Charan Ranganath, neurocientífico: «No existe la llamada memoria fotográfica»
Vida saludable
El reconocido experto en investigaciones sobre la memoria explica que recordamos la esencia de un momento y usamos la imaginación para rellenar los detalles que se han perdido por el camino
01 Jun 2024. Actualizado a las 10:41 h.
Nuestros recuerdos forman parte esencial de nuestra identidad. Sin ellos, no seríamos nosotros. Pero no todo lo que recordamos sucedió tal como aparece en nuestra mente cuando pensamos en ello. De hecho, entre los ingredientes principales de la memoria se encuentra la imaginación. El doctor Charan Ranganath, neurocientífico miembro de la Fundación Guggenheim y profesor de la Universidad de California en Davis, es uno de los expertos más reconocidos a nivel mundial en el campo de la memoria. Es pionero en el uso de técnicas de imagen como las resonancias magnéticas funcionales para estudiar los mecanismos cerebrales que permiten recordar eventos del pasado. En su nuevo libro, Por qué recordamos (Península, 2024), explica lo que se sabe a día de hoy sobre cómo funciona el complejo y extraordinario proceso de nuestra memoria.
—¿Cómo se convierte un evento de nuestra vida se en un recuerdo?
—La teoría, aunque aún no se ha probado, es la siguiente. Tú estás teniendo esta conversación conmigo, tu cerebro va procesando las palabras que te digo y para eso, hay neuronas que se van a activar en una secuencia específica para convertir los sonidos en significados. La idea es que, más adelante, si puedes reactivar algunas neuronas en esa misma secuencia, vas a volver a tener esa misma experiencia consciente, vas a poder volver a escuchar esta conversación en tu mente, por decirlo así.
—¿Cómo se produce esa reactivación?
—Supongamos que tú tienes un grupo de neuronas que se activan cuando escuchas una palabra específica. Cuando se activa una de ellas, las otras también lo hacen, porque se produce una reacción en cadena. Eso facilita que puedas acceder a toda esa secuencia de actividad neuronal que se produjo cuando se creó el recuerdo asociado a esa palabra.
—¿Cómo de fiable es nuestra memoria?
—Generalmente, recordamos pequeños trocitos de lo que ha pasado, pero es suficiente como para que puedas recrear el hilo de lo que pasó. La mayor parte de los recuerdos son provocados por esa pequeña reacción en cadena que permite activar algún grupo de neuronas relacionado con ese evento. El resto son historias que somos capaces de crear acerca del suceso.
—¿Cómo se relaciona la memoria con la imaginación?
—Es difícil diferenciar cuando recuerdas algo de cuando lo imaginas, porque en ambos casos estás creando pensamientos en tu mente. Si miramos con un TAC el cerebro de una persona mientras está recordando algo del pasado y lo miramos mientras imagina el futuro, es muy difícil diferenciar los patrones de actividad neuronal entre ambos casos. Cuando recordamos algo, lo asociamos a un lugar y un momento particulares. Pero nunca recordamos el momento completo, sino pequeños trocitos que usamos para imaginar cómo fue. Entonces, aunque sintamos que estamos recordando todos los detalles de una situación, en realidad, recordamos un poquito y usamos la imaginación para rellenar los espacios en blanco. La imaginación es el tejido conectivo de la memoria, pero la memoria también enriquece la imaginación. Las personas que tienen amnesia, por ejemplo, tienen una imaginación menos activa y más vaga.
—¿Esto significa que nuestros recuerdos no son tan fieles a la realidad como creemos que lo son?
—En general, recordamos bastante bien lo que pasó, pero un recuerdo nunca es tan preciso como podríamos pensar que es. No es una grabación del pasado. No existe la llamada memoria fotográfica, el recuerdo no funciona como una película o un vídeo del momento. Lo que mejor recordamos es la esencia de lo que ha ocurrido. Yo me voy a acordar de que tuve esta conversación contigo y puede que recuerde algunas cosas específicas, como los colores de tu jersey, pero no voy a recordar con precisión todo lo que hablamos. Voy a cometer errores cuando lo recuerde, porque voy a rellenar esos espacios con mi imaginación. En otras palabras, la memoria es incompleta y la imaginación puede suplirlo, pero solo hasta cierto punto.
—¿Qué efectos tiene la imaginación en nuestra memoria?
—Gran parte de los errores que cometemos al recordar el pasado vienen de imaginarlo desde la perspectiva del presente. Si estás en una relación con alguien y tienes una ruptura dolorosa, puede que recuerdes eventos que ocurrieron durante la relación como si hubiesen sido experiencias negativas, aunque en su momento hayan sido momentos felices. Pero, con el paso del tiempo, te vas distanciando de la situación y vuelves a recordar lo positivo. Porque todo depende de la creencia de la que partas. Si partes de que tu relación fue mala porque tuvo un final doloroso, interpretarás todo ese período de tiempo desde esa mirada. Nuestros recuerdos del pasado reflejan quiénes somos en el presente, pero al mismo tiempo, nuestro recuerdo del pasado puede modificar nuestra percepción del presente. Entonces, el pasado y el presente no son cosas separadas en nuestra memoria, sino que hay una relación simbiótica entre ambos.
—¿Cuál es el rol de la memoria en nuestras predicciones sobre el futuro?
—Nuestro cerebro está hecho para entender lo que está pasando y generar predicciones. Por ejemplo, las películas de terror provocan miedo no por lo que está ocurriendo en la trama, sino por lo que puede llegar a ocurrir. Si un personaje está caminando solo por un bosque oscuro, vamos a estar pensando en la posibilidad de que el monstruo aparezca y mate a este personaje. Y con ver solo una película de terror, ya estarás predispuesto a sentir ese miedo la próxima vez que veas una, porque empezarás a hacer predicciones en base a ella. Ya sabes cómo se desarrollan esas tramas y lo único nuevo que necesitas incorporar son los elementos específicos de esta película que estás viendo. Por eso creo que nos gustan más las películas que son un poco predecibles, que incorporan la novedad justa para hacernos sentir que estamos viendo algo nuevo. Si es demasiado predecible, no será memorable. Y si es demasiado impredecible, no la vamos a entender. Nuestro cerebro funciona de tal manera que necesitamos esa dosis de predictibilidad para entender la trama, pero nuestras predicciones tienen que ser erróneas en un pequeño porcentaje para mantenernos enganchados.
—¿Cómo impacta el estrés en nuestra memoria?
—El estrés puede tener diferentes efectos. En determinados casos, puede potenciar la memoria. Si tienes una experiencia estresante, vas a recordarla más intensamente, debido a la liberación de neuroquímicos como el cortisol, que incrementa la plasticidad cerebral en ese momento. Desde un punto de vista evolutivo, esto es deseable, porque si entras a una cueva y hay un oso, vas a querer recordar lo que pasó para evitar entrar en esa cueva de nuevo. Entonces, solemos tener un recuerdo más nítido de los eventos estresantes. Pero al mismo tiempo, cuando estamos estresados, tenemos dificultad para recordar información previa. La memoria se vuelve más automática. Un estudiante, durante un examen en el que se juega todo, puede tener dificultades para recordar lo que estudió, aunque haya repasado mucho. Todo depende de cuánto estrés tengas. Hay un nivel óptimo para la memoria. Si el estrés es demasiado elevado, te va a costar enfocar tu atención en el momento, porque se va a desactivar tu corteza prefrontal. Si el cortisol está demasiado bajo, te vas a aburrir y no vas a estar implicado en lo que estás haciendo.
—¿Por qué recordamos la letra de una canción de hace veinte años pero olvidamos dónde dejamos las llaves hace dos horas?
—En realidad, lo que sucede es que somos conscientes de lo que recordamos del pasado, pero no somos conscientes de todo lo que olvidamos. A veces, hay un recuerdo del pasado que está ahí, pero no te das cuenta de que lo tienes hasta que no activas el grupo de neuronas que te permiten acceder a él. La música es un buen desencadenante de recuerdos, porque la asociamos a períodos específicos de nuestra vida. Por eso, cuando escuchas una música que sonaba en el coche de tu madre en los años ochenta, vuelves a ese período de tu vida. Además, la música suele evocar emociones. Escuchamos música cuando estamos felices o tristes. Entonces, ciertas canciones pueden hacerte volver a sentir esas emociones asociadas a esos contextos.
—¿Los recuerdos moldean nuestra identidad?
—Cuando viajamos mentalmente en el tiempo a un momento específico de nuestra vida, recordamos quiénes éramos en ese momento y este proceso influye en cómo nos vemos a nosotros mismos en el presente. En otras palabras, si activo un contexto mental asociado al optimismo, me voy a sentir optimista en el presente. De hecho, hay estudios que muestran que si recordamos un momento en nuestra vida en el que ayudamos a alguien, ese recuerdo nos vuelve más generosos y altruistas en el presente.
—¿Nuestra capacidad tiene límite, como la de un ordenador?
—No. En un móvil, cada vez que haces una foto, cada píxel de esa imagen se almacena y ocupa espacio en la memoria, de modo tal que, mientras tengas memoria disponible, puedes seguir añadiendo cosas. Pero en la memoria humana, los conjuntos de neuronas que se activan para unos recuerdos pueden también activarse para otros, de modo tal que se pueden superponer recuerdos. Esto significa que somos más eficientes que los ordenadores en nuestra manera de recordar. Formamos recuerdos semánticos que podemos reutilizar en diferentes contextos. Una vez que aprendemos a beber, podemos usar ese recuerdo semántico para toda clase de bebidas.
—¿Eso significa que nuestra memoria se vuelve más eficiente con el paso de los años?
—Sí, porque tenemos más conocimientos que podemos usar para entender cosas y, si seguimos adquiriendo conocimientos a medida que pasan los años, la memoria se vuelve más y más eficiente. Hay gente que dice que las cosas son más predecibles a medida que envejecen.
—¿Cree que los móviles están interfiriendo con nuestra memoria a largo plazo?
—No afectan tanto a nuestra capacidad de formar recuerdos, sino que generan hábitos que son nocivos para nuestra capacidad de recordar. Nos distraen constantemente. Nos llegan alertas y notificaciones todo el tiempo y el solo hecho de abrirlas hace que nuestra atención pase de la actividad que estábamos haciendo a la notificación. En el cerebro, el hipocampo está tratando de formar un recuerdo de la actividad que estamos realizando, pero se ve interrumpido por esa notificación y le lleva cierto tiempo cambiar y enfocar la atención en el mensaje que acabamos de recibir. Al final, acabamos con unos recuerdos fragmentados de lo que hacemos en lugar de un recuerdo completo, porque estamos constantemente poniéndonos al día con lo anterior a la interrupción. Y gastamos muchos recursos de nuestra corteza prefrontal en eso. Esas distracciones afectan a nuestra función ejecutiva. En otras palabras, el móvil te saca de la experiencia. Pero, por otra parte, puedes usar el móvil para enfocar tu atención y tus recuerdos de manera selectiva: hacer fotos de un momento agradable con amigos para recordarlo más adelante. Esa es la manera de usar el móvil para mejorar tus recuerdos.