«Sigo adiante para salvar a viña, coa adega non sei que vai pasar»
Lemos
La granizada en la ribera de San Fiz deja en el aire proyectos de pequeños cosecheros como David Vázquez y su vino Antonio do Nicho
27 Jun 2021. Actualizado a las 05:00 h.
«Era a mellor colleita dende que facemos o Antonio do Nicho, e rematou na UCI», escribe en la cuenta de Facebook de esa bodega David Vázquez. Junto al comentario, una desoladora foto de la viña de media hectárea de la que sale su vino. Las cepas que tanto prometían solo unas horas antes, aparecen en la foto desprovistas de hojas y racimos como consecuencia de la granizada que arrasó hace algo más de una semana la ribera de San Fiz. Poco después de que el pedrisco tiñese de blanco las hileras de vides, circulaba por las redes un comunicado que el viticultor chantadino nunca habría querido colgar: «Tristemente temos que comunicar que non haberá Antonio do Nicho 2021 nin 2022... quizá sexa o final deste humilde proxecto. E iso que sempre respectamos a natureza... Ánimos non quedan».
La naturaleza no tiene compasión con nadie cuando entran en juego episodios meteorológicos de la excepcionalidad del que se produjo el pasado 16 de junio en Chantada. Ni siquiera se apiada de los que siguen en la viña una filosofía de trabajo lo más respetuosa posible con el entorno. «Nunca botamos herbicida. Uns días antes da tormenta cortei as herbas cun fouciño por non pasar a desbrozadora cos acios na flor. É moi triste», explica este productor audiovisual convertido en bodeguero. Convaleciente aún del impacto inicial de ver perdida la cosecha, se esfuerza tijera en mano por salvar las vides con una poda de urgencia: «Sigo adiante para salvar a viña, co outro non sei que vai pasar», comenta resignado.
David Vázquez, conocido en Chantada por el apelativo de Pinancho, dirigió el documental Asolagados, que rememora la construcción del embalse de Belesar desde la óptica de los vecinos que vieron entonces cómo se anegaban tierras de cultivo y casas próximas al cauce del Miño. Su primer contacto con la viticultura fue de niño en la ribera de Pesqueiras, la más próxima a la presa, donde se ubicaban los viñedos de su familia. Las uvas del vino Antonio do Nicho salen, sin embargo, de una viña propiedad de su suegro situada en la ladera de San Fiz.
«Pensamos que comercializar o viño era a mellor forma de ter motivos para seguir mantendo a viña», dice el artífice del proyecto. El estreno de Antonio do Nicho fue en la añada del 2017, poco más seiscientas botellas de un tinto de mencía y garnacha que elaboraron de prestado. La siguiente vendimia, el vino ya fermentó en la bodega tradicional que se levanta en el propio viñedo. Antes de la granizada, la cosecha prometía ser sana y abundante. La previsión era superar por vez primera el listón de las mil botellas.
Desde la salida del vino al mercado, es la segunda granizada que descarga en la ribera de San Fiz. La primera recortó la cosecha en unos cientos de botellas, pero esta se la llevó por delante en su totalidad. Los restos de lo que iba a ser la mejor vendimia de los últimos años se apilan ahora en un remolque. «Un ano perdeuse e para o próximo as cepas van quedar tremendo», apunta David Vázquez mientras recorta las vides. El drástico rebaje al que somete a las cepas que le duele como cuando vio la viña arrasada, pero es la única manera «de ter onde podar o ano que vén».
Sin sello de la denominación
Aunque no vive del vino, la producción de la viña de San Fiz se había convertido en un complemento importante para la economía familiar. «Conseguimos entrar nun bo mercado, o viño posicionouse nun segmento medio-alto de prezo», dice el bodeguero. Comercializarlo sin el indicativo de la denominación de origen, contra todo pronóstico, no fue un obstáculo. «No viño, como no audiovisual prefiro ser independente», explica.
Antonio do Nicho -apellido y no sobrenombre- se llamaba el bisabuelo de su suegro, emigrado a Cuba y sastre de profesión, que compró la viña al regresar a su tierra. David Vázquez señala con orgullo que el mejor piropo que escuchó de su vino es que «sabe ó viño de San Fiz». Si sale bien la poda que ahora ejecuta con dolor de corazón, la viña volverá a enfrentarse a los caprichos del tiempo. Y Antonio do Nicho quizá vuelva a evocar aromas y sabores de antaño.