La UE aprieta las tuercas a los bancos para evitar nuevas crisis
Mercados
Otorga a la Junta Única de Resolución poder para declarar corralitos cuando las entidades estén en peligro de quiebra. Los estados miembros apuntalan la unión bancaria para evitar un colapso como el del año 2008
26 May 2019. Actualizado a las 05:13 h.
«Los bancos europeos, en general, están bien capitalizados», aseguraba esta semana la portavoz comunitaria de Servicios Financieros, Vanessa Mock. Bruselas quiere alejar a toda costa el fantasma de un nuevo cataclismo financiero en la eurozona. Los inversores están nerviosos. No se fían. ¿Cómo es posible que una entidad como el Deutsche Bank, con capacidad para arrastrar consigo al sistema bancario, haya podido pasar los test de estrés con una exposición a activos tóxicos equivalente a casi 17 veces el PIB de Alemania? Nadie lo sabe, pero la UE está apurando los plazos para apuntalar la unión bancaria antes de que otro terremoto, como el que provocó el colapso de Lehman Brothers en el 2008, derribe su frágil estructura.
El último andamio se puso el pasado 14 de mayo. Los ministros de Economía dieron luz verde a un nuevo paquete legislativo que endurecerá las exigencias de solvencia a los bancos. Cumpliendo con el acuerdo alcanzado en el 2016, la Unión Europea ha decidido imponer niveles máximos de apalancamiento a todas las entidades y la creación de un colchón especial para las de importancia sistémica mundial que, desde el 2014, ya están obligadas a reservar un capital equivalente al 8 % de sus activos de riesgo y un volumen de liquidez que permita aguantar 30 días de máxima tensión en los mercados. ¿Con qué objetivo? Poder hacer frente a situaciones de crisis extremas sin echar mano a la cartera de los contribuyentes europeos.
A partir de ahora no servirá hacer ingeniería contable en los balances para cuadrar las cuentas y cumplir con los requisitos de Basilea III. Los bancos deberán contar con financiación estable neta permanente para hacerse más resistentes y los too big to fail (demasiado grande para caer) deberán aumentar sus capacidades para la absorción de pérdidas (TLAC) a partir del mes de julio. Habrá requisitos mínimos de fondos propios y pasivos admisibles para los grandes bancos y se dotará de poder a la Junta Única de Resolución (JUR) para decretar corralitos de hasta dos días sobre entidades en peligro de quiebra y pendientes de liquidación. Esto, por ejemplo, hubiera permitido cortar la fuga de capitales del Banco Popular en los días previos a su venta, minimizando las pérdidas que se registraron a continuación.
Estabilidad del sistema
Los grandes bancos extracomunitarios estarán también obligados a desplegar empresas matrices intermedias en la UE para seguir operando. De esta forma, el Supervisor Único podrá pasar la lupa a todas las actividades que pueden comprometer la estabilidad de sistema financiero europeo, dado su alto grado de interconexión y exposición a otras firmas globales. ¿Con qué objetivo? Evitar un efecto dominó, un contagio a través de la cadena de transmisión bancaria como la que sucedió en el 2008.
Todas estas medidas se suman a los esfuerzos que ha invertido el sector desde finales del 2014 para limpiar sus balances y conseguir unas cuentas más robustas. Desde entonces, las entidades de la eurozona han conseguido aumentar los ratios de capital de alta calidad (CET1) desde el 11,3 al 14,1 %. «Se han logrado avances en la reducción de los activos problemáticos, con un descenso de los préstamos dudosos próximo a los 300.000 millones de euros en ese período. También la financiación y la liquidez son ahora más estables que en el pasado», celebró el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al presentar los resultados del 2018. Pero hay inquietudes imposibles de aplacar: la monstruosa banca en la sombra (ocho veces más grande que en el 2008) sigue creciendo sin control y los responsables de las entidades bancarias se quejan de que los nuevos requisitos de solvencia y los bajos tipos de interés que mantiene el BCE (0 % general y -0,40 % para los depósitos) no invitan a abrir el grifo del crédito a la economía real. «La rentabilidad continuó siendo reducida en el 2018, lo que afecta a la capacidad de las entidades para conceder crédito. Entre el 2016 y el 2018, los bancos con mejores resultados de la zona euro compensaron la caída de los márgenes de intermediación otorgando más crédito, mientras las entidades con peor evolución recurrieron al desapalancamiento», explicó Draghi. El italiano y las autoridades españolas coinciden en una receta: recomendar a los ejecutivos de los bancos que reduzcan sus dividendos para contribuir a la recapitalización de las entidades. Al fin y al cabo, nadie en la UE quiere salir de nuevo al rescate del sector financiero, al que España llegó a inyectar hasta 46.000 millones de euros netos para mantener a flote. «Las entidades tienen que seguir saneando sus balances, replantear sus modelos de negocio, mejorar su gobernanza y garantizar su resolubilidad», advirtió recientemente el presidente del Consejo de Supervisión, Andrea Enria, quien advierte de que el abundante dinero barato que hay en circulación y los magros beneficios que granjea el crédito a la economía real «ha llevado a muchas entidades a asumir mayores riesgos» aun a sabiendas de que los riesgos de impago, en niveles todavía muy altos (4,2 % de los préstamos) en comparación con el resto del mundo, aumentarán en el futuro. «Pese a la significativa mejora de la calidad de los activos en los últimos años, los elevados niveles de préstamos dudosos continúan siendo motivo de preocupación para un número considerable de entidades de crédito de la zona euro», alertó.
¿Cuál es el estado de salud de los bancos en España? ¿Cumplen los requisitos? Les está costando seguir el ritmo. Las entidades españolas son las menos solventes de Europa, según los estándares de la Autoridad Bancaria Europea (EBA). Siguen por debajo de la media europea en capitalización de máxima solvencia (CET1), a pesar de estos últimos años de bonanza. El propio Banco de España instó recientemente a sus consejos a «seguir reforzando el capital y mejorar la rentabilidad». Unicaja o Bankia cuentan con los ratios más altos, ligeramente por encima de la media de los bancos de la zona euro, pero entidades como el Banco Sabadell cerraron el primer trimestre con menos capital de la máxima calidad (11 % frente al 12 % que se exigirá).
Tareas pendientes
Queda mucho trabajo por hacer para poder cumplir con los nuevos estándares de la UE, diseñados para poder hacer frente a pérdidas inesperadas de gran magnitud y a cubrir posibles liquidaciones. Solo Bankia, por ejemplo, ya ha anunciado que emitirá títulos por valor de 5.000 millones de euros para que el volumen de fondos propios y pasivos admisibles corrientes alcance el 23,66 % del volumen total de activos de riesgo para el 1 de julio del 2021 (18,9 % al cierre del primer trimestre de este año).