La Voz de la Salud

Carlos García-Fajardo, dentista: «El 85 % de los antibióticos recetados en odontología son prescindibles»

Vida saludable

Lois Balado la voz de la salud
El médico estomatólogo Carlos García-Fajardo.

El experto hace un repaso a los principales fallos que se dan en su especialidad y asegura que «el estudio que dice que el cepillo eléctrico no es perjudicial, no miente, pero es engañoso»

07 Jun 2024. Actualizado a las 21:15 h.

Carlos García-Fajardo es el autor del «libro más vendido en de odontología» durante la Expodental celebrada en Madrid este año, según él mismo asegura. A este médico odontólogo le han pedido que escriba Cirugía Oral y Odontología (Peldaño, 2024) para repasar y corregir algunas de las prácticas que se siguen dando sistemáticamente en su profesión, pese a que la ciencia no las respalda. Esquiva la palabra «errores», no le gusta, por lo que afronta la entrevista desde un punto de vista constructivo. Tiene la tarea de condensar en una charla las 500 páginas de ciencia que empezó a plasmar a finales del año 2022.

—Ha hecho un libro para su sector donde uno de los puntos principales es argumentar que no tiene sentido dar la cantidad de antibióticos que se están recetando en las clínicas dentales, ¿cree que le harán caso?

—En las quinientas páginas del libro, excepto dos técnicas que yo he creado y descrito por primera vez, todo lo demás está respaldado por publicaciones científicas basadas en la evidencia. Cuando digo que en las extracciones dentales no se deben dar antibióticos es porque lo dice la agencia nacional del medicamento, la OMS o el grupo de coordinación sobre resistencia de los antibióticos de las Naciones Unidas. Es que lo dice la literatura científica, no lo digo yo. Todos los organismos científicos mundiales insisten de manera reiterada en que no se aconseja recetar antibióticos tras las extracciones de piezas dentales en pacientes sanos y tras cirugías limpias. Si me viene un paciente inmunodeprimido o me encuentro una extracción muy infectada, pues ahí sí que le daré antibiótico. Pero si no hay infección de ningún tipo, ¿por qué vas a recetárselo? Yo llevo treinta años sin dar antibióticos en las extracciones, porque hace por lo menos treinta años que se lleva recordando que no es necesario. Está claro que cada odontólogo es el que mejor conoce a su paciente, pero como norma general todas las publicaciones científicas mundiales que se dedican a esto desaconsejan el uso de antibióticos en las extracciones.

—¿Y no siente que predica en el desierto? Porque mi percepción es que es muy habitual que se den.

—En medicina general, y ya me salgo de la odontología, muchas veces se aplican unos protocolos que no cuentan con base científica. Y aquí habría que hablar de la industria, de las farmacéuticas y de publicaciones con conflicto de intereses. Cualquier protocolo médico que se aplique a un paciente tiene que estar respaldado científicamente. Yo todo lo que hago en la clínica tiene un respaldo, me apoyo de estudios que lo aconsejan. ¿Qué pasa? Que muchas veces los protocolos que se aplican en medicina no están respaldados científicamente. 

—¿Cuáles serían los problemas de este uso incorrecto de los antibióticos?

—La principal razón para no usar antibióticos en las extracciones es que no son necesarios. Pero es que además tenemos todos los efectos secundarios que causan a nivel del sistema inmunitario, a nivel del microbioma intestinal y, por encima de todo, las resistencias de las bacterias, que cada año se multiplican. La OMS lleva diciendo desde hace tiempo que en el 2050 habrá más de diez millones de muertes por culpa del abuso y mal uso de los antibióticos; será la principal causa de muerte en el mundo. 

—¿Pero y si hay una infección y no se han prescrito antibióticos?

—Cuándo una extracción se infecta, se llama alveolitis. Es muy dolorosa y es porque se han metido restos orgánicos de comida en el hueco de la extracción. Los antibióticos nunca van a poder extraer esos restos de comida y por eso no son eficaces. Lo indicado, según la evidencia científica, es aspirar y limpiar esos restos y dejar que se forme un coágulo de sangre para que haga de tapón. La remision del dolor es casi siempre inmediata. Un buen coágulo de sangre es el mejor antibiótico.

—Le tiro otra, ¿y si se infecta el implante?

—Si un implante estéril y en un entorno quirúrgico estéril se infecta, es porque ha fallado la cicatrización del paciente y se ha contaminado.Y en esta situación el antibiótico es muy dificil que puede revertir el fracaso del implante. Por eso, no se recomienda la profilaxis antibiótica en implantología. A diferencia de las infecciones post extracción, que son fácilmente reversibles, una contaminación de un injerto o un implante es casi siempre irreversible. La correcta cicatrización es el mejor antibiótico. 

—Pues ya le digo que mucha gente sigue entrando en una consulta o en la farmacia exigiendo un antibiótico. 

—Se ha descendido muchísimo en la prescripción de antibióticos en procesos en los que no se tenían que dar. Pues lo mismo que se hizo en medicina, se tiene que hacer en odontología. Tenemos que estar muy seguros de que es un proceso bacteriano antes de recetar nada de esta familia. Hay una frase, que esta no la dice la OMS, pero la digo yo: los dentistas jóvenes que hoy recetan antibióticos, algún día morirán por esta causa. 

—También está el uso de antibióticos de forma profiláctica en odontología. Dar antibiótico, básicamente, por si acaso.

—Es otra de las cosas que habría que revisar. Antibióticos que se utilizan unos días antes de que el paciente entre en la clínica para asegurarse una cirugía limpia de, por ejemplo, un implante. Las clínicas dentales en España tienen unos estrictos protocolos de asepsia, se controla la esterilización y cada pocos años viene la gente de Sanidad a comprobar que se cumplan. La probabilidad de una contaminación cruzada o de una infección nosocomial, que son las que se producen en el centro sanitario, es ínfima. Los estudios a nivel mundial establecen que en las cirugías orales limpias como un implante y en pacientes sanos no es imprescindible la prescripción de antibióticos. Se estima, y se han hecho muchos estudios estadísticos, que el 85 % de los antibióticos recetados en odontología son prescindibles, esa es la media. De cada diez antibióticos, menos de dos son absolutamente imprescindibles.

—¿Cómo hemos podido llegar a esa cifra?

—Pues porque se están dando para profilaxis y para extracciones. Si tienes un implante absolutamente estéril; abres el paciente y el hueso estéril, colocas el implante estéril, cierras y todo sigue estando estéril, ¿para qué quieres el antibiótico?

—Lo de sacar dientes o no, también es un tema. Muchas veces se recomienda sacar y no tenemos criterios para saber si es una opción recomendable. 

—Desde que surgió la implantología dental, estas técnicas se fueron abandonando porque la extracción y el implante es más directo e igualmente predecible. Pero yo aún las utilizo. Ante un diente fracturado del que solo queda la raíz, antiguamente se ponía un perno colado de metal seminoble dentro de la raíz y se reconstruía el diente. Antes también se hacían muchas cirugías para quitar quistes y ahora es más fácil la extracción y el implante. Hay muchas situaciones, el problema es que las técnicas que se empleaban hace 30 años están en desuso. En el libro trato de recuperarlas, técnicas de preservación de los dientes, porque en muchas ocasiones es una buena alternativa a los implantes.

—¿Hay ventajas en conservar nuestro propio diente?

—Cuando vienen dientes muy destruidos o fracturados, lo importante es que la raíz esté sana y fuerte. Si está sana y fuerte, el diente se puede reconstruír. Yo llevo utilizando estos pernos desde el año 1990; me siguen llegando pacientes con pernos de dientes que eran para extraer y, 35 años después, está el diente como el primer día. En el libro propongo recuperar técnicas antiguas para preservar los dientes, que evitarían hacer tantas extracciones e implantes. 

—¿Se ha perdido un poco esa artesanía de querer reparar antes que quitar?

—Un poco, aunque ojo, hacer un implante también tiene una parte importante de artesanía. Pero voy a romper una lanza a favor de mis compañeros jóvenes. Los dientes no se quitan por comodida del dentista, pero también es verdad que muchas veces no se sabe ni que existen estas técnicas alternativas. No se puede aplicar una técnica que se desconoce. Todos los compañeros que están en clínica a los que les he enseñado a usar perno colado los están haciendo ahora y han dejado de hacer implantes. Están bien preparados y tienen una muy buena conciencia.

—Supongo que desde que empezó, los materiales y las técnicas han cambiado mucho.

—A veces aún veo en algunas bocas trabajos de mi padre o incluso de mi abuelo, que también era dentista. Veo empastes en pacientes de ochenta años que puso mi abuelo hace sesenta y que están perfectos. Pero resulta que el material que empleó mi abuelo y que sigue en la boca sesenta años después lo van a dejar de fabricar el próximo año. Ese es otro tema, cómo la industria va condicionando los protocolos y los materiales en función de intereses empresariales. El propio Consejo Nacional de Dentistas de Madrid, a través de su presidente, dijo hace poco que no estaba de acuerdo con que se retirasen las amalgamas dentales del mercado, que era un error grandísimo. Y yo también lo pienso. La amalgama dental es un empaste absolutamente insuperable. El único problema que tiene es la estética, porque está diseñado para ponerlo en lugares donde no se ven. Pero la industria gana más dinero con los composites que con las amalgamas, eso te lo digo yo. 

—Usted se lamenta de que a los dentistas no se les permita realizar sedaciones conscientes a los pacientes, ¿esto qué es?, ¿es lo mismo que la anestesia?

—No. La anestesia es un protocolo normal, los dentistas no usamos la anestesia que se usa a nivel general en quirófano y que tiene complicaciones cardíacas más severas. Lo más grave que puede producir la anestesia que emplea la odontología es un shock anafiláctico por alguna alergia del paciente. Pero la sedación consciente es otra cosa. Se usa cuando un paciente llega a la clínica con un gran estado de ansiedad y de estrés o en intervenciones muy largas. Se aplica en estos casos, es una técnica que también se usa en las colonoscopias, por ejemplo. Se trata de administrar una benzodiazepina, generalmente el midazolam. Este medicamento tiene un efecto ansiolítico, relajante e hipnótico; lleva al paciente a adormilarse. Pero se da la paradoja, y creo que una anomalía en la legislación, que no se nos deja aplicar la sedación consciente en adultos. 

—Debe ser el único dentista que no da antibiótico y que, además, no recomienda el cepillo eléctrico.

—Antes de entrar en eso, me gustaría comentar algo. No quiero extenderme demasiado sobre el papel de las farmacéuticas en medicina, pero siempre he mantenido que es una anomalía que la industria intervenga e influya en los protocolos médicos. A veces te encuentras con estudios farmacológicos que están financiados por ellos para vender más determinado producto. Y no mienten en los resultados. Porque un estudio observacional se puede hacer sin mentir, pero mostrando unos resultados totalmente engañosos. Todo dependerá del riesgo de sesgo, que es lo que selecciona el material y método del estudio. Y me voy a ir a los cepillos eléctricos.

—Eso, ¿por qué no los recomienda?

—Un estudio patrocinado y financiado por los fabricantes del cepillo eléctrico concluyó que este método de higiene no es agresivo para las encías y los dientes. Pero el estudio estaba hecho en pacientes que tenían unas encías gruesas, con un fenotipo muy grueso, y después de usar el cepillo durante un año. Por tanto, en las conclusiones no se apreciaba ninguna retracción en la encía. No están mintiendo, pero ese estudio está sesgado porque se ha hecho en unos pacientes en los que sabes que los resultados van a ser favorables. Pero hay otro estudio hecho en pacientes con encías normales o finas, a los que se les hizo un seguimiento después de cinco años. Y ahí sí se ven grandes retracciones de la encía y abrasiones del esmalte. El estudio que dice que el cepillo de dientes no es perjudicial, no miente, pero el resultado es engañoso. 

—Antibióticos, cepillos eléctrcios, ¿qué más cosas usamos mal?

—Otro caso muy clarificador de cómo funcionan e influye la industria son las aftas, que son pequeñas úlceras en la mucosa oral. El único tratamiento absolutamente eficaz para las aftas es el acetónido de triamcinolona. Sin embargo, la mayor parte de las veces se emplean unos medicamentos que solamente son paliativos, pero no curan de manera tan rápida. ¿Por qué las farmacéuticas no utiizan el acetónido de triamcinolona y sí otros compuestos menos eficaces? Lo primero, porque para el primero hace falta receta. La farmacéutica sabe que el paciente normalmente se va a una farmacia y se lleva sin receta lo que le den. Y lo segundo es porque este acetónido, que es un corticoide, caduca. Un compuesto que caduque a los seis meses no es rentable. Por eso no está extendido que el tratamiento de las aftas es con acetónido de triamcinolona y por eso se están dando un montón de productos que se recetan por la televisión, con los que la industria gana mucho dinero, pero que no son tan eficaces.  Lo mismo con el omeprazol, es sorprendente que se esté recetando cuando a un paciente se le da un antibiótico o cualquier medicamento. El omeprazol no es un protector gástrico. Es que es muy habitual que después de una extracción el paciente salga con antibióticos, antiinflamatorios, corticoides y omeprazol. En mi clínica no se da nada. 


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