El acusado de intentar abusar sexualmente de su compañero de residencia dice que «quería evitar que orinase en la ducha»
Monforte de Lemos
Una de las trabajadoras del geriátrico explicó que unos días después el hombre les pidió perdón y les dijo que «se le había ido la cabeza»
19 May 2021. Actualizado a las 16:30 h.
«Yo no he hecho nada malo». Este es el resumen de la declaración del hombre acusado de haber intentado agredir sexualmente a un compañero de residencia, en la Domus Vi de Bóveda, en diciembre del año 2017.
En su testimonio, se reafirmó en su inocencia, basando su defensa en que el intento de abuso sexual que se le imputa no fue tal. Según la fiscal, este se introdujo en el baño junto a un compañero de geriátrico, el cual tiene un grado de discapacidad cognitiva muy severo, y se empezó a «frotar contra él» tras haberle bajado su ropa interior, al igual que hizo con la suya propia. Según el acusado, su compañero, quien solía hacer sus necesidades en lugares no destinados a ese fin debido a su discapacidad, entró en el cuarto de baño mientras él estaba sentado en el inodoro. Entonces, viendo que se acercaba a la ducha e intuyendo sus intenciones cuando este se bajó la ropa interior, le agarró por la cintura para evirar que orinase en el plato de la ducha. Él mismo confirmó, preguntado por su abogada, que por aquel entonces consumía once pastillas, pero todos los presentes coincidieron en que el estado físico y mental del acusado era notablemente mejor que el de la presunta víctima, la cual «necesita ayuda para todas las tareas del día a día, ya que no puede ni comunicarse», según una de sus asistentas.
En ese momento, una de las trabajadoras del centro entró en la habitación y presenció la escena. Tras separar a los compañeros, se decidió aislar al ahora acusado durante unos días para evitar problemas con más compañeros, según la cuidadora que primero contempló el suceso. Durante su testimonio, explicó que la presunta víctima tiene «una deficiencia cognitiva muy grave», por lo que «resultó imposible que nos explicara lo sucedido aquel día». Contó, sobre el incidente, que ella estaba caminando por el pasillo donde se ubicaban las habitaciones de los implicados, cuando, por el reflejo del espejo de uno de los baños, vio la escena por primera vez. Alarmada, corrió a avisar a alguna compañera, pero nadie la creyó en un principio, ya que «justo era el Día de los Inocentes». Cuando por fin convenció a dos compañeras de que la situación era seria, las llevó hasta la habitación. «Ellas se quedaron en shock al ver aquello, y fui yo la que tuvo que separarlos y frenar lo que sea que fuese aquello», dijo la trabajadora. «Mi primera reacción fue buscar a más testigos», concluyó.
En ese momento, explica que «ambos seguían en la misma posición, con (el acusado) por detrás, pegado a (la víctima), justo delante, quien estaba agarrado a una de las barandillas que tenemos instaladas en los baños, y ambos con su ropa interior bajada». Fue momentos después cuando le recriminó al ahora acusado su actitud, a lo que él «se subió su ropa interior y se marchó del lugar sin decir nada». Días después, en una reunión que tuvo el director con ambos, cuenta la cuidadora que el hombre «nos pidió perdón y nos dijo que se le había ido la cabeza». Tras aquello, la policía judicial acudió en una ocasión a la residencia, y varias personas tuvieron que testificar en el juzgado de Monforte.
Antes de entrar en el juicio, la letrada de la defensa, Anabel Rodríguez, confirmó su intención de pedir la libre absolución del acusado, para quien el fiscal solicita tres años y medio de cárcel, al considerar que «no existe delito alguno» para justificar esta causa. «No existe delito alguno. La acusación es por un abuso sexual en grado de tentativa. No existió comisión de delito alguno. Según la Fiscalía hubo una tentativa, pero no hubo tentativa ni hubo nada», añadió la letrada, quien se mostró confiada de demostrarlo en la vista oral.
Una acusación durísima
Según la descripción de los hechos que la Fiscalía asume como cierta, a eso de las diez menos veinte de la noche la víctima entró en el cuarto y el denunciado se bajó su ropa interior le hizo lo mismo a él y lo llevó hacia el cuarto de baño. Allí lo empujó contra la pared y empezó a frotarse contra él, pero en ese momento entró en la habitación una trabajadora y puso fin a la agresión.
La Fiscalía califica lo ocurrido como un delito de abusos sexuales en grado de tentativa y pide para el procesado una condena de tres años y seis meses de cárcel. Además, propone al tribunal que le impongan una pena extra de dos años de libertad vigilada cuando termine de cumplir la de prisión y que durante ese tiempo tenga que participar en programas formativos de educación sexual y tenga prohibido acercarse a menos de 300 metros del otro hombre.