La Voz de Galicia

Sanguijuelas

Lugo

Emilio R. Pérez LUGO

30 Oct 2024. Actualizado a las 17:50 h.

Hay una plaza en Lugo que tiene por mal nombre Fonte dos Ranchos. Quien más, quien menos que esto lee sabe de qué hablo y, bueno o malo, así se la conoce. Hubo un tiempo ya remoto en que había allí una fuente donde abrevaban cerdos; no es para quedarse calvo con el razonamiento, pero, eso sí, para certificarlo hay que ser remoto y haber estado allí; y yo, como soy remoto y estuve allí, puedo certificarlo. Recuerdo bien la fuente, pero no los cerdos porque nunca coincidí con ellos. Manaba el agua a un desnivel más bajo que la carretera de Ombreiro y había que bajar cuatro escalones, que no eran más que cuatro losas rústicas encastradas en la pared, para salvar el par de metros. Cierta mañana, la señora Julia nos dio cuatro monedas por traerle sanguijuelas para aplicarlas a las varices, y allá nos fuimos a la fuente media panda con un tarro de cristal de un par de litros por lo menos. Volvimos con el tarro tan repleto, que los bichos, de unos dos centímetros, se apretujaban a empujones y a codazos dentro. Recuerdo que la señora Julia nos llevó hasta la cocina y en un tira y afloja para sacarlas, se fue el recipiente al suelo. Hubo un par de gritos, alguien que salió por pies y los tres o cuatro de la panda nos pusimos a recogerlas; labor ardua, pues esos bichos tienen forma de ventosa, son viscosas y aplanadas y se escurren entre los dedos. Por la tele de la cocina retransmitían el despegue del Apolo XI rumbo a la luna. Echen cuentas. No sé si la señora Julia saneó sus venas, lo que sí recuerdo es que por entonces nuestros ríos y fuentes iban plagados de sanguijuelas, y hoy no queda ni la primera. Obvia la pregunta. Y la respuesta.


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