La Voz de Galicia

María García Loureiro, directora general de Piensos Pigar: «El bienestar de los animales redunda en nuestra salud»

Mercados

Ana F. Cuba

Su padre fundó el negocio, la fábrica de piensos y las granjas de porcino, y en 2017 tomó el relevo, empeñada en hacer más competitiva la empresa familiar, con las máximas de innovación y calidad

21 May 2023. Actualizado a las 05:00 h.

En 2017, María García Loureiro (Paiosaco, Laracha, 55 años) tomó las riendas de la empresa familiar, la fábrica de piensos que fundó hace cuatro décadas su progenitor, Gumersindo García Crespo, en Paiosaco, y la explotación de ganado porcino, con varias granjas en Laracha y Abegondo. Licenciada en Empresariales y diplomada en Relaciones Públicas, siempre ha estado vinculada al negocio familiar, que hoy cuenta con una plantilla de 28 personas y factura unos diez millones de euros al año. La directora general de Piensos Pigar encara un año decisivo, en el que se ha propuesto crear un grupo empresarial que aglutine las dos líneas de negocio, con el propósito de «transformar el sector ganadero en Galicia a través de la innovación en la alimentación de los animales de granja, pensando en su bienestar».

—¿Cómo fueron los inicios?

—Mi padre siempre fue muy emprendedor y muy trabajador, y tenía visión de negocio. Sus padres tenían una tienda-taberna, que daba comidas y vendía en la época del racionamiento, aceite, azúcar... Él tenía inquietud de crecer y empezó a distribuir vino. Tenía una granja pequeña de cerdos y comenzó con un molino y una mezcladora, molía trigo y maíz, y vendía harinas. Fue creciendo hasta montar la fábrica actual, abandonó el vino y se centró en el pienso y la ganadería.

—Usted se puso al frente en 2017.

—Sí, coincidió así. Este sector es muy tradicional y yo sentía inquietud y ganas de hacer las cosas de forma distinta, de plantear la empresa de otro modo. Soy ambiciosa y tenía un proyecto en mente desde hace mucho tiempo. Fue un punto de inflexión por un cambio generacional, quería transformar el modelo de empresa familiar en un modelo más competitivo.

—¿En qué consiste su proyecto?

—Nuestras líneas de negocio son la ganadería porcina y la fábrica de piensos, pero no solo elaboramos piensos. Nuestro objetivo es nutrir a los animales, pero también ayudar a los productores a gestionar sus explotaciones. Somos una bisagra entre la industria y el productor, pensando siempre en el consumidor. Apostamos por el bienestar de los animales, que al final redunda en la salud de las personas. Y además de vender piensos, fabricamos otros productos específicos, innovadores, en otros formatos (distintos del polvo o el granulado de los piensos), como la alimentación líquida o en bloques (para lamer). No sustituyen a los piensos, son complementos de la dieta tradicional, igual que una persona puede tomar suplementos vitamínicos.

—¿Detectan demanda?

—Sí, vemos que en las ganaderías hay problemas y situaciones que no resuelven los piensos de siempre. Nuestro equipo técnico, formado por veterinarios, trabaja en investigación, desarrollo e innovación para conseguir productos que funcionen, por ejemplo, para solventar problemas recurrentes de micotoxinas, cuestiones específicas que no están cubiertas, necesidades de cada granja (con respuestas a medida) y otras más genéricas.

—¿A qué tipo de animales van dirigidos sus productos?

—Producimos piensos para ganado vacuno, porcino y avícola, fundamentalmente, y también algo para equino, los conocidos como animales de renta, no de compañía. El mayor porcentaje de piensos que vendemos es para porcino (en extensivo o en intensivo), porque los cerdos solo se alimentan de piensos, mientras que en el vacuno representan un porcentaje de su alimentación. En 2017 empezamos a innovar sobre todo en la parte de vacuno, porque nuestros técnicos detectaron que alguna de las distintas fases de crecimiento de estos animales estaba coja, faltaba algo, y desarrollamos tres piensos que tienen modelo de utilidad [figura que protege el producto, no sus características o procedimientos de fabricación, como sí hace la patente], por su carácter innovador. Pero no dejaban de ser piensos, en harina o en grano, y después surgieron esos otros formatos (líquido o bloque).

 —¿Dónde está su mercado?

—En la parte de piensos, en las provincias de A Coruña y Pontevedra, donde tenemos distribuidores, y algo en Lugo. Vendemos algo en agrotiendas, productos avícolas. A las ganaderías de vacuno o porcino les distribuimos directamente, con distintas rutas y entregas semanales, o cuando lo necesitan. En la parte de ganado porcino, vendemos mucho al mercado portugués, Castilla y León y Castilla-La Mancha. En Galicia no hay muchas explotaciones de porcino y las de vacuno están desapareciendo a pasos agigantados; entre los ganaderos que se jubilan y las granjas que cierran porque son muy pequeñas, cada vez son menos.

—¿Cuál es su producción anual de cerdos?

—Unos 25.000 cerdos. Queremos crecer, por lo menos doblar.

—¿Se plantean vender a China?

—China no está comprando a España, sino a Estados Unidos, por cuestión de precio. En el mercado europeo, España es la primera potencia (Alemania y Holanda eran muy fuertes y ahora están decayendo), y dentro de eso, Galicia es de las comunidades que menos ganaderías tiene. Las más importantes son las zonas de Cataluña, Aragón...

—Compiten con multinacionales.

—La competencia es tan grande... las multinacionales tienen mucha capacidad, pero nosotros no estamos en ese juego, por eso queremos buscar nuestro propio hueco. Las multinacionales compiten en precio, por el volumen de producción.

—Los ganaderos se quejan de la subida de los precios de los piensos. ¿Cómo les ha afectado el alza de costes de las materias primas?

—Han subido una barbaridad, los cereales, las oleaginosas, los aminoácidos, las vitaminas... pero también la energía eléctrica y el gasoil de los camiones de reparto. Influyó en todo y nosotros intentamos trasladarlo lo menos posible al precio de nuestros piensos, sin bajar la calidad (una premisa fundamental para nosotros) porque al ganadero no le subían la carne. Ahora está algo más estabilizada la situación.

—¿Cuál es su mayor reto ahora?

—Mi apuesta es por la innovación y la profesionalización. Con esa intención tomé las riendas de la empresa. El reto, ahora, es sacar al mercado esos nuevos productos, que están funcionando muy bien. Aún no tenemos nombre para el grupo empresarial y tenemos el reto de poner la marca en valor, porque son productos hechos con mucha honestidad, por un equipo altamente cualificado, y el reto de la comunicación. Innovación y calidad son nuestros puntos fuertes, en precio no podemos jugar en la liga de las multinacionales. Pero apostamos por ayudar a que las explotaciones ganaderas saquen una rentabilidad, siempre pensando en mejorar. Lo tradicional ya lo hace todo el mundo. Como también somos productores de cerdos, antes de sacar al mercado algo nuevo lo probamos en nuestros animales. Hay que diferenciarse para crecer. Estamos naciendo como grupo y para mí es apasionante, todo el equipo está muy motivado.

—¿Podemos estar tranquilos por la carne que comemos?

—Tenemos unas exigencias de calidad brutales, un control muy exhaustivo. Todo está muy medido, empezando por las condiciones de higiene y bienestar de los animales.

—Al ser la propietaria y la directora general, habrá tenido menos problemas como mujer en un sector tan masculinizado.

—Al principio, cuando asumí la dirección, surgió algún problema precisamente por ser mujer y ser la hija del jefe. Cuando llevas mucho tiempo trabajando de una determinada manera, cambiar resulta complicado. Pero todo se solucionó. Este es un sector que siempre ha sido de hombres, porque las mujeres estaban a la sombra. Mi madre estuvo aquí, peleando como la que más, pero no tenía presencia. Para mí es muy importante poner en valor su trabajo y el de tantas otras mujeres olvidadas. Reivindico el papel de las mujeres en este sector, tanto en la granja como en la fábrica, aunque la mayoría del personal son hombres, pero también hay alguna mujer. Cada vez me encuentro a más mujeres en charlas y foros.

 


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