La Voz de la Salud

Seis consejos para una vuelta al cole más saludable: «Hay que decirles: "Entiendo que te sientas nervioso"»

Vida saludable

Laura Miyara La Voz de la Salud

Especialistas en nutrición, pediatría, fisioterapia y psicología explican las claves para afrontar problemas que puedan surgir en la adaptación a la rutina

09 Sep 2024. Actualizado a las 12:07 h.

Con el comienzo del nuevo curso escolar, el mes de septiembre marca el inicio de la rutina y puede ser, para muchas familias, un momento estresante. La adaptación a los nuevos horarios, las compras de materiales para el año, la vuelta a clases y las actividades extracurriculares se acumulan en la lista de pendientes. Los expertos tienen las claves para pasar esta etapa de la mejor manera posible.

Adelantar la hora de dormir

Para volver a adaptarse a los horarios escolares, los niños (así como los adultos) necesitan un período de ajuste. Si todo el verano se han quedado despiertos hasta tarde, cambiar esta rutina de un día para el otro va a ser muy difícil. Por eso los expertos aconsejan ir adelantando la hora de acostarse progresivamente en las noches previas al inicio del curso. «Por ejemplo, si se acostaban a las 11 de la noche, ir acostándoles a las 10, a las 9, para que poco a poco vayan cogiendo el ritmo del sueño adecuado para el horario laboral, el horario escolar. Y también levantarles un poquito más temprano al día siguiente», recomienda el doctor Pedro Gorrotxategi, presidente de la Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria (Aepap).

Para facilitar esta adaptación, es importante ir acomodando todos los horarios, no solo el del descanso. La neuropsicóloga María Luisa Ferrerós, experta en conducta infantil, aconseja en este sentido adelantar también la cena y el baño. «A los niños pequeños a veces les va mejor cenar primero y después bañarse. Porque a veces están con hambre y el baño es una pelea. Si tú primero les das la cena, se bañan tranquilos, el baño les relaja y ahí se van a dormir. Por eso soy partidaria de cenar más pronto, con el horario europeo», explica.

Romper el ayuno

Desayunar es fundamental para los niños en edad escolar. «Para aprender, el cerebro necesita gasolina», subraya en este sentido la nutricionista Mariana Doldán. Pero hay desayunos y desayunos. «Si a un coche en vez de gasolina le echamos aceite, va a funcionar, pero no de la misma manera. Siempre tienen que estar los hidratos de carbono presentes, para que el motor arranque», señala la experta. Este nutriente es la base de esa primera comida diaria.

Algunos ejemplos en este sentido pueden ser unas tostadas de pan integral, unas gachas de avena, o unas galletas de arroz con queso y frutas. «Incluso, ahora que Galicia está tan pluricultural, las arepas son una buena fuente de carbohidratos que le aportan al niño energía», propone Doldán.

Si a estos carbohidratos les sumamos grasas y proteínas, mucho mejor. «Yo siempre recomiendo un lácteo, si el niño no tiene ninguna intolerancia, por su aporte de calcio y proteínas», indica la experta. «Si no le gusta mucho comer a la mañana, se puede ir bebiendo un batido de camino al cole, es una de las estrategias que usamos para los niños que se levantan muy adormilados, son menos madrugadores y les cuesta más la mañana», recomienda. Estos batidos pueden incluir leche, avena y plátano, completando así los tres grandes grupos nutricionales.

Tiempo de ocio

A la hora de planificar el curso escolar, apuntamos a los niños a actividades para completar su educación, socializar y mantenerse ocupados durante la semana. Pero el doctor Gorrotxategi señala que es importante priorizar el equilibrio y no saturarlos con una agenda extracurricular excesiva, evitando buscar la conveniencia. «Hay que ver por qué se le apunta a un niño a actividades extracurriculares. Si es para que haga deporte, me parece muy apropiado, pero a veces los padres lo hacen porque no tienen tiempo para cuidarlos», observa.

«Muchas veces se les apunta los lunes a inglés, los martes a piano, los miércoles a otra cosa, y al final están sobrecargados. Los niños tienen que tener tiempo para jugar. Las actividades extracurriculares de tipo deportivo son muy adecuadas porque así los niños se ejercitan y construyen una relación interpersonal, pero no es necesario que se apunten a todo», insiste.

Validar emociones

Cuando los niños comienzan el colegio pueden surgir estados emocionales de ansiedad asociados a esta nueva etapa. Es importante que los padres sepan contenerlos en esas situaciones y que estén preparados para escucharles y validarles incluso cuando sus emociones sean negativas, en lugar de restarles importancia.

La psicóloga Carmen Picazo señala en este sentido que podemos ofrecer palabras para que ellos mismos puedan comprender qué es lo que les pasa y lo que necesitan. «Pregunta cómo se siente y usa frases de tipo: entiendo que te sientas nervioso, ¿qué te parece si probamos a respirar juntos un ratito? ¿Te apetece que te dé un abrazo fuerte?», propone la experta.

María Begoña Castro Iglesias, miembro de la Xunta Directiva de la Sección de Psicoloxía Educativa del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, coincide en la importancia de «establecer una buena comunicación con ellos y estar en alerta un poquito. Acompañarlos, no dejarlos iniciar el cole sin hablar del tema».

Sobre todo, si se trata de niños pequeños, es clave «nunca engañarlos. Explicarles lo que es el proceso, es decir, a dónde van a ir, qué es lo que van a hace. Y luego, esas rutinas de despedida, sobre todo en los primeros días, que son los del periodo de adaptación, son muy importantes. Entonces, tenemos que centrar la atención en hacerlo siempre de la misma manera para que ellos se sientan seguros», indica Castro.

«Tenemos que estar siempre puntuales para la recogida, que no sientan eangustia cuando salen y no ven a nadie como punto de referencia de su apego. Y luego, hacer las cosas con mucho tiempo, con calma, no estresarnos ya por la mañana. Las rutinas, una vez que se adquieran, van a ser signos de seguridad para ellos», reocmienda Castro.

Reducir el azúcar

El azúcar tiene un impacto importante en el rendimiento cognitivo de los niños, por lo que limitar su consumo es especialmente importante durante la etapa escolar. «El azúcar es un hidrato de carbono al que se le desprendió la fibra, es puro y refinado. Entonces, cuando entra al cuerpo, funciona como un gran estímulo, estimula hormonas como la insulina y después causa una caída rápida. Al niño le da como una sobredosis de estimulación de repente y luego un gran bajón», explica Doldán.

«La bajada del azúcar provoca ansiedad, irritabilidad y un malestar importante. Se entra en un bucle. Y el problema principal en el caso de los niños es que, cuando les pasa esto, ellos no lo saben identificar. No saben qué les pasa, solo saben que se encuentran raros, mal, les molesta todo», describe Ferrerós. Todo esto, sin mencionar los riesgos del azúcar para el organismo, que van desde el deterioro dental y la generación de caries hasta la resistencia a la insulina.

Para limitar el azúcar que consumen los niños, lo primordial es prestar atención a las meriendas y los bocadillos que llevan al colegio, ya que estas son las comidas en las que más presente suele estar. «Podemos darles yogur con fruta y granola, palitos de zanahoria con humus, fruta fresca mezclada con frutos secos, o galletas caseras de avena y coco», propone Doldán.

Elegir una buena mochila

De manera contraria a lo que podríamos pensar, lo que puede ocasionar dolor de espalda en los niños no es, en sí, el peso de la mochila que llevan, sino más bien su falta de preparación física a la hora de cargar este peso.

En otras palabras, los estudios han señalado que, salvo casos puntuales en los que exista una patología previa, no hay una relación directa entre problemas de espalda y aspectos biomecánicos, como el peso de la mochila o cómo se transporta. Lo importante, señalan los fisioterapeutas, es mejorar las capacidades físicas del niño, en este caso, reforzando su musculatura a través de la actividad física, de manera que transporten las mochilas sin problema. De todos modos, recomiendan no cargar un peso excesivo.

En cuanto al tipo de mochila que se lleva, los estudios han concluido que, si bien las que tienen ruedas restan peso a la hora de caminar por un espacio plano, estas exigen un mayor esfuerzo de los miembros superiores cuando hay irregularidades en el terreno, o si hay que subir escaleras. En estos casos, es preferible portarla sobre los hombros. Además, la acción de llevar la mochila desde casa al colegio es una manera de fortalecerse mediante el ejercicio. «La mejor mochila es una espalda fuerte», asegura en este sentido Pablo Herrera, vicedecano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM).

«Si el niño está fuerte, el niño puede llevar más peso. Hay que adaptar el tipo de mochila al material que tiene que llevar y a la capacidad que tenga el niño de llevarlo. El sedentarismo lo que provoca es debilidad muscular, nos encontramos con sobrepeso y falta de actividad. Por eso, la OMS recomienda que los niños hagan unas 4 horas a la semana de actividad vigorosa. Es decir, que jueguen, que hagan deporte y corran», indica Herrera.

Lo que no hay que hacer es fragilizarlos llevándoles la mochila nosotros. «Al revés, tenemos que empoderar a la persona, que vea que realmente es capaz, que es fuerte, y si no puede empezaremos con una mochila más ligera y luego cuando se vaya poniendo fuerte le podremos meter más peso», recomienda.

 

 


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