vida y sostiene que los pacientes deben ser proactivos en el manejo de sus condiciones crónicas.
—Lleva años dedicándose a investigar los hábitos de la población española. ¿Cómo estamos actualmente? ¿Tenemos mejores hábitos que antes o, por el contrario, hemos empeorado?
—Ahora mismo hay una falta de actividad física muy alta. Hay mucho sedentarismo y eso influye mucho en la salud. De hecho, la guía de prevención del riesgo cardiovascular del año pasado habla de que los médicos debemos prescribir como si fuese un fármaco el ejercicio físico a todos nuestros pacientes por esta razón. En cuanto a las comidas, falta una mayor adhesión a una dieta tan buena como la que tenemos en España, que es la dieta mediterránea. Estamos muy deficitarios en ese sentido. Estamos acostumbrados a comer fuera, a comer rápido, y nos falta ingerir más cereales integrales, frutas y verduras. En resumen, más bien estamos sedentarios. Además, las pantallas son una cruz bastante grande con la que cargamos.
—Ha estudiado en profundidad la obesidad infantil. ¿Qué es lo que hace falta para reducir ese problema?
—Hace falta un mayor consumo de alimentos naturales, tanto frutas como verduras y pescado. Muchas veces, por la actividad de los padres, nos vemos en la situación de llegar y darles cualquier cosa a nuestros hijos para desayunar o cenar rápido. Si evaluásemos los desayunos de los niños, más de la mitad suspenderían. Los responsables son los padres. El problema es la mala alimentación, unida al sedentarismo que hay, porque los niños están todavía más enganchados a las pantallas y videoconsolas que los adultos y pasan mucho tiempo sentados.
—¿Cómo puede impactar esto en el desarrollo a futuro de los niños?
—Los niños que son obesos en las etapas iniciales de la vida suelen seguir siendo obesos en las etapas de juventud y edad adulta. A su vez, los niños sedentarios no suelen convertirse de adultos en deportistas. Los hábitos se construyen en la infancia. A largo plazo, la obesidad deteriora las articulaciones, el aparato respiratorio y lleva a tener enfermedades crónicas de manera precoz, es decir, antes de lo que se llegaría a tenerlas sin obesidad.
—¿Cuáles son las estrategias más eficaces para retrasar la aparición de esas enfermedades crónicas?
—La promoción de dietas saludables. Estamos haciendo estudios en colegios y vemos que lo que mejor funciona es trabajar tanto con los niños como con los padres, para mejorar la calidad de la nutrición que ellos reciben y, sobre todo, fomentar el dejar de lado el sedentarismo. Promover el deporte, el andar y la actividad física, el juego por fuera de las consolas y de las pantallas.
—¿Cómo podemos empezar a alejarnos de las pantallas?
—Lo primero es empezar por los padres y que ellos puedan transmitirle a los niños sus hábitos. Hace unos años, hicimos un estudio en el que detectábamos qué niños tenían obesidad y buscábamos otras personas que tuvieran obesidad en la familia, porque suele haber más de una persona con obesidad en una familia. Entonces, empezábamos a motivar tanto al niño como al adulto y el resultado fue que los niños mejoraron su alimentación y, de esa manera, mejoraron su peso, pero el adulto también lo hacía.
—Lleva más de 35 años trabajando en atención primaria. ¿Qué cambios ha habido en este tiempo en la forma en la que los pacientes abordamos nuestra propia salud y nos hacemos cargo de ella?
—Creo que lo que nos ha marcado un antes y un después ha sido la pandemia del covid-19. Esto hizo conscientes a los pacientes de que tenían que ser autónomos en el control de su salud. Lo más fácil es ir al médico y que él me lleve la salud, pero quedó demostrado que el paciente debe ser autónomo y no pasivo. No tiene que esperar que el médico le diga lo que tiene que hacer, sino que tiene que ser proactivo haciendo vida saludable, dejando de fumar si es que fuma, evitando los alimentos perjudiciales, llevando una dieta mediterránea y haciendo actividad física para mejorar su salud. Esto ya lo hemos visto en los programas de manejo de enfermedades crónicas más frecuentes: hipertensión, diabetes, EPOC. Cada grupo dentro de estos pacientes necesita no solamente un abordaje para su enfermedad, sino estos hábitos, dejar el tabaco y prevenir otras enfermedades.
—¿Hay más patología crónica que antes?
—Afortunadamente, la esperanza de vida ha aumentado, porque contamos con mejores terapias y diagnósticos, pero esto conlleva que la gente, con la edad, tenga enfermedades crónicas. Artrosis, diabetes o hipertensión, entre otras. Entonces, las personas tienen que aprender a ser responsables de su salud. Una parte importante de la salud es que el propio paciente conozca su enfermedad: si tienes dolores artrósicos tienes que saber que el movimiento es importante para aliviarlo y tienes que andar o hacer bicicleta. Es el mismo paciente quien debe responsabilizarse.
—¿Cómo ha evolucionado el campo de la atención primaria a lo largo de su carrera profesional?
—Algo que se ha instaurado es la idea de que la vacunación es durante toda la vida. Antes solamente se priorizaba el calendario de vacunación infantil. Ahora no. El calendario es para toda la vida, porque se ha visto que no solo los recién nacidos y los niños pequeños necesitan vacunas. Con la edad, va bajando la inmunidad y llegamos a lo que se llama inmunosenescencia. Entonces, hay que empezar a vacunar a gente mayor. Ahora, por ejemplo, estamos vacunando contra la gripe, el covid-19, la neumonía, el herpes zóster. Toda esta prevención es muy importante para la mejora de la salud de los enfermos crónicos y los pacientes en general.
—¿Qué desafíos quedan de cara a las próximas décadas en este campo?
—La atención primaria está un poco deteriorada, porque se está invirtiendo más en los hospitales y en las tecnologías, y se ha dejado de lado esta atención. A esto se suma que estamos en una etapa en la que se está jubilando gente y resulta que no hay recambio generacional. Se está sustituyendo como se puede a estos médicos, con personal que viene de fuera de España, pero se debe programar que haya relevo generacional con los residentes que vayan acabando, fomentando que no se vayan al extranjero. Por otro lado, la atención primaria tiene que ser cada vez más resolutiva. Por eso se está invirtiendo en que en todos los centros de salud haya ecógrafos y espirometrías para evaluar el aparato respiratorio.