La Voz de la Salud

Los riesgos de la testosterona como antiedad: «Aumenta el deseo y la vigorosidad, pero quedas infértil»

Vida saludable

Laura Miyara

Los tratamientos con esta hormona son cada vez más populares para ganar masa muscular y potenciar el deseo sexual, pero administrarla sin un control adecuado puede provocar infertilidad y aumenta el riesgo cardiovascular, entre otras complicaciones

25 Jan 2024. Actualizado a las 10:33 h.

La preocupación de los hombres por sus niveles de testosterona es una tendencia que va en aumento, especialmente desde que el término «andropausia» comenzó a calar en la cultura popular hasta llegar a ser reconocido por la Real Academia Española. Hoy, una rápida búsqueda en Google de la frase «Cómo saber si tengo la testosterona baja» arroja más de 450.000 resultados.

Esto indica un interés que, con el márketing indicado, se convierte fácilmente en una necesidad. Así, son cada vez más las personas que, tras esta rápida operación de pesquisa en internet y con la convicción de que síntomas como la fatiga cotidiana o la falta de deseo sexual se deben a una falta de testosterona, buscan una solución. Muchas veces, la encuentran en el sitio equivocado.

Los tratamientos con testosterona, diseñados específicamente para tratar los déficits que pueden causar diferentes enfermedades y condiciones, se han vuelto cada vez más populares entre hombres que buscan conseguir un aumento de su masa muscular a través del entrenamiento de gimnasio. Son casos en los que no está indicada esta hormona a nivel médico. Y aunque los efectos a corto plazo de estas terapias son, en apariencia, favorables, detrás de ellos se esconde toda una serie de secuelas de las que no se suele hablar. Analizamos el panorama de la testosterona, cuándo está indicado su uso médico y qué hay que tener en cuenta antes de iniciar un tratamiento.

El rol de la testosterona

La testosterona es una hormona que se fabrica en los testículos. Además de ser crucial para la producción de espermatozoides, interviene en diversos procesos a nivel orgánico. Una de sus funciones más importantes es mantener la masa muscular y la masa ósea en niveles adecuados. También contribuye al crecimiento del cabello y determina la localización de la grasa en el cuerpo.

La testosterona es asimismo clave para mantener el deseo sexual y la capacidad eréctil, e interviene en la regulación del estado de ánimo y de los niveles de energía de los hombres.

Uso o abuso

Se suele decir que la dosis hace al veneno y, en el caso de la testosterona, la indicación también es una variable a tener en cuenta si hablamos de las probabilidades de sufrir efectos adversos asociados a su uso. Por esta razón, la administración de esta hormona debe estar controlada por un especialista en urología. Pero no siempre es así.

«A día de hoy hay dos grupos de edad que están preocupados por la testosterona. Uno es el de la gente mayor de 60 años que quiere tener buen aspecto y permanecer en un estado de juventud permanente. Esto es típico en Estados Unidos y ahora está llegando a España. Es gente que quiere estar delgada, con buena tonificación muscular, con vitalidad, con energía, con buena salud sexual. Ellos ven la testosterona como una hormona de la eterna juventud», observa Juan Manuel Corral, urólogo experto en andrología del Hospital Clínic de Barcelona y miembro de la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (Asesa).

«El otro grupo en el que es peligroso, porque también se utiliza mal, es la gente joven, menor de 40 años, que quiere mantener un físico por encima de lo que toca por edad y recurren a terapias con ciclos de testosterona para aumentar el volumen muscular. Eso también tiene repercusión, porque hace que queden estériles. Administrar testosterona es el mejor anticonceptivo masculino», advierte Corral.

«Se utiliza sin indicación, de forma indiscriminada. Tener baja la testosterona puede tener efectos secundarios y la utilización en exceso de testosterona también los tiene. No es nada raro encontrarte en consultas de andrología pacientes que buscan descendencia y no pueden, porque son culturistas y no van a poder nunca mientras se hagan esos ciclos de testosterona. Es una medicación que tiene efectos secundarios y por eso apostamos por una utilización racional de la testosterona, que tiene unas indicaciones concretas y es para grupos determinados», explica.

Hipogonadismo

Este es el término médico que describe los niveles bajos de testosterona cuando el cuerpo no es capaz de producirla en cantidades adecuadas. El hipogonadismo puede ser congénito o bien puede aparecer en algún momento de la vida debido a una enfermedad. También es característico del proceso conocido como andropausia, que se suele dar entre los 40 y los 50 años de edad.

«A partir de los 40 años, de forma progresiva, la testosterona va a ir disminuyendo entre un 0,4 y un 1 % al año. La presencia de sintomatología del hipogonadismo tardío del varón estará presente en un 20 % de hombres a partir de los 60 y en un 30 a 50 % de hombres a partir de los 80 años. No todo el mundo va a necesitar tomar testosterona», explica Corral.

El cuadro se caracteriza por síntomas de decaimiento, cansancio, disminución de la masa muscular y masa ósea e incluso aparición de diabetes. «La gente joven con hipogonadismo a nivel hipofisario o del sistema nervioso central tendrá bajo deseo de hacer cosas, bajo estado anímico y baja masa muscular», describe Corral.

La ciencia muestra que estos problemas podrían ser cada vez más frecuentes. «En los últimos 15 años han salido a la luz varios estudios de investigación que demuestran una tendencia descendente de los niveles de testosterona total en sangre en los hombres, independientemente de la edad. Esto es, se ha analizado la testosterona en varones jóvenes y también en añosos, y esos valores son menores en las décadas últimas en relación con las décadas previas», resume el doctor Juan Ignacio Martínez-Salamanca, Coordinador Nacional del Grupo Uro-Andrológico de la Asociación Española de Urología (AEU).

Cuando existe sospecha debido a estos síntomas, el hipogonadismo se diagnostica a partir de un análisis de sangre que debe realizarse a primera hora de la mañana, «por los ciclos circadianos de la liberación de testosterona», señala el experto.

Pero no todos los pacientes son candidatos a recibir tratamiento hormonal. «No te podemos dar testosterona porque te encuentres cansado, el cansancio puede deberse a que tengas una anemia», señala Corral. «Cuando tienes una analítica que dice que esos valores están desmedidos, con una sintomatología y una serie de pruebas de función cardíaca y de glóbulos rojos en sangre, si todo eso coincide con el cuadro clínico de hipogonadismo, sí que está indicado el tratamiento con testosterona, pero debe ser dado por un urólogo», advierte.

Cómo saber si tengo baja la testosterona

Lo cierto es que no hay una indicación clara para todo el mundo. En muchos casos, los niveles bajos de testosterona pueden ser asintomáticos. En cambio, otras personas presentan manifestaciones clínicas. Las más frecuentes son:

Es importante tener en cuenta que muchos de estos síntomas pueden formar parte del proceso normal del envejecimiento, por lo que, dependiendo de la edad, habrá pacientes en los que este cuadro no se considere patológico. Por otro lado, la sintomatología podría deberse a otras causas, como una presión arterial elevada o la diabetes. Por esta razón es fundamental consultar con un médico y evitar el autodiagnóstico.

Tratamiento

Existen distintas vías de administración de la testosterona. La opción más popular es el gel de absorción transdérmica, que permite una aplicación sencilla y ofrece la posibilidad de aumentar la dosis o disminuirla fácilmente de ser necesario. «La única desventaja que tienen los geles es el fenómeno de la transferencia. Tienes que tener mucha higiene cuando te lo aplicas, porque si tienes pareja o niños, no puede haber contacto del gel con esas personas», señala Corral.

«Otras opciones son las formulaciones de liberación retardada, que son inyectables. Se administran una vez al mes o cada tres meses. Se utilizan en aquellos casos en los que se necesitan tratamientos continuados de testosterona», apunta el experto.

Pero no todo es farmacología. Como señala Martínez-Salamanca, la testosterona se ve afectada por el sobrepeso y el síndrome metabólico, y en este sentido, llevar unos hábitos saludables es la principal medida individual que se puede tomar: seguir una dieta sana, hacer más ejercicio y unos buenos hábitos de sueño son algunas claves. «Si realmente se quiere ir más allá, hay que evitar comer o beber en envases de plástico», apunta el experto, ya que es sabido que los plásticos conocidos como BPA liberan sustancias disruptoras de las hormonas a nuestro organismo.

«El estilo de vida es fundamental. De hecho, uno de los mejores sustitutivos de la testosterona de forma natural es el deporte. Se ha visto que una práctica deportiva rutinaria mantenida en el tiempo puede aumentar la producción de testosterona y se considera como uno de los mejores sustitutivos del tratamiento farmacológico», coincide Corral.

Complicaciones y riesgos

Cuando el tratamiento no está indicado, la administración de testosterona acarrea riesgos innecesarios para la salud. Por eso, lo fundamental es no dejarse asesorar por médicos que no estén especializados en urología. «Hay muchas clínicas que no tienen reconocimiento, pero que tienen mucha publicidad. Cualquiera que te encuentres allí te puede dar testosterona de manera indiscriminada sin hacer un seguimiento correcto. Lo que se está importando son pastillas de testosterona o implantes subcutáneos que ponen cirujanos plásticos, endocrinos o ginecólogos, no urólogos. Esto en España no está autorizado, pero se usa», observa Corral.

«Esta terapia de sustitución de testosterona puede ser muy beneficiosa cuando es necesaria, pero tiene muchos efectos secundarios importantes, tanto a nivel cardiovascular como del sistema nervioso central. Aumenta la prevalencia de accidentes isquémicos cerebrales, aumenta el riesgo de arterosclerosis. Así como el déficit tiene problemas, el exceso también. Además, está el cáncer de próstata, que depende de la presencia de la testosterona. Si caes en manos de alguien que no es urólogo, puedes estar alimentando un cáncer con la testosterona porque no lo han descartado», señala.

«Se debe controlar tanto sus síntomas, como el PSA, que es un marcador prostático tumoral, relacionado con el cáncer de próstata. Así, si el varón logra regular los niveles de esta hormona, tanto su próstata como su sistema genito-urinario funcionarán mejor. En cambio, si nos excedemos en la cantidad de hormonas, se puede desarrollar un cáncer que está incipiente», señala el doctor. Es más, cuando el marcador tumoral sube «el tratamiento se ha de interrumpir», explica Oriol Miralles, geriatra de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y doctor en el Hospital Sant Joan de Deu (Mallorca).

Sobre todo, el especialista advierte del riesgo que supone el uso de testosterona sin indicación por parte de un urólogo. «Los efectos adversos tienen mucha importancia. Desde alteraciones de la función hepática, hasta alteraciones estéticas. Crecen las mamas, se produce acné, caída de pelo y piel grasa. También hay alteraciones a nivel endocrino y muscular, dolor, mayor riesgo de lesiones, tendinitis, alteraciones cardiovasculares, mayor riesgo de hipertensión, infartos, enfermedad coronaria. Produce un desequilibrio de las cifras del colesterol bueno y el malo, con lo cual aumenta el riesgo cardiovascular. En la esfera sexual, aumenta el deseo y la vigorosidad, pero por otro lado, quedas infértil. A nivel psiquiátrico, tanta alteración del estado de ánimo, más animosidad, incluso lleva a conductas agresivas», explica Corral.

Un problema que puede surgir cuando se administra testosterona a personas sanas es que el cuerpo puede perder de manera irreversible la capacidad de producirla por sí mismo. Esto ocurre porque la testosterona exógena anula la producción endógena de la hormona. Quienes utilizan testosterona para aumentar la masa muscular están en riesgo de sufrir estas complicaciones.

«Entre la gente joven que utiliza con fines recreativos se hacen ciclos de testosterona y luego post ciclos, en los que se dan otras hormonas para recuperar la testosterona endógena cuando acaban los ciclos de entrenamiento. Hay un porcentaje de personas que al final pierden la capacidad de producir testosterona propia y van a necesitar de forma indefinida la administración de testosterona exógena. Después será difícil que tengan hijos de forma natural, porque no producirán espermatozoides», dice Corral.


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