Hace 55 años, estaban en marcha las grandes obras de la Vilalba actual
Vilalba
La Ciudad Cultural, el Parador y el nuevo campo de la feria se hallaban en ejecución
31 Aug 2021. Actualizado a las 05:00 h.
Vilalba vivió un bum de la construcción en la primera década de este siglo. Florecieron las grúas como si de un nuevo cultivo urbano se tratase, y el fruto fue la aparición de bloques de pisos. Mediada la década de los sesenta del siglo pasado, en la capital chairega se vivía otro bum, aunque centrado en obras de iniciativa pública. Si el crecimiento del siglo XIX, impulsado por la construcción de carreteras y por el auge de las ferias, hizo de Vilalba una cabecera comercial, el de los años sesenta reforzó su capitalidad comarcal como centro de servicios.
Un instituto laboral, una sección de enseñanza media femenina dependiente de Lugo, un grupo escolar, un bloque de viviendas para profesores y una biblioteca formaban el conjunto denominado Ciudad Cultural, que se levantaba al sur del casco urbano, en la salida hacia la capital de la provincia. En el corazón de la localidad estaba en obras la torre medieval de los Andrade, cuya restauración permitía a Vilalba entrar en el grupo de villas y ciudades de la red estatal de paradores. Era entonces ministro de Información y Turismo el vilalbés Manuel Fraga, y la Ciudad Cultural lleva su nombre.
Hacia el este, junto a la carretera de Meira y casi frente al estadio Roca, estaba listo el nuevo campo de la feria, que sustituiría al creado en la segunda mitad del siglo XIX. El viejo campo de la feria, que en los años sesenta acogía un grupo escolar en la parte alta, pasó a la historia para dejar paso a la actual plaza de la Constitución. El edificio escolar fue demolido, y en ese terreno se levantó la actual casa consistorial, antes ubicada en la Casa da Cultura de hoy.
En 1966 era alcalde Filiberto Álvarez Marín. Había llegado a la villa por razones profesionales —era jefe de la oficina de Correos— que luego lo llevarían a otros destinos. Sin embargo, el regidor proclamaba su condición de miembro del club de los que amaban «apasionadamente» a Vilalba y compartían «la tarea de engrandecerla». A las impresiones que comentaba, hace ahora 55 años, en una entrevista en este periódico no les faltaba entusiasmo: tras enumerar las obras en ejecución o previstas, afirmaba que el cambio no sería solo urbanístico y que «antes de una generación» la mentalidad y el estatus de Vilalba habrían cambiado.
En tiempos de menos coches y de peores carreteras, el alcalde, que hacía esas reflexiones en vísperas de las fiestas de Vilalba, veía en las ferias un motor económico que unía a la localidad con As Pontes y con la costa. Incluso avanzaba que la casa consistorial de entonces, al construirse la nueva, podría convertirse en estación de buses porque la villa era un importante centro de comunicaciones por carretera.
Esas obras se acabaron. Al grupo escolar que se construía (hoy CEIP Mato Vizoso) se le unió otro años después (hoy CEIP Insua Bermúdez), igual que cerca del primer instituto (hoy IES Basanta Silva) se construyó luego otro (hoy IES Peña Novo). El Parador se amplió con un edificio complementario que aumentó su capacidad hotelera; y Vilalba llegó a tener estación de buses, aunque cerca de la salida hacia Mondoñedo y no donde preveía el alcalde Álvarez. También se construyó un nuevo consistorio, si bien la tala de árboles del viejo campo de la feria supuso una herida que aún sangra a veces.
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