La Voz de Galicia

Un concejal que creía en el diálogo

Lugo

Enrique G. Souto Enrique G. Souto lugo

Perfil | Marcos Cela Fernández, un político amable aficionado a la fotografía y a la música El edil fallecido se estrenó en el cargo tras las elecciones de 1995 y con su trabajo y su carácter supo ganarse el respeto y el aprecio de sus rivales políticos

10 Mar 2004. Actualizado a las 06:00 h.

«Marcos: sempre estarás no noso recordo». Así termina la declaración institucional del Ayuntamiento de Lugo con motivo del fallecimiento del concejal del Bloque Nacionalista Galego Marcos Manuel Cela Fernández. Y es seguro que en la memoria de sus compañeros de corporación y en la de numerosísimos lucenses permanecerá el recuerdo de un concejal de convicciones firmes, entrega a los asuntos públicos y siempre amable. Marcos Cela, un lucense de la calle Chantada, nació en mayo de 1955, estaba casado con Cristina Ferreiro López, candidata al Congreso por el BNG, y deja tres hijas. Empleado de banca, Cela tenía entre sus aficiones la fotografía, la música y el deporte. Sufrió un infarto cuando volvía a casa de jugar a baloncesto en O Palomar con un amigo y la muerte le ganó la batalla poco después de las nueve de la mañana de ayer. El concejal fallecido formaba parte del grupo municipal del BNG desde las elecciones de 1995. Estuvo cuatro años en la oposición, gobernó otros tantos y en los últimos comicios locales volvió a la oposición. Tanto en una situación como en otra, Cela se ganó el respeto de los suyos y el de los rivales. En la distancia corta, su sonrisa podía ser un argumento decisivo. En la etapa en la que estuvo al frente de la Concejalía de Medio Ambiente, derrochó esfuerzos para mejorar y ampliar las zonas verdes y para renovar la red de agua; se le encontraba a pie de obra, allí donde estaban los problemas. Marcos Cela, que fue presidente del comité de empresa del BBVA, era miembro actualmente del consejo comarcal del Bloque, del que formaba parte como militante de Esquerda Nacionalista. Su trabajo político y sindical fue intenso; pero lo que con más intensidad vivía Marcos Cela era la relación con su mujer y sus tres hijas. Hace pocos días comentó con periodistas que cuando dispusiese de más tiempo quería viajar con su mujer a distintos destinos. Marcos Cela era un hombre vitalista, que gustaba de la fiesta. En los últimos carnavales no se perdió el tradicional entierro de la sardina; en los dos últimos años no se disfrazó, pero vivió la fiesta. A Cela le habían recomendado que perdiese algunos kilos. Y se lo tomó en serio. Alguien, buen caminante, que lo acompañó recientemente en un paseo por Lugo, asegura que andaba tan deprisa que le costaba seguirlo. Los lucenses le darán hoy el último adiós a un concejal que, antes que buen edil, que lo fue, fue una buena persona. Es el primer miembro de la corporación local lucense que fallece durante el mandato municipal desde que se implantó la democracia en España. Cuando aún no está decidido quién sustituirá a Cela, es seguro que durante largo tiempo en el salón de plenos se recordará la frase que ayer leyó el alcalde, López Orozco: «Marcos: sempre estarás no noso recordo».


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