Iván Fernández, médico internista: «La idea de que una copa de vino es buena para la salud es un mito»
Vida saludable
El experto explica cómo afecta a nuestros órganos daño acumulativo del alcohol, incluso desde el primer trago
20 Dec 2024. Actualizado a las 13:33 h.
El alcohol es uno de los tóxicos a los que más expuestos estamos en el día a día. Desde una caña a la salida del trabajo hasta una copa de vino con la comida o con la cena y un chupito «digestivo», existen mil justificaciones que nos podemos poner para seguir recayendo en un hábito que, en realidad, de beneficioso no tiene mucho. Sobre todo durante estas fechas, cuando las celebraciones hacen que este consumo aumente y, consecuentemente, lo haga también el riesgo para nuestra salud. El doctor Iván Fernández, médico internista y vocal del Grupo de Alcohol y Otras Drogas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), explica cómo nos afecta y qué podemos hacer para reducir este impacto.
—¿Cómo afecta el alcohol a nuestro organismo en el corto plazo?
—Desde el momento en que ingerimos alcohol, este pasa a través del tránsito gastrointestinal y se absorbe mayoritariamente en el intestino delgado. Desde ahí, se distribuye por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo, afectando principalmente a órganos como el hígado y el cerebro, debido a su vascularización, es decir, su riego sanguíneo, y también a su contenido en agua. Las enzimas, especialmente la alcohol-deshidrogenasa, metabolizan el etanol en sus derivados, como el acetaldehído, que es altamente tóxico y es el que suele dañar nuestras células y hasta nuestro ADN, produciendo mutaciones genéticas. La distribución desigual del alcohol se debe a factores como la masa muscular y la cantidad de agua corporal, lo que determina la concentración que llega a los diferentes órganos.
—¿Cuáles son los principales daños que puede provocar el acetaldehído?
—El acetaldehído es un metabolito muy tóxico que genera daños estructurales y funcionales en nuestras células. A largo plazo, puede causar mutaciones en el ADN y actúa como una sustancia proinflamatoria, afectando a órganos como el hígado, donde puede provocar hepatitis aguda alcohólica. También daña la flora intestinal, haciendo la barrera intestinal más permeable a sustancias inflamatorias como los lipopolisacáridos bacterianos, que agravan el proceso inflamatorio sistémico. Además, puede alterar las funciones neuronales, afectando la memoria y el estado cognitivo. Este daño celular también se asocia con un mayor riesgo de desarrollar cáncer y enfermedades neurodegenerativas.
—¿Qué órganos son más vulnerables al consumo de alcohol?
—El alcohol es una sustancia reconocida como factor etiológico en más de 200 enfermedades diferentes. Aunque todos los órganos pueden verse afectados, los más vulnerables son aquellos con mayor contenido de agua, como el hígado y el cerebro. El consumo crónico puede producir enfermedades graves como cirrosis, pancreatitis crónica, daño cardíaco, miocardiopatía dilatada y deterioro cognitivo. También aumenta el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, incluidos los de hígado, colon, esófago, boca y mama, debido al aumento en los niveles de estrógeno que se ha relacionado con el consumo de alcohol. El corazón también se ve afectado por la inflamación persistente, lo que puede provocar arritmias y enfermedades cardiovasculares.
—¿Por qué el botellón o atracón es considerado un patrón de consumo especialmente peligroso?
—Este consumo excesivo en corto tiempo implica riesgos agudos que se suman a los crónicos. Puede provocar intoxicación etílica, coma alcohólico, arritmias cardíacas y muerte súbita, debido a la inflamación aguda que genera el acetaldehído y al efecto depresor del sistema nervioso central. También está relacionado con problemas psicosociales, conductas agresivas y accidentes, incrementando el riesgo de lesiones graves y situaciones potencialmente fatales. Los «blackouts» o lagunas mentales son frecuentes y se deben a la inflamación cerebral causada por el consumo excesivo. Es un riesgo mucho más precipitado, porque si el consumo es crónico se va acumulando riesgo a lo largo del tiempo, esa cantidad de etanol repentina, además de sumar una pieza al dominó del daño crónico, tiene todos esos problemas en el corto plazo.
—¿Qué pasa cuando el consumo no es tan intensivo?
—El alcohol es un tóxico y no existe una cantidad segura para el consumo. Aunque se habla de consumos de bajo riesgo, cualquier ingesta implica algún nivel de daño. La idea de que una copa de vino es buena para la salud es un mito que está muy extendido, aún a día de hoy, y que se basa en investigaciones metodológicamente mal planteadas. Los estudios recientes desmienten esa creencia y destacan que incluso cantidades moderadas pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, hepáticas y ciertos tipos de cáncer. Es importante saber que el concepto de consumo moderado no implica ausencia de riesgo, solo un daño menos pronunciado.
—Sabemos que existen diferencias en cómo metabolizan el alcohol hombres y mujeres. ¿Quiénes se exponen a un mayor riesgo al beber?
—Lo que entendemos como consumo de riesgo en las mujeres y en los hombres es diferente. Las diferencias en la metabolización en hombres y mujeres se deben sobre todo a la distribución de agua y grasa en el cuerpo. Las mujeres, debido a que tienen una menor proporción de agua corporal, son más vulnerables a los efectos del alcohol. Esto se traduce en una mayor concentración de alcohol en sangre con cantidades equivalentes a las consumidas por los hombres. Por esta razón, el consumo considerado de bajo riesgo es menor en ellas que en ellos. Además, algunas poblaciones, como ciertos grupos asiáticos, presentan una deficiencia en la enzima alcohol deshidrogenasa, lo que provoca una respuesta más intensa al alcohol, manifestada en enrojecimiento facial y mayor susceptibilidad a los efectos tóxicos. La edad y el estado de salud también influyen en la metabolización de estas bebidas.
—¿Existen formas de evitar la resaca?
—La única forma segura de evitar la resaca es no beber alcohol. Beber agua puede ayudar a mitigar los síntomas, porque nos mantiene hidratados, pero no evita el daño que provoca el alcohol en el cuerpo. Los complementos anti resaca disponibles en farmacias tampoco son soluciones definitivas, ya que no contrarrestan el daño celular ni la inflamación que genera el consumo de alcohol. La mejor recomendación es evitar el consumo excesivo y tener hábitos saludables. Descansar y consumir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, puede reducir el malestar, pero no elimina el daño subyacente.
—¿Qué lugar pueden tener las bebidas 'sin' o '0,0 %' a la hora de reemplazar el consumo de alcohol?
—Las bebidas sin alcohol son una alternativa aceptable, ya que no producen los daños asociados al consumo de alcohol. Es una opción mucho más segura para quienes desean evitar los efectos perjudiciales del alcohol. Sin embargo, es importante leer las etiquetas para asegurarse de que no contengan aditivos perjudiciales o exceso de azúcar, que también puede afectar la salud a largo plazo. En cualquier caso, siempre es mejor optar por opciones saludables e hidratantes como el agua o infusiones naturales.