El sector agroalimentario italiano hace frente al cambio climático
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El sector agroalimentario italiano trata de buscas soluciones para sacar adelante sus explotaciones ante fenómenos meteorológicos cada vez más extremos
04 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Desde Maso Martis, una explotación situada en un cerro al este de Trento (noreste del Italia), se disfruta de un maravilloso paisaje alpino. Aquí se producen vinos ecológicos (tintos, blancos y rosados) muy apreciados por los entendidos, dice Alessandra Stelzer, que lleva la explotación junto con su hermana y sus padres. Las cosas van bien, pero desde hace algunos años Maso Martis tiene que hacer frente a fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. «Los veranos son mucho más calurosos o muy lluviosos y húmedos, las tormentas de granizo se han vuelto más frecuentes», explica la joven viticultora, «eso hace que nuestro trabajo sea más difícil». Por ejemplo, la familia Stelzer ha decidido plantar nuevas viñas a ochocientos metros de altitud, en busca de temperaturas más frescas.
En el otro extremo de la península, en Puglia (sur), Giovanni Melcarne dirige su explotación, Forestaforte, especializada en la producción de aceite de oliva virgen extra de alta calidad. Licenciado en agronomía, Melcarne lleva años investigando nuevas variedades capaces de resistir a la Xylella fastidiosa, una bacteria que destruye los olivos y que ya ha causado daños enormes a la industria agroalimentaria de Puglia, pero también a la sequía, porque la crisis climática está disparando las temperaturas. Tanto es así que «a menudo ni siquiera la disponibilidad de agua soluciona los problemas, porque ya incluso encuentro aceitunas quemadas por el exceso de temperatura», afirma.
Los empresarios del sector agroalimentario están preocupados. El comercio de vino, aceite de oliva, queso, pasta o embutidos es crucial para la balanza comercial italiana. En el 2023, las exportaciones agroalimentarias alcanzaron los 64.000 millones de euros: más de 55.000 millones de los productos transformados y casi 9.000 millones de los productos agrícolas. Sin embargo, el sector es cada vez más vulnerable a los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones que asolaron los campos del norte de Italia hace unos meses o la sequía que está azotando a Sicilia tras año y medio de lluvias casi inexistentes.
Pérdida del 25 % de la producción
Según las primeras evaluaciones, la sequía que ha afectado a amplias zonas de la isla ha provocado la pérdida de alrededor del 25 % de la producción agrícola de la región. Los agricultores sicilianos están angustiados: hay muy poca agua para regar sus naranjos y viñedos. Para ellos, la culpa es de la política local, que no ha hecho lo suficiente para preparar a la isla para la sequía (un ejemplo es que el 50 % del agua en la red hídrica se pierde por un mantenimiento inadecuado o ausente) y el cambio climático. «Le daría una bofetada a cualquiera que niegue que el clima ya no es lo que era», dice Giuseppe, un empresario agrícola de la llanura de Catania. Mientras tanto, en algunas ciudades sicilianas, el agua se distribuye a las viviendas en camiones cisterna, y el Gobierno regional ha pedido que la Marina militar traiga un buque cisterna con 1.200 metros cúbicos de agua.
La política nacional también parece bastante pasiva. Pero el sector agroalimentario no se queda de brazos cruzados. Las explotaciones tratan de aumentar su eficiencia apostando por nuevas tecnologías y prácticas agronómicas novedosas. Los que transforman la materia prima en espaguetis, jamón o mozzarella intentan que los procesos sean más modernos y sostenibles, o invierten en startups innovadoras. Un ejemplo es Giuseppe Battagliola, veterano del sector hortofrutícola, que ha creado cerca de Milán Kilometro verde, la mayor explotación vertical de Europa por metros cuadrados cultivados.