La Voz de la Salud

¿Eres neutro, supinador o pronador?: «Tener una pisada con excesivos grados puede contribuir a padecer ciertas patologías»

Vida saludable

Sofía Berardi La Voz de la Salud
Tu pisada puede ser pronadora, supinadora o neutra.

Esta clasificación hace referencia a los tipos de movimiento que superan los rangos establecidos como normales. ¿Hay que convivir con nuestra pisada o modificarla?

20 Sep 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Los pies están por ahí debajo, lejos del cerebro y del corazón. Y aunque pocas veces les prestamos mucha atención, son los responsables de configurar todo el cuerpo. «Plantarnos con fuerza» o «cambiar la pisada» son frases hechas muy recurrentes y que, sin prestar atención a la literalidad, utilizamos al referirnos a la forma en la que nuestros pies hacen contacto con el suelo.

Esa conexión puede ser de distintas formas y la culpa la tendrá la forma de nuestra pisada. «El pie consta de 33 articulaciones y gracias a ellas podemos adaptarnos al terreno cuando caminamos sobre una superficie regular», explica la podóloga Paula González. Y añade: «La pronación y la supinación son los movimientos naturales que hace el pie para adaptarse a este terreno».

Entonces, sin son naturales, ¿cuándo se habla de una pisada pronadora, supinadora o neutra? Esta clasificación se refiere a que alguno de estos tipos de movimiento supera los rangos establecidos como normales.  

Es una de las denominaciones más conocidas aunque, para Robert Sánchez, entrenador personal y profesor de movimiento, es «reduccionista» y ha quedado «un poquito arcaica». 

«El cuerpo de cada persona tiene sus propias formas y en términos técnicos podríamos clasificarlo en dos vertientes: la morfología del propio cuerpo y las proporciones corporales», plantea como alternativa. De todas formas, admite que, en líneas generales, sí que se suelen clasificar las pisadas de una persona dependiendo del patrón motriz que realiza el pie.

¿Cómo sé cuál es mi tipo de pisada? 

Neutro: No requiere mucha explicación, tal y como lo dice el nombre, es cuando el pie se mantiene neutro durante toda la pisada. «Primero pisa el talón y de manera muy lineal se va apoyando el resto del pie hasta llegar a los dedos», explica el entrenador que es un activo divulgador del movimiento. 

Así es como pisan los pronadores, neutros y supinadores.La Voz de la Salud
 

Pronador: Cuando alguien tiene esta pisada, al apoyar el talón lo que hace es rotar un poco hacia el interior. «Es casi imperceptible para la persona», explica el entrenador.

Supinador: Hace lo contrario al pronador. El primer contacto de la pisada la hace externamente, en lugar de internamente. 

Técnicamente en la supinación ocurre una inversión y en la pronación una eversión. Aunque el tipo de pisada se mantiene sin importar la actividad, cuando estamos en carrera los grados de normalidad establecidos cambian, por eso no es lo mismo analizar una marcha andando o en carrera.

Más allá de esta puntualización, el profesor de movimiento explica: «Esto en realidad es un juego mucho más complejo y no solo del pie en sí mismo, sino de lo que se genera del pie hacia arriba, hacia todo el cuerpo. El movimiento del pie al pisar, sobre todo cuando corremos, cambia toda la configuración corporal, pasando por las articulaciones más importantes, de abajo a arriba, como el tobillo, la rodilla, la cadera, toda la columna vertebral, e incluso el posicionamiento de los hombros y la cabeza. En esa clasificación —supinador, pronador, neutro— no está contemplada la morfología y las proporciones».

«Por lo tanto, en este sentido, más allá de conocer la pisada que pueda tener una persona en particular, valdría la pena concebir al cuerpo como un todo, que configura y colabora entre sí mismo, por todas sus partes», añade Sánchez. 

¿En qué influye la pisada a una persona en su vida diaria?  

Paula González explica que, según los estudios y la evidencia científica existente, «tener una pisada con excesivos grados de pronación o de supinación pueden contribuir a padecer ciertas patologías». Un ejemplo de ello puede ser un exceso de pronación, el que desencadenaría una de las patologías como es la fascitis plantar (un dolor punzante cerca del talón), de las más frecuentes en la clínica de podología en A Coruña de la experta en podología deportiva. También es común que surjan distintos tipos de tendinitis. 

Como se mencionó anteriormente, la pisada no cambia dependiendo de si corremos o caminos, «a no ser que adoptemos otras técnicas de carrera», puntualiza Sánchez, y añade: «Algunas se han recomendado últimamente, que tienen que ver más con el movimiento barefoot en la carrera». 

Barefoot es el nombre que recibe una de las nuevas tendencias que consiste en practicar deporte o caminar descalzo o con la menor cantidad de suela posible. «Ahí la pisada cambia: se intenta evitar que el talón contacte con el suelo. Precisamente para amortiguar el hecho de no estar calzado», explica. 

Mira de qué lado está gastada la suela 

Robert Sánchez plantea que sin conocimiento técnico es difícil que una persona pueda concluir con exactitud qué tipo de pisada tiene. Aún así, brinda un consejo para acercarnos: «A veces se recomienda mirar la suela de la zapatilla y ver qué zona está más desgastada, así puedes intuir cuál es tu pisada. Pero es mejor que lo haga un profesional». González concuerda con ello. 

¿Hay que convivir con nuestra pisada o modificarla? La podóloga responde que se debe analizar cada caso: «Cada paciente presenta unas características, un entorno social y unos hábitos que nos pueden hacer decantarnos a los podólogos por mantener su pisada o aplicar algún tratamiento para modificarla». 

Acerca del tema, el profesor de movimiento afirma que si una persona sale a correr con cierta regularidad, no tiene ningún problema importante, lesiones repetitivas o alguna patología articular, no hace falta que se mire la pisada. «Su cuerpo corre como corrió toda la vida. Y en esa especie de orquestación que ha ido realizando a lo largo de todo su desarrollo, ya ha aprendido a hacerlo de esa manera. Una manera tan eficiente e individualizada para la propia persona, que no le está provocando ningún tipo de problemática. Por lo tanto, a esta gente no le recomendaría tener en cuenta su pisada».

Por último, Sánchez apunta contra los intereses económicos. «Hay ciertos miedos y ciertas prudencias que en realidad lo que hacen es tener a un sector de la población demasiado en alerta. Evidentemente a ciertos sectores de la industria les interesa mucho promover que todo el mundo se haga estudios de la pisada. Pero esto está movido simplemente por motivaciones económicas, no por una necesidad real de la población».

En cualquier caso, existe el test de pisada. Con una especie de huella de presiones, los especialistas pueden ver cómo pisamos, dónde hay más presión, cuál es el centro de gravedad, si el pie está desplazado o no y qué cantidad de superficie se apoya en un pie y otro. 

 

 


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