La Voz de Galicia

Casos Carioca y Campeón, la zona de sombra de Lugo

Lugo

enrique g. souto lugo / la voz

05 Jun 2011. Actualizado a las 06:00 h.

Lugo, ahora se sabe, no era la ciudad tranquila que muchos suponían. Más bien fue ciudad silente frente a la chapuza, consentidora de desmanes y miope ante la desagradable proximidad de la corrupción. Lo fue hasta que unas juezas con las togas bien puestas abrieron algunos de los mejores capítulos en la historia democrática de Lugo al abrir los casos Carioca, Campeón, multas, y así. Antes de que en la plaza Maior vivaquease la avanzadilla de los indignados, por los pasillos de los juzgados fluía ya una parte del rico caudal de pillos y trapisondistas que, según se ve, se gestó en el subsuelo de la sociedad lucense. Ocurrió mientras Lugo se creía la ciudad tranquila donde nunca pasaba nada.

Las juezas Pilar de Lara y Estela San José hacen su trabajo. Y lo hacen, o al menos así parece, «por encima del sectarismo ideológico, la cobardía, el miedo o la sumisión al poder político, orgánico o económico de turno», que son las condiciones que otro juez, Baltasar Garzón, cree que deben darse en el ejercicio de su profesión. La indignación ciudadana que son los campamentos urbanos sería menor si jueces y fiscales hubiesen hecho su trabajo, así en Lugo como en el resto de España, con la dedicación plena que su profesión requiere. Agentes de la autoridad, fachendosos empresarios, pajes de la política y otros muchos actores del teatrillo lucense han pasado por los juzgados a dar explicaciones. El tiempo y los jueces dirán si eran lo que parecían, si en lo suyo había delito o no.

Lugo tampoco es una ciudad políticamente tranquila. No lo fue nunca, aunque alguna vez lo pareciese. La última campaña electoral puso de manifiesto lo que sólo los incautos desconocían. Los anónimos que circularon en los días previos al 22-M son buena muestra de por dónde van los tiros en la política lucense. Los socialistas José López Orozco y José Ramón Gómez Besteiro fueron blancos principales de los anónimos. Pero tampoco el Bloque de Antón Bao salió indemne en alguno de ellos. «No olvidaremos», aseguró el socialista Lino González; Xosé Lois Devesa, responsable local del Bloque, lo dijo de otro para decir lo mismo ante algunas invitaciones a pactar tras las elecciones. El Bloque, que apoyará a López Orozco en la investidura como alcalde, mantiene al socialista a la espera de la decisión que tomará el martes en la asamblea sobre su entrada o no en el próximo gobierno lucense.

Los nacionalistas andan cabizbajos tras el batacazo electoral. En la capital perdieron dos de los cuatro concejales que tenían. Achacan tan triste resultado a factores externos (crisis y escenario bipartidista) e internos (configuración de la lista electoral). Hasta el momento, los que se batieron el cobre para el 22-M, en un gesto que les honra, no han hecho alusión al papel jugado por el grupo municipal liderado por Xosé Anxo Lage. Así como en la mayoría absoluta que en 1995 logró el popular García Díez resultó decisiva la previa gestión de Tomás Notario, no parece improbable que en el descalabro nacionalista tuviera algo que ver el trabajo del equipo de Lage. Pero eso ya es agua pasada, como quizá lo son, tras las acampadas indignadas, modos políticos que se creían firmemente consolidados. Después del 22-M y de las concentraciones para reclamar democracia real ya, quizá los partidos políticos hayan tomado nota. Tal vez también en Lugo han comprendido que, como avisa José Luis Sampedro, «ha llegado el tiempo del cambio». Si el grito de los indignados no les parece suficiente para el cambio, ahí están para convencerlos los casos Carioca y Campeón. O eso, o que nadie espere ciudades tranquilas. Tampoco Lugo.


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