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El millonario, la herencia y el jardinero

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Nicolas Puech, principal accionista de Hermès, quiere adoptar a su antiguo trabajador para dejarle toda o una parte de su millonaria fortuna

17 Dec 2023. Actualizado a las 10:22 h.

Puede que sea la historia de Hermès una de las más curiosas entre las de las grandes firmas del mundo de la moda. La fundó allá por 1837 el empresario francés Thierry Hermès. El gigante del lujo que hoy es comenzó siendo un taller artesanal de arneses y sillas de montar para la nobleza europea. Y el cuero sigue siendo el material estrella de una empresa que el año pasado, contra viento y marea — sorteando el impacto de los confinamientos en China y las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania—, superó por primera vez en sus casi 200 años de andadura la barrera de los 11.000 millones de euros de facturación. Una compañía que ha llenado de prosperidad los bolsillos de sucesivas generaciones sin aspavientos. Nada de llamar la atención. Hasta ahora.

Y eso porque el octogenario Nicolas Puech, miembro de la quinta generación y principal accionista a título individual de la legendaria marca, con el 5,7 % del capital, acaba de anunciar que quiere adoptar a su antiguo jardinero, para dejarle toda, o al menos parte de su fortuna. No es poca: entre 9.000 y 10.000 millones de francos suizos (entre 9.450 y 10.500 millones de euros). Una cifra que lo convierte en uno de los hombres más ricos de Suiza, país en el que reside desde hace años. En una lujosa mansión de La Fouly, un diminuto municipio helvético que no llega al centenar de habitantes.

Poco es lo que se sabe del afortunado e inesperado heredero. Solo un puñado de detalles desvelados por el diario la Tribune de Genève: que tiene 51 años, que procede de una modesta familia marroquí, que está casado con una española —andaluza para más señas— y que es padre de dos hijos.

 Pero puede que Nicolas Puech, soltero y sin descendiente alguno, no lo tenga fácil para que, llegado el momento, se cumpla su última voluntad. Y no solo por aquello de adoptar a un adulto, que también, sino, sobre todo, porque ya se comprometió en su día —pacto sucesorio de por medio— a dejarle el dinero a la fundación Isócrates, una organización con sede en Ginebra y volcada en la lucha contra la desinformación. Allí no parece que estén pensando en quedarse de brazos cruzados mientras los desheredan, al menos a tenor de lo publicado por ese mismo diario helvético. A la Tribune de Genève le contaron en la fundación que lo consideran una «una anulación repentina y unilateral de un pacto de sucesión, realizado gracias a un acto que debe considerarse nulo» y lamentaron que «sus actividades de utilidad pública» se vean «amenazadas» por circunstancias «que están completamente fuera de su control». Huele a batalla judicial.

Con todo, no es la primera vez que Nicolas Puech da la nota en la familia. Ya lo hizo hace algo más de diez años, en la batalla que enfrentó al clan Hermès con otro titán de la moda, LVMH, después de que el grupo controlado por Bernard Arnault revelara a principios del 2010 que había acumulado una participación del 17 % en Hermès. Con la amenaza de una opa hostil pendiendo sobre la cabeza del negocio familiar, todos los miembros de la saga unieron sus fuerzas —y sus acciones, claro— en un hólding con la intención de pararle los pies a Arnault. Todos menos Nicolas, que decidió seguir por libre y conservar sus títulos.

Aquella «guerra del bolso» como se la denominó en el mundillo económico, acabó bien para los Hermès. Fue la primera vez que LVMH, famosa por engullir marcas de prestigio, soltó su presa.

 

Acostumbrado a ganar, seguro que Nicolas confía en salirse también ahora con la suya.

 

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