El efectivo sigue ganando la partida
Mercados
A pesar del impulso registrado en los peores años de la pandemia, los consumidores españoles siguen resistiéndose a escoger el pago digital como su medio predilecto
09 Jun 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Tras las sacudidas de la pandemia, y ante el temor que producía a muchos el intercambio de monedas y billetes a causa del coronavirus, los pagos a través de tarjeta y de métodos más modernos (como el móvil y otros sistemas contactless) comenzaron a vivir su particular época dorada. Parecía que los avances en materia de pagos habían llegado para quedarse y que el golpe mortal asestado al dinero físico era vaticinio de una nueva época. Pero el dinero en metálico se ha recuperado y vuelve con más fuerza que nunca. España demuestra, una vez más, que en esto del pago es más bien tradicional y que la expansión de las tarjetas y del móvil se resiste. Así lo atestigua un estudio del Banco de España, en el que muestra que el dinero en efectivo continúa siendo la principal forma de pago de los españoles, concretamente de seis de cada diez consumidores de nuestro país. Es más, un 65 % de los ciudadanos asegura que utilizó este método diariamente a lo largo del año pasado: «En términos de uso del pago digital, hay mucha diferencia entre los países nórdicos (en Suecia, el uso de efectivo está por debajo del 10 %, según una encuesta realizada por el Riksbank) o Canadá y España. Incluso Estados Unidos, donde, por ejemplo, no tienen plataformas como Bizum», explica Elisabet Ruiz Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Hay otras claves del informe del Banco de España que permiten entender un poco qué hay detrás de todo esto. A pesar de que el 88 % de la población tiene en su cartera al menos una tarjeta bancaria (un porcentaje que disminuye al 77,5 % en el caso de los mayores de 65 años) en las calles de nuestro país se sigue moviendo el dinero físico con más brío que el de plástico. Entre las razones que señalan sus defensores se encuentra básicamente la preferencia de uso de este frente a los otros, pero también la facilidad de acceso y el grado de aceptación que tiene. «Ahora bien, cuando el importe que se tiene que pagar es elevado, la gente mayor sí que opta por la tarjeta», especifica la profesora de la UOC.
Y ya ni hablamos de otros medios de pago digitales como las aplicaciones móviles, a las que solo recurren un 25,4 % de la población. Si se indaga en los datos por edades, se pueden comprobar las dos caras de la moneda: solo el 5,4 % de los mayores de 65 años hacen uso de estos sistemas, mientras que el porcentaje escala al 55 % cuando se analiza su penetración entre los menores de 25 años.
Otro factor que determina la elección es el educativo. El uso de efectivo, tal y como desvela el informe del Banco de España, disminuye en la medida en que aumenta el nivel de estudios. Casi tres de cada cuatro ciudadanos con estudios primarios usan el efectivo de forma predominante, un porcentaje que disminuye al 44 % en el caso de aquellos que tienen estudios superiores. «Los que tienen un nivel de formación más bajo optan por billetes y monedas por desconfianza de las nuevas tecnologías», explican.
«El efectivo —tal y como demuestran los datos, que se han mantenido estables entre el 2022 y el 2023— volvió a coger impulso después de la pandemia. La mayoría de los ciudadanos volvieron al sistema de pago que usaban antes de la crisis sanitaria», insiste Ruiz Dotras.
¿Qué necesita España para dar el paso hacia un pago más digitalizado? La experta considera que no se avanzará en este sentido hasta que se cree el euro digital, una circunstancia para la que todavía habrá que esperar: «La pandemia fue un primer paso, pero el definitivo se dará en el momento en el que convivan el euro digital y el físico, cuando las empresas, en lugar de pagar las nóminas con dinero en efectivo, lo hagan con euros digitales. Esto provocará que los pagos también sean digitales y no se pueda sacar dinero en efectivo», explica.
El Banco Central Europeo (BCE) ya se encuentra manos a la obra y este proceso es importante porque, alega Ruiz Dotras, «será el entorno gubernamental el que nos llevará a tener una sociedad sin dinero en efectivo».
No hay ningún medio perfecto y cada uno cuenta con sus propios pros y también sus contras. Tal y como destaca Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, la facilidad que supone pagar con tarjeta o móvil hace que sea más difícil ser consciente de la cantidad de dinero que gastamos: «La conducta de pagar virtualmente es automática, casi instintiva, y esto puede ser un factor de riesgo importante para acabar haciendo compras compulsivas, que son un excelente ansiolítico», apunta el experto. También cree que esta facilidad que nos da el pago digital reduce la percepción del valor de aquello que compran los consumidores: «Hacemos el mismo gesto para pagar un café que un gran electrodoméstico. En cambio, cuando pagamos en efectivo, tomamos mucha más conciencia del dinero gastado porque lo tocamos, lo contamos y vemos cómo se nos va de las manos». Para aquellos que no se crean esta diferenciación, el experto propone un experimento: pagar todo digitalmente durante un mes y después pagar todo con monedas y billetes en el mes siguiente. «¿En cuál de los dos meses gastaremos más?», se pregunta.
En el mismo sentido se dirigen las consideraciones de Ruiz Dotras que asegura que algo parecido a esto sucede cuando se realiza la compra en el supermercado en una página web en vez de en el propio centro: «No solo no recordamos el importe exacto que gastamos, tampoco sabemos la cantidad de cosas que añadimos a la lista».
Ventajas
Pero no todo son puntos negativos. El pago digital también tiene sus ventajas respecto al físico. Y una de las que más destacan los expertos es que todas las compras quedan registradas: «Si pagamos con billetes y monedas, a no ser que guardemos todos los recibos, no sabemos la cantidad que gastamos durante un mes. En cambio, si pagamos digitalmente, sí. Y, además, vemos en qué hemos gastado el dinero en cada ámbito», explica Ruiz.
¿Cuánto cuesta utilizar un datáfono?
Muchos pequeños comercios y autónomos se han mostrado durante años reacios a utilizar los conocidos como TPV (terminal de punto de venta) por las elevadas tarifas que se les cobraba por ellos. Estos dispositivos, que permiten cobrar con tarjetas de crédito y otras digitales, han empezado a despegar debido al recorte aplicado a las comisiones. Y es que, mientras que en el año 2002 (primero del que hay registros) la media que se aplicaba era del 1,59 % del importe de la compra, en el 2023 este porcentaje se había reducido hasta el 0,39 %.
Según los datos publicados en un estudio del Banco de España, si se analizan los números por sectores de actividad, las comisiones más elevadas las soportan los hoteles, que pagan un 0,82 %, en tanto que las más baratas, del 0,23 %, se cobran a las grandes superficies de alimentación.
En solo dos décadas, las tasas aplicadas a los comercios se han desplomado un 75 %, una circunstancia que se explica por el auge que han registrado este tipo de pagos en los últimos años. En el 2002, se produjeron poco más de 991.000 transacciones, mientras que en los nueve primeros meses del 2023 el número ascendió a los 6.178 millones. Más transacciones y más aparatos. Porque si hace dos décadas en España había menos de 900.000 terminales de punto de venta, en el tercer trimestre del 2023 se contabilizaron 2,52 millones de estos aparatitos, una cifra un 6,61 % superior a la que había a finales del 2022.
Los TPV pertenecen en su gran mayoría a los bancos con los que trabajan los propios comercios o los autónomos. Aunque es cierto que en los últimos años han surgido algunas empresas privadas que se dedican a fabricar, vender o alquilar estos dispositivos.