Sepulcros olvidados en la iglesia de San Mamede de Vilasouto
O Incio
Encuentran unas viejas lápidas bajo el piso de madera del templo
03 Oct 2013. Actualizado a las 07:00 h.
En los pasados días fue levantado el viejo pavimento de madera -muy carcomido y deshecho en su mayor parte- que cubría el suelo de la antigua iglesia de San Mamede de Vilasouto, en O Incio. La retirada de estas tablas se realizó durante la visita de un arquitecto que planificará la reposición de la cubierta del templo, una intervención en la que colaborarán la Diputación y el obispado. Bajo este pavimento aparecieron unas lápidas sepulcrales de mármol que al parecer no se habían incluido en los catálogos del patrimonio histórico.
Quien reparó en la existencia de estas lápidas fue un vecino de la zona que prefiere no revelar su identidad y que visitó recientemente la iglesia, después de que se levantase el piso de tablas. Según explica, al recorrer la nave le llamaron la atención dos piedras labradas con aspecto de escudos de armas y se detuvo a retirar el polvo que las cubría. «As figuras que se poden ver nestas pedras recórdanme moito ao escudo da antiga casa fidalga de Calvos, que está cerca de Vilasouto e que leva xa moito tempo en ruínas», explica. Esta vivienda señorial perteneció a la influyente familia de los Somoza, emparentada con el linaje de los dueños del pazo de Bóveda. En esa casa -añade- había en tiempos un escudo que fue trasladado a otra vivienda situada en Rubián.
Por otra parte, un escudo parecido a los que se encuentran en el piso de la iglesia -que según todos los indicios son lápidas de antiguas tumbas- puede verse también sobre un arco en uno de los muros interiores del templo.
El delegado de patrimonio histórico del obispado, César Carnero, desconoce si hay alguna documentación sobre estas lápidas pero señala que al encontrarse por debajo del viejo piso de madera lo más probable es que nunca hayan sido inventariadas. Los escudos no tienen ninguna inscripción que indique su antigüedad, pero Carnero apunta que no pueden datar de una época posterior a la segunda mitad del siglo XVIII, ya que entonces dejaron de realizarse enterramientos en el interior de las iglesias, una práctica que fue habitual hasta ahí.
Asimismo, Carnero considera muy probable que esas lápidas pertenezcan a una familia hidalga de la zona, que quizá sufragó alguna de las obras realizadas en la iglesia a lo largo de su historia.