La Voz de Galicia

La ruina de la economía de la noche: «En enero estaremos todos cerrados»

Mercados

Gladys Vázquez Redacción / La Voz
Los hosteleros gallegos recorrieron las calles de Santiago pidiendo soluciones el pasado martes

Son pubs y discotecas, pero también salas de música en directo: el sector del ocio nocturno y cultural pide ayuda urgente tras más de ocho meses de cierre. En Galicia son casi 900 empresas que dan trabajo de forma directa a más de 10.000 personas. Una cadena que afecta a proveedores, técnicos o artistas y que afronta unos gastos fijos en sus locales de entre 5.000 y 25.000 euros al mes

22 Nov 2020. Actualizado a las 08:42 h.

Tras más de ocho meses de pandemia por el covid-19 usan con facilidad la palabra «ruina». Así se siente un colectivo empresarial que no ve una solución cercana. Saben que, aunque los datos de incidencia del coronavirus mejorasen en tiempo récord, su actividad es poco compatible con la alerta sanitaria. El ocio nocturno en Galicia está representado por unas 800 licencias. Son pubs y discotecas que llevan meses sin poder abrir sus puertas. «Nuestro sector es el más perjudicado. Ahora, con el cierre de toda hostelería parece que estamos haciendo más fuerza». Así lo ve Luis Diz, presidente de Galicia de Noite, que aglutina a 300 empresas en Galicia y que se reúne de forma constante con la Xunta para intentar parar esta sangría. Con las ayudas al alquiler en marcha, esperan que ahora se abra la línea de crédito del IGAPE. «El mayor problema son los locales. Hay arrendadores que han flexibilizado el alquiler, que son los más caros del mercado, pero la mayoría no han querido hacerlo. Son locales de muchos metros y muy bien situados», dice Diz, cuyo grupo dirige, entre otros locales, la Sala Pelícano, un recinto multiespectáculos con capacidad para 3.000 personas. «Nuestra empresa paga solo en alquileres 60.000 euros al mes. Las ayudas te dan un porcentaje muy pequeño. Lo que necesitamos es que nuestros negocios hibernen. No podemos tener esa cantidad de gastos fijos».

El ocio nocturno pudo retomar su actividad, con estrictas normas y aforos durante solo unas semanas. Unos negocios con un empleo muy particular, pero con una transversalidad que afecta a proveedores, personal técnico o de seguridad. Solo en empleos directos, la noche da trabajo en Galicia a entre 8.000 y 10.000 personas. «Hablamos de empleo joven, que suele destinar el dinero a pagarse sus estudios», dice Luis Diz, en cuyo grupo hay más de 260 empleados. «Ya han cerrado el 40 % de los negocios. En enero podría estar toda la noche gallega cerrada».

A nivel estatal, el ocio nocturno representa el 1,8% del PIB. Desde España de Noche calculan que desde marzo han perdido más de 12.000 millones y que los gastos fijos al mes que tienen que afrontar van desde los 5.000 euros de un bar musical a los 25.000 de una sala o discoteca.

José Luis Asenjo regenta cuatro locales en Vigo y confía en poder mantenerlos. «Tras unas semanas abiertos, nuestra historia se paró el 13 de agosto. Dejamos de generar. Enviamos al ERTE a 35 personas, pero la gente se está buscando la vida. El nuestro es casi siempre un segundo trabajo». Este empresario también cree que, a pesar de las buenas intenciones, las ayudas no sirven. «Somos la oveja negra por decreto. Los grandes perjudicados. Si nos obligas a cerrar y nos ayudas, pues lo entendemos porque sanitariamente estamos mal. Eso sí, tampoco se ha demostrado que seamos el foco de contagio», apunta.

Otra de las patas de esta actividad está en las salas. Ellos tienen unas licencias específicas, pero el mismo panorama. «Somos una parte de ocio nocturno y otra cultural. En Galicia unos 40 establecimientos y tres ya han cerrado definitivamente», dice Alberto Grandío, presidente de la Asociación Galega de Salas de Música Ao Vivo. «La música en directo tiene que ver con la hostelería, con los artistas, hay mucha gente en torno a un concierto. Después, las salas siguen abiertas para vender copas porque la música en directo por sí sola no es rentable», dice Grandío que no ve que haya facilidades para no seguir cerrando. «Necesitamos un rescate. En Alemania les dieron el 75 % de lo facturado en el 2019. No es para forrarse, es pagar deudas. Las salas van a seguir cayendo».

Antonio Borrazás, de la compostelana Sala Capitol, mira incluso al futuro. «Todo está parado y necesitamos tiempo de reactivación. Si nos dicen que podemos volver a trabajar, hay que contratar los conciertos, promocionarlos, necesitamos mínimo mes y medio. Hasta septiembre estuvimos trasladando fechas, aplazando conciertos. Ahora ya no podemos contratar nada para el futuro».

José Luis Asenjo en el Gatsby, uno de los cuatro locales que ha tenido que cerrar por la pandemiaM.MORALEJO

JOSÉ LUIS ASENJO, EMPRESARIO CON CUATRO LOCALES EN VIGO

«Es triste que nos sigan cobrando: no generamos»

Tokyo, Gatsby, Boom Boom Room y La Radio. Son los locales vigueses a los que José Luis Asenjo tuvo que echar el cierre en marzo. «Solo abrimos unas semanas y ya no pudimos hacer nada más». Él es uno de los empresarios gallegos con vive en «contante agujero»: «Con los alquileres llegas a acuerdos, pero la gente quiere cobrar. Tenemos buen tono con los propietarios, pero quieren cobrar el servicio. Además, los impuestos siguen llegando, la Seguridad Social. Es muy triste que nos sigan cobrando cuando no estamos generando por decreto». Asenjo insiste en que este sector mueve a miles de personas, pero que su «pataleo» de casi nueve meses no ha sido suficiente. «Me da pena toda la hostelería, pero nosotros somos los que llevamos más tiempo en el dique seco». Tanto que, aunque mantiene cierto optimismo, ve como las fuerzas se agotan. «Estás expectante porque crees que en algún momento va a pasar esto, pero la economía se agota. Es mucho tiempo sin generar. Al contrario, también viene el agua, la luz, la basura. Eso nos lo siguen cobrando y son una serie de gastos que te pueden arruinar. ¿Que me gustaría no cerrar ningún local? Por supuesto. Pero posibilidades de cierre hay muchas. Confías en que esto se arregle, pero la tarea es complicada», explica.

Borrazás delante de la Sala Capitol en una imagen del pasado junioXOAN A. SOLER

ANTONIO BORRAZÁS, DIRECTOR DE programación de LA SALA CAPITOL (SANTIAGO)

«Los problemas se trasladan de una empresa a otra»

«Funcionamos más como una sala de conciertos y como auditorio, que como un local de ocio nocturno». Es el matiz que hace sobre Capitol su director de programación, Antonio Borrazás. «Tiene que ver con el sector por los eventos que hacemos, con barra y de pie, pero desde marzo hay cero actividad, salvo compromisos que teníamos que se han hecho a puerta cerrada». Desde la Sala Capitol también comprenden la situación sanitaria, pero mantienen que su actividad es complicada si se establecen aforos, como ya pasó. «Si solo puedes meter 60 personas en la sala y tienes a un grupo de diez artistas que, por ejemplo, viajan desde Barcelona, no resulta rentable». En su caso, Capitol es un local en propiedad y no sufren la sangría del alquiler, pero piden que en la toma de decisiones se consulte a los afectados. «Es un daño que cada día te afecta más y que supone que vas a tener que afrontar una recuperación. En nuestro caso, en un evento pueden trabajar unas 20 personas. En esto hay muchas empresas externas, de seguridad, de sonido o de iluminación que contratamos por evento. Los problemas se trasladan de una empresa a otra. Tenemos más de cien citas al año. Y eso es mucho. Al dedicarnos a esto en exclusiva, tenemos todo muy optimizado», sentencia.


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