Las excavaciones de Cova Eirós se adaptan a los tiempos del covid-19

En el yacimiento paleolítico de Cova Eirós -en el municipio de Triacastela- empezó ayer una nueva campaña de excavaciones arqueológicas que muestra notables diferencias en relación con las realizadas en años anteriores debido a las medidas prevención establecidas a causa de la crisis sanitaria. En esta ocasión solo podrá haber un máximo de cinco o seis personas excavando al mismo tiempo en el interior de la cueva. «En el equipo somos once personas, como en las últimas campañas -señala el arqueólogo Arturo de Lombera, codirector de los trabajos-, pero la superficie en la que se está excavando tiene solo veintiún metros cuadrados y sería imposible mantener las distancias de seguridad si trabajásemos todos a la vez en este espacio».

El resto del equipo, por lo tanto, trabaja mientras tanto en un laboratorio instalado en la capital del municipio, donde se procederá a seleccionar, limpiar y catalogar las piezas arqueológicas que vayan extrayendo del subsuelo de la cueva hasta que termine la nueva campaña, en torno al día 27. En estas condiciones, señala De Lombera, el ritmo de la excavación tiene que ralentizarse forzosamente. «Al haber menos personas excavando no podremos ir tan deprisa como otras veces, pero en compensación el nivel arqueológico en el que se está trabajando ahora es muy abundante en materiales, mucho más que los otros niveles que se excavaron con anterioridad», apunta el arqueólogo.

Las excavaciones de Cova Eirós se han llevado a cabo en campañas anuales desde el 2007. En la cueva se descubrió el yacimiento del hombre de Neandertal más importante de Galicia y las primeras muestras gallegas de arte rupestre paleolítico.

En busca de rastros de ocupaciones del hombre de Neandertal de hace unos 45.000 años

El nivel arqueológico que se está excavando en la actualidad en Cova Eirós ocupa el número 4 entre los diferentes períodos de la prehistoria que se han podido identificar en el yacimiento. Los investigadores estiman que este nivel corresponde a ocupaciones humanas de la cueva que se produjeron hace alrededor de 45.000 años e incluso en etapas algo más antiguas.

En las anteriores excavaciones se han descubierto en este nivel arqueológico grandes cantidades de instrumentos líticos -y restos fósiles de animales en menor proporción-, lo que indica que la cueva conoció en esa época unas ocupaciones humanas intensas y duraderas. «Es un nivel muy interesante y el más rico en materiales arqueológicos que se ha estudiado hasta ahora en el yacimiento», explica a este respecto Arturo de Lombera.

En toda la superficie

En esta nueva campaña, al igual que en la anterior, los investigadores estudiarán la totalidad del la superficie de la galería de entrada de la cueva, la única zona que estuvo habitada. En otras partes de la gruta situadas más hacia el interior -donde se encontraron las pinturas y los grabados paleolíticos- no llega la luz del sol. Como ocurre en muchas otras cuevas, esas áreas oscuras no fueron utilizadas como habitación por grupos humanos.

Una época que dejó huellas de hogueras en el suelo de la cueva

En la nueva campaña arqueológica, los investigadores esperan encontrar nuevos rastros de un período de la prehistoria en la que -según todos los indicios-, la gruta fue ocupada por los grupos de neandertales durante períodos más prolongados que en otras épocas. En el nivel arqueológico que se está estudiando en la actualidad aparecieron varios restos de hogueras, lo que indica que la cueva albergó campamentos más o menos estables durante largas temporadas.

En cambio, en otros niveles que se excavaron en anteriores campañas -correspondientes a etapas más recientes de la prehistoria-, los restos encontrados indican que en esas épocas los hombres de Neandertal ocuparon la cueva de forma más esporádica y por poco tiempo.