La burocracia condena a la única viña de uva mandó que sobrevive en Galicia
Lemos
Las cepas centenarias de Vilachá de Salvadur no pueden producir vino en Ribeira Sacra
11 Oct 2019. Actualizado a las 09:22 h.
El mandó tiene su sitio en las páginas de la Colección de Vides da Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia (Evega). Los investigadores reparan en el origen y presencia histórica en tierras gallegas de esa uva tinta, que prefieren catalogar como «mandón». «Descoñécese a súa localización actual», remata el párrafo que le dedica la publicación del 2012. Para dar con ella, hay que viajar a la Ribeira Sacra. En Vilachá de Salvadur, su principal reducto, se conserva una vieja viña de esta variedad. La burocracia parece condenarla al arranque.
La única viña de mandó de la Ribeira Sacra -y a buen seguro que de Galicia- está en la ribera de O Eivedo, la primera que dibuja el Sil aguas abajo de Augasmestas, al adentrarse en el municipio de A Pobra do Brollón. «As cepas teñen máis dun século. Plantounas o avó dun veciño que ten noventa anos», dice el actual propietario, Antonio Anglada, viticultor y bodeguero en la denominación de origen.
Anglada adquirió la viña de mandó a comienzos de este año, tras comprobar que estaba inscrita en el consejo regulador. Ahora se encuentra con que no puede aprovechar la producción porque alguien reparó en que la uva es invisible al menos para la administración. «Non podo metela na adega, nin para facer un viño de mesa», explica.
El creciente interés por recuperar variedades minoritarias de cultivo tradicional dio pie a experiencias con el mandó dentro y fuera de la Comunidad Valenciana. La mayoría de los expertos sitúan allí su origen, si bien los investigadores de Leiro se apuntan a otra línea que la considera autóctona de los Arribes del Duero. Aunque se comercializan vinos con el reclamo de esta uva, no aparece en la clasificación más reciente de vides permitidas por el Ministerio de Agricultura.
Ninguna de las denominaciones de origen gallegas la reconoce. En cuanto a su tradición histórica, la Colección de Vides da Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia circunscribe su presencia a la provincia de A Coruña. «No catastro vitícola de 1983 cítase como cultivada na provincia da Coruña e ocupaba unha superficie de 0,37 hectáreas», detalla la publicación de la Evega.
La viña de la ribera de O Eivedo ronda esa superficie y está plantada en un 80% con mandó. La producción de esta variedad no baja esta vendimia de 1.600 kilos. La solución que dan al propietario en el consejo regulador es que elabore vino para consumo propio si no quiere poner otra uva. «É como dicir que a arranque», se queja el bodeguero.
Un caso excepcional
La familia de Anglada es de Trasmonte -aldea situada en lo alto de la ribera- y posee otros viñedos en O Eivedo. En la cosecha del 2017 comenzó a elaborar vinos dentro de la denominación con la etiqueta de Acivro. Toda la uva procede de las laderas de Vilachá de Salvadur. Allí no es raro ver algunas cepas dispersas de mandó, pero solo es mayoritaria en la parcela proscrita por el reglamento. Es la viña do Terre, nombre de la casa de Trasmonte a la que perteneció.
En Ribeira Sacra, la presencia del mandó en Vilachá de Salvadur constituye una excepción. «É unha caste que se adaptou moi ben, se nón non estaría aquí», apunta Anglada. En un artículo publicado en la web de Acenología, los investigadores Pedro Balda y Fernando Martínez de Toda -del Instituto de Ciencias de la Vid de La Rioja- abordan experiencias con variedades minoritarias en toda España. Del mandó destacan sus aptitudes para los vinos de guarda. Son tintos que despliegan en boca «mucha frescura y buena acidez» incluso en zonas mediterráneas.
Anglada echa mano de información que recogió en Internet para defender que su mandó merece mejor destino que alimentar un anónimo vino de autoconsumo. Esos 1.600 kilos de uva no son una anécdota para una pequeña bodega como la suya. Pero semeja más cuestión de orgullo. «Hai tamén un valor sentimental ou cultural. Non me vale o peito para arrancar cepas de máis de cen anos», explica.
La solución para el bodeguero es plantar otra variedad o hacer un tinto para casa
Una variedad que se introdujo en la misma época de expansión de la mencía
La principal y única fuente para rastrear el origen de la variedad mandó en la Ribeira Sacra es el desconocido libro de Darío Fernández Crespo La invasión filoxérica en la provincia de Lugo, publicado en 1897. Fernández Crespo dirigía entonces la Estación Ampelográfica Provincial de Monforte, un centro de investigación pionero en Galicia del que paradójicamente no parece haber quedado rastro físico ni documental. En su obra aborda con detalle la reconversión vitícola motivada a finales del siglo XIX por la plaga de la filoxera, que agravó los efectos devastadores que había supuesto con anterioridad la llegada del oídio.
Fernández Crespo coincide con otros autores de la época al citar el «brencellao o alvarello» entre las cepas más cultivadas en la Ribeira Sacra antes de la filoxera. De la mencía dice que fue importada «sobre el año 1884» -la filoxera se detectó en Galicia en 1882-, poco antes de la llegada «de Cataluña» de otras variedades «para dar principio a la reconstitución de nuestros viñedos». La reconversión a la que alude se habría iniciado en torno a 1891 en Valdeorras y en ese lote figuraban garnacha, Alicante Bouschet, mandó, gran negro y la blanca palomino.
Suertes muy dispares
«Produce bastante y resiste al mildiu; requiere poda larga; uva negra, madura a primeros de septiembre», precisaba Fernández Crespo sobre el mandó, del que también destaca su afinidad con los portainjertos recomendados tras la filoxera.
Garnacha y gran negro figuran actualmente en la relación de variedades autorizadas por el consejo regulador de Ribeira Sacra. No sucede lo mismo con el mandó, una rareza vitícola de la que solo queda rastro palpable en Vilachá de Salvadur.