La Voz de Galicia

Un disparate llamado Milei

Mercados

MARIO BERAMENDI
El anarco-libertario Javier Milei el viernes en un mitin en Buenos Aires.

08 Oct 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Imaginen por un instante que alguien propusiese aquí privatizar la donación de órganos y convertirla en un mercado. Sí, en España, cuyo sistema de trasplantes ha sido un modelo en todo el mundo por su equidad y eficiencia. Seguramente, lo correrían a gorrazos. En Argentina, el candidato Javier Milei, un anarcocapitalista enfadado con el mundo, se ha atrevido con esto y con más. Y la fórmula, a la vista de su creciente respaldo, parece funcionarle, porque canaliza el descontento social de los jóvenes y la desafección de un país harto de los desmanes de su clase dirigente. Esa enloquecida y febril espiral de disparates - que ha hecho que The Economist o The Guardian se lleven las manos a la cabeza y adviertan del peligro que se avecina- suscita el encendido aplauso de un sector importante de la sociedad argentina, que siempre ha mostrado una cierta tendencia a sobreactuar, al aspaviento y a aplacar sus angustias colectivas echándose en los brazos de sus grandes mitos, ya sea en lo político (Eva Perón) o en lo deportivo (Diego Armando Maradona). Con estos mimbres, el asunto no es para tomárselo a broma. Javier Milei, un tipo que siempre parece recién levantado de la cama, desmesurado e hiperbólico, con una trayectoria en los platós de telepredicador, ejemplifica esa vía que tanto encandila a los desencantados: la que siempre ofrece recetas sencillas para los problemas complejos (aquí estaba Jesús Gil y mira cómo acabó), en la línea de los Trump y Bolsonaro, y de los que conviene desconfiar siempre. Porque incluso a los más avezados defensores del modelo imperante, conscientes de lo mucho que hay en juego, no les hace ninguna gracia. Además de dolarizar la moneda para contener la inflación (que es pan para hoy y hambre para mañana, como ya ha ocurrido), la estrategia de Milei se resume en fumigarlo todo - autoridades monetarias, administraciones- para volver a ese capitalismo primario de taparrabos. Sí, ese estado ideal del que hasta reniegan los capitalistas verdaderamente inteligentes.


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