La Voz de la Salud

Óscar Castro, dentista: «En el mercado se venden pastas supuestamente blanqueadoras, pero no lo son»

Vida saludable

Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD
Óscar Castro Reino es presidente del Consejo General de Dentistas de España.

El presidente del Consejo General de Dentistas de España remarca que utilizar un cepillo eléctrico siempre es mejor que uno manual

25 Jan 2024. Actualizado a las 16:07 h.

El libro blanco de la salud bucodental en España, publicado en el 2020, desvela que solo el 58 % de los encuestados acude al dentista al menos una vez al año. «Ese porcentaje aumenta cuando hay una patología, una inflamación o un dolor. Como dice el dicho: solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena», bromea Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas de España y de la Fundación Dental Española. Conversamos con él sobre la importancia de esa prevención, cómo llevar a cabo una buena higiene oral y signos de alarma como el sangrado de encías. 

—¿Cree que tenemos miedo al dentista?

—La odontofobia o miedo al dentista es algo que va implícito a cualquier tratamiento médico sanitario, ya que siempre existe un temor por el resultado. Hay que tener en cuenta que los dentistas trabajamos en una zona sensible como es la boca, donde hay muchas terminaciones nerviosas. Además, nuestro instrumental no es visualmente muy tranquilizador y, al trabajar cerca de los ojos, el paciente ve todos esos instrumentos que manejamos, provocando un cierto temor. Bien es verdad que hoy en día todo esto ha cambiado por las técnicas anestésicas y la información existente. Ya no es como antiguamente, cuando prácticamente había que atarle para sacarle una muela sin anestesia. Eso queda como un hecho histórico. Actualmente, los facultativos trabajamos con total tranquilidad y el miedo al dentista se está viendo muy disminuido. 

—¿Qué importancia tienen esas consultas con el dentista?

—La prevención es el mejor tratamiento. Lo que estamos remarcando desde todo el ámbito sanitario es que más vale hacerse controles y supervisarse la boca a ir cuando exista una patología incipiente. No debemos esperar a que se complique porque si eso sucede, los tratamientos tienen que ser más agresivos y más costosos. 

—Hablando de frecuencia, ¿cada cuánto debemos ir al dentista?

—Sí que es verdad que cada vez se instaura más en la sociedad que, por lo menos, se debe de ir una vez al año al dentista. Esto debe estar presente al igual que otras medidas de prevención, como que los hombres deben hacerse revisiones en el urólogo o las mujeres una mamografía con carácter anual o bianual para prevenir o detectar precozmente el cáncer de mama. Los controles y la prevención hay que ternerlos en cuenta tanto desde un punto de vista sanitario como económico: por cada euro que destina la sanidad a la prevención son veinte euros que se ahorra el paciente o la administración a la hora de llevar a cabo un tratamiento. Como dice el dicho: más vale prevenir que curar. 

—¿Nos lavamos bien la boca?

—Según el último libro blanco que hacemos aproximadamente cada cinco años, que consiste una evaluación de la salud bucodental de los españoles, cerca de un 62 % de los españoles se cepillan los dientes diariamente, con una carencia de dos o tres veces al día. Estamos dentro de unas cifras, según declaran, como digo, las encuestas. 

—¿Qué errores se suelen cometer?

—Muchas veces se trata de una cuestión de falta de conocimiento. Por ejemplo, la gente asocia que simplemente enjuagarse la boca con agua, simplemente para quitarse las partículas de comida, vale como un cepillado. En un momento dado puede tener validez, pero hacerlo sistemáticamente, no. Por otro lado, utilizar chicles o colutorios y olvidarse del cepillado, también es un error. Lo único que vale de verdad es eso, el cepillado. También hay una leyenda o una falsa percepción de que cuanto más duro es el cepillo, mejor limpia. No es cierto.

—¿Cómo debe ser entonces el cepillo?

El cepillo tiene que tener una dureza intermedia porque si no, se vuelve abrasivo. Este puede dañar el esmalte, que nunca se regenera. Por lo tanto, tiene que ser de una dureza intermedia o según el que indique el dentista. Si tiene unas encías frágiles o ha sido sometido a un tratamiento quirúrgico, a veces sí que tiene que ser especialmente blando. 

—¿Mejor uno eléctrico o manual?

—El cepillo eléctrico es mejor sin duda. Por su tecnología, llega mejor a ciertas zonas y hace un barrido más efectivo que si lo tenemos que hacer nosotros con el movimiento de nuestra propia mano. Sin despreciar el cepillo manual que también tiene su utilidad. Si tenemos en cuenta todos los instrumentos que se pueden tener para el cepillado, desde el cepillo manual o eléctrico, el hilo o seda dental, los colutorios… Todo lo que ayude a cuidar nuestra salud bucodental, bienvenido sea. 

—En cuanto a la pasta de dientes, ¿cómo elegir una?

—Hay muchos tipos. Las hay supuestamente blanqueadoras, que por cierto, no lo son. También antisépticas, con clorhexidina, que es uno de los mejores antisépticos. Pero tiene efectos secundarios sobre los dientes porque los tiñe. Por lo tanto, no hay que abusar de pastas ni de colutorios que la contengan. Principalmente, de uso normal, aconsejamos una pasta de dientes del sabor que elija el paciente, pero sí que contenga flúor y que sea de baja abrasividad. El flúor, como mínimo, tiene que tener mil partes por millón. El mismo tubo de pasta dental lo pone: 1000 ppm, que significa mil partes por millón. Esa es la cantidad aconsejable y va desde el tamaño de un guisante para un niño a el tamaño de un garbanzo para un adulto a la hora de ponerlo y aplicarlo sobre el cepillo dental.

—¿Entonces las pastas blanqueadoras no blanquean?

—Dentro de lo que se vende en farmacias y grandes superficies hay pastas de dientes que se conocen como blanqueadoras porque tienen en su composición una pequeña parte de producto blanqueador. Este incluso puede ser un derivado de la papaya, buscando cosas naturales; o tener una concentración de peróxido de hidrógeno, pero este último, siempre tiene que ser mínimo. Para conseguir blanqueamientos verdaderamente percibidos por el paciente tienen que tener unas concentraciones que son de uso exclusivo del profesional odontólogo, no lo venden en farmacias ni grandes superficies. De hecho, muchas veces se da publicidad engañosa porque se llega a anunciar que aclaran ocho o diez tonos y, aparte de que es una barbaridad, es mentira. La publicidad hay contextualizarla. Sobre todo, con el tema influencers. Siempre hemos querido que se legisle duramente frente a esos que publicitan o intentan ofrecer tratamientos de venta no controlada, que la gente se hace en su casa, y que puede llegar a provocar lesiones. Ojo con los influencers y con las modas que son muy peligrosas. 

—¿Es normal que sangren las encías durante el cepillado? 

—No. Cualquier cosa que se sale fuera de lo normal, es un signo de alarma de que algo no está bien. Normalmente la gingivitis, las inflamaciones de las encías, se expresan con sangrado y eso hay que tratarlo mediante una limpieza por parte del dentista. También hay que mejorar las técnicas de cepillado. También la carencia del mismo. Hay gente se cepilla unas pocas veces a la semana y eso, lógicamente. provoca que se inflamen las encías y que sangren ante cualquier presión. Se pueden dar situaciones tan delicadas como que la misma presión de la almohada al dormir provoque sangrado, con la consecuente alarma de que el paciente se levanta por la mañana con la almohada manchada. 

—¿Qué puede provocar el mal aliento?

—El mal aliento o halitosis puede tener varios fundamentos. Sobre todo hay que centrarse en todas las vías o la comunicación interna que tiene y que desemboca en la boca. Lógicamente el primer punto es la propia boca. La aparición de caries y una mala higiene, la putrefacción y la alteración de la flora bacteriana de la boca por restos de comida, porque no te has cepillado adecuadamente, da como consecuencia el mal olor, más conocido como halitosis. Luego por otro lado, el apiñamiento dental, si no te limpias bien en los espacios interproximales, puede ser un sitio donde se acumule comida, que se pudra y que se provoque más mal olor.

—¿Puede haber otras causas?

—Sí, una sinusitis puede provocar que desemboque el mal olor a través de la boca. También problemas de vegetaciones, de mala respiración o dormir con la boca seca. Todo provoca halitosis: mal olor y boca pastosa. Los malos hábitos como el alcohol, el tabaco, exceso de grasa o de picantes, puede provocar digestiones pesadas y al eliminar esos gases, se da ese mal olor. Los problemas digestivos, ya sean estomacales o intestinales, pueden en algún momento determinado provocar halitosis. Al final, el dentista es que el tiene que marcar el diagnóstico diferencial y si no encuentra ninguna patología derivarlo al otorrino o al digestólogo para buscar la causa de esa halitosis. Ademas, también existe la halitosis psicológica: el paciente tiene la percepción de que le huele mal la boca aunque no sea así. Es como las dismorfias, las personas que se creen que están gordas a pesar de estar delgadas. Es una percepción más psicológica que física. 

—¿Cómo perjudican los dulces a nuestra dentadura?

—Teniendo en cuenta que el azúcar es el principal enemigo de las piezas dentales y eso se combina con el cóctel explosivo de mala higiene y consumo excesivo de azúcar… Casi que está garantizada la presencia de caries. La digestión o la metabolización de los azúcares por parte de las bacterias de la boca provoca ácidos y por lo tanto estos destruyen el esmalte de los dientes. Las bebidas carbonatadas que también llevan azúcar, quizás sea una de las peores cosas para la boca junto con los zumos. Las bacterias lo descomponen y convierten esa parte del alimento en más acidez y se destruyen los dientes. Las dietas deben de ser equilibradas y el consumo de azúcar moderado, por no decir escaso y, en todo caso, acompañado de una buena higiene bucodental.  

—¿Cómo influye nuestra salud bucodental al resto del organismo?

—Es muy importante. Hay que tener en cuenta que nuestro organismo no lo podemos parcelar todo está conectado. De tal forma que una infección en la boca puede llegar a la sangre y es capaz de provocar una septicemia, una infección generalizada de nuestro organismo. O puede provocar una endocarditis, una afectación del corazón. El infarto agudo de miocardio está relacionado con las enfermedades periodontales de las encías. También los embarazos prematuros, la diabetes, la alteración de las cifras de azúcar provocado por una mala salud bucodental. Todo nuestro organismo está relacionado para bien y para mal. Una buena salud bucodental se refleja en líneas generales, en todo. Posiblemente ver una boca sana con dientes limpios y bien cuidados sea la mejor carta de presentación que tienen las personas. 


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