La cloaca romana de Lugo será visitable tres décadas después de descubrirse
Lugo
El Concello la recuperará para dar a conocer el mundo subterráneo de Lucus Augusti
06 Mar 2022. Actualizado a las 05:00 h.
En el semisótano de la Sala de Exposicións Porta Miñá, el antiguo matadero municipal, se esconde un tramo de la cloaca romana de Lugo, un vestigio arqueológico cuya construcción se remonta a mediados del siglo IV después de Cristo que el Concello de Lugo musealizará y convertirá en visitable. El proyecto básico y de ejecución para hacer el lugar en accesible ya está finalizado y en muy poco tiempo se sacará a licitación.
La puesta en valor de la cloaca ha tardado tres décadas en llegar. Fue en el año 1994 cuando el servicio municipal de arqueología localizó los restos. Desde entonces se valoró en sucesivas ocasiones la necesidad de recuperarlos para la ciudadanía, pero no será hasta este año cuando se transforme en realidad.
Convertir la zona en visitable es complejo. Ahora se accede a la cloaca a través de una trampilla ubicada en la cubierta plana exterior del semisótano y por un pequeño anexo en el exterior que acoge los aseos y un almacén. Las paredes del semisótano están hechas de hormigón y la estructura que funciona como cubierta de la cloaca se construyó con vigas y bovedillas de hormigón recubiertas por un pavimento de granito que hoy en día tiene filtraciones y humedades. De ahí que haya estado inundada, incluso.
Para conseguir acceder a los restos sin dañarlos la única opción es entrar por ese añadido posterior. Para que sea funcional, se ampliará ligeramente, de manera que sea posible entrar y bajar al vestigio romano sin incidentes.
Pero antes de llegar a esa intervención, el proyecto del Concello incluye restaurar y acondicionar la propia cloaca. Primeramente se excavará de nuevo su interior para evaluar su conservación y, en función de cómo se encuentre, actuar. Además, se intentarán conservar los posibles restos que puedan aparecer, caso de cerámica, vidrio o metales.
Para convertir el lugar en visitable se saneará y se colocará un drenaje y un aislamiento adecuado. Superada esta parte, llegará la musealización del hallazgo, de manera que se pueda comprender y divulgar la riqueza romana existente bajo tierra. La idea es invitar a los visitantes a realizar un viaje al mundo subterráneo de la ciudad romana de Lucus Augusti, algo muy novedoso en Lugo.
La recuperación de la cloaca permitirá ofrecer una arista más de la historia romana de Lugo y lo que persigue el Concello es integrarla en el discurso museológico junto con los demás restos recuperados. Que, de alguna manera, se pueda entender la vida de la urbe romana en sus distintas facetas.
Apuesta por el Lugo romano
El proyecto de recuperación de la cloaca, que será financiado con fondos Feder, es una apuesta personal de Lara Méndez por seguir recuperando el pasado romano de la ciudad y poniéndolo en valor para que lo disfruten lucenses y visitantes. En esta línea, la alcaldesa ha reactivado la ofensiva municipal para crear el museo de la romanización en el antiguo cuartel de San Fernando y ya se ha entrevistado con responsables del Gobierno central para buscar líneas de financiación. Desde el Concello consideran que la Xunta debería involucrarse en el museo, dado que es quien tiene las competencias en la materia, pero hasta la fecha Cultura no ha hecho ningún movimiento.
La historia romana de la ciudad se considera, además, como un activo de primer nivel para el turismo sostenible. La idea es que con la conservación de restos y el museo de la romanización Lugo sea el referente del pasado romano del noroeste de la península.
Un tramo de 13 metros que se construyó en el siglo IV después de Cristo
Cuando en los años 90 los arqueólogos excavaron y localizaron la cloaca romana, pudieron fechar su construcción gracias a una moneda acuñada entre el 341 y el 246 después de Cristo que localizaron en su cimentación. Ahí se desvelaron los orígenes de una cloaca que, descubierta, tiene unos 13 metros de largo, una anchura exterior de 1,5 y un desnivel de casi el 7 %. Para construirla, los romanos aprovecharon la pendiente del terreno, de manera que se facilitaba la evacuación de las aguas residuales de esa zona de la ciudad hacia lo que hoy es el Rego dos Hortos y, más tarde, el río Miño.
La cloaca de Lugo se construyó hace 1.700 años con dos paredes de mampostería de loseta con arcilla mezclada con cal rematadas en una bóveda semicircular hecha con el mismo material. La instalación se encontraba bajo el decumano máximo, la calle principal que discurría de este a oeste de la ciudad, y está encajada en una zanja que se excavó en la roca natural.
Para controlar la velocidad a la que circulaban las aguas residuales se colocaron pequeñas esclusas y saltos hidráulicos que evitaban que los deshechos sólidos se acumulasen en la canalización. Además, tenía respiraderos que permitían airear el lugar y realizar las labores de limpieza pertinentes. Los especialistas creen que a través de estas pequeñas ventanas cayeron a la cloaca objetos personales, como pueden ser las monedas.
La cloaca se encuentra en diagonal a lo que hoy es la sala de exposiciones y para acceder a ella en la actualidad hay que bajar por una estrecha escalera a una zona que está casi inundada debido a las filtraciones.